Riqueza gastronómica, corrupción y productos chatarra
Iván Restrepo
Acaba de cumplir 80 años una protagonista de la cocina mexicana: Carmen Titita
Ramírez Degollado, defensora de los productos que brinda la gran
biodiversidad del país. Y en especial del maíz nativo. Por más de cuatro
décadas, doña Carmen y sus hijas han hecho de su restaurante El Bajío,
un referente. Por eso el afamado Ferrán Adrià visita su cocina para
experimentar con la enorme gama de productos de la agricultura mexicana.
Si menciono este cumpleaños de la condecorada experta en fogones, es
para sugerirle al licenciado Miguel Torruco, secretario de Turismo,
utilizar nuestra vasta riqueza gastronómica en la publicidad de la
dependencia a su cargo. Torruco estuvo la semana pasada en el ojo del
huracán por un promocional sobre la estrategia del gobierno en materia
turística. El promocional tuvo cortísima vida y fue bajado de las redes
por orden del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues no iba a tono
con un gobierno democrático. Y además, violaba la ley al destacar en
ellos la figura del mandatario y el logotipo de Morena, partido en el
que al lado de ciudadanos honorables hay otros con pésima y comprobada
mala fama pública. También la gastronomía es cultura. La titular del
ramo bien hará en tenerla en cuenta en su agenda de trabajo, como lo
hacen otros países.
La calidad y el sabor de la buena comida lo empañan hechos desagradables. Como el mayoriteo que
Morena hizo en el Senado para declarar idóneos a los 11 aspirantes a
ocupar cargos en la Comisión Reguladora de Energía (CRE). La mayoría
destaca por su total ignorancia del tema. Además, con estos aspirantes
el gobierno federal confirma que su prioridad es extraer más petróleo,
lo que va en sentido contrario a la tendencia mundial en favor de las
energías renovables. Con excepción de Estados Unidos, donde Trump
protege a las trasnacionales de hidrocarburos.
Otro mal sabor: el World Justice Proyect revela en su última
evaluación el lugar que ocupa México entre 126 países analizados. En
corrupción y seguridad, el sitio 117, y en justicia penal, el 115. Cabe
señalar que estos tres meses han sido los más violentos de este siglo,
en parte herencia de los sexenios anteriores. Y sobre la corrupción,
abundan las denuncias de asalto a las arcas del erario. Por ejemplo, por
Andrés Roemer, ex cónsul en San Francisco y ex embajador de México en
la Unesco. Roemer preside la asociación civil Poder Cívico AC, que
organiza el encuentro La Ciudad de las Ideas. Esa AC, ligada a Tv
Azteca, recibió de la Secretaría de Cultura federal el sexenio anterior
180 millones de pesos, además de 134 millones del de Puebla. Más datos
sobre este negocio al que contribuimos con nuestros impuestos los
encuentra el lector en el portal México.com, del cual hace parte el
periodista Saúl Hernández.
Otra investigación de Raúl Olmos y Mexicanos contra la Corrupción y
la Impunidad, reveló cómo dos importantes funcionarios del Infonavit
aprovecharon sus cargos en beneficio propio. Se trata de Sebastián
Bernabé Fernández Cortina y José Manuel Pelayo Cárdenas. El primero
traspasó al Infonavit una deuda personal de 5.2 millones de pesos. El
segundo, un adeudo bancario de 8.5 millones.
Más de lo mismo: el Servicio de Administración Tributaria (SAT)
investiga a Alfredo Castillo Cervantes, ex director de la Comisión
Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) y lacayo del ex presidente
Enrique Peña Nieto, por desviar a 21 empresas fantasmas 262 millones de
pesos en 2017. Y por malos manejos un año antes, por mil 590 millones.
Cerremos esta vez recordando lo que Carlos Fernández-Vega publicó en su columna
México SAsobre los apoyos del Conacyt a tres empresas con enorme poder económico y que no se distinguen por ofrecer, a diferencia de El Bajío, comida de calidad. Se trata de Bimbo y su filial Barcel, y de Pepsico. A esta última, le dio dinero para obtener botanas de maíz más
saludables.
China, Francia y México encabezan la lista mundial de la mejor y más
variada gastronomía. Pero a millones de mexicanos y al sector salud los
agobian dos problemas: la diabetes y la obesidad, fruto de la mala
alimentación y los productos chatarra. Como los que elaboran las tres empresas citadas.
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