martes, 30 de septiembre de 2014

Miguel Ríos: "Algunos oyen la palabra cultura y echan la mano a la pistola"
              Escrito por  EFE    
El veterano rockero Miguel Ríos durante una actuación. EFE/Archivo
El veterano rockero Miguel Ríos durante una actuación. EFE/Archivo
Tres años después de retirarse, Miguel Ríos ha anunciado que ofrecerá un concierto acústico y único en Madrid el 22 de noviembre, en beneficio de la campaña "Un juguete, una ilusión", y ha afirmado hoy sentirse muy "pegado a la sociedad" y preocupado por la situación social, económica y cultural del país.
"Parece que hay algunos de nuestros dirigentes que vuelven a oír la palabra cultura y se echan la mano a la pistola. Eso pasaba antes, en otro tiempo, remoto... Parece que hay algunos que oyen la palabra cultura como un arma arrojadiza, como si fuera algo que los fuera a sepultar", ha dicho en una rueda de prensa Miguel Ríos, muy crítico con el momento de la cultura en España.
"(Los músicos) hemos sido los conejillos de indias de todo este tinglado (la crisis y la piratería) y los políticos han sido muy cobardes, de todo signo, y ahora está enfangada toda la cultura", ha rematado.
La campaña "Un juguete, una ilusión", organizada por Radio Nacional de España y la Fundación Crecer Jugando, cumple en 2014 quince años, en los que han repartido 7 millones de juguetes y ha construido ludotecas para los niños de los países más pobres.
"Hay chavales que, probablemente, a través de 'Un juguete, una ilusión' han tenido su primer juguete en la vida. Eso es algo que no sé con qué compararlo. Con el primer beso... Entra dentro de los momentos míticos del ser humano", ha dicho el músico granadino.
"El juguete es el vehículo que lleva a los chavales a despertar la imaginación", ha añadido Ríos para enfatizar la importancia que tiene la protección de los más pequeños si la sociedad quiere garantizar su futuro.
Encantado por prestar su "voz de jubilado" al servicio de los más pequeños, Miguel Ríos ha explicado que "la solidaridad" existe porque "la justicia da un paso atrás" y que las causas reivindicativas le motivan a volver a subirse al escenario.
"Te das cuenta de que si tienes que volver a cantar, mejor hacerlo para devolver a la sociedad parte de lo que te ha dado", ha asegurado.
Con esta premisa, Ríos actuará en el Teatro Monumental de Madrid, donde grabó en 1972 su disco "Conciertos de rock y amor" y que considera "un marco realmente idóneo", y lo hará en un formato acústico e íntimo acompañado sólo por un trío de músicos.
"Hay mucho material que no he podido cantar muchas veces y que sí puede tener un repaso, una visita, una segunda oportunidad", ha comentado el cantante sobre el repertorio de este concierto.
Consciente de que la cultura pasa por momentos delicados, Ríos ha lamentado que los artistas y, en especial los músicos, sean demasiado individualistas y no defiendan sus derechos, algo que podría tener consecuencias muy penosas para el futuro.
"Si se pringa la cultura de un país, se frena el país, no sólo en lo económico, sino en el nivel moral", ha dicho con rotundidad.
En cualquier caso, ha concluido que lo más importante es que su concierto ayude en todo lo posible a la campaña "Un juguete, una ilusión" y ha finalizado el encuentro bromeando sobre los futuros regalos de los niños: "Espero que los próximos juguetes que reciban sean discos".

¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo?

Noam Chomsky
Hay capitalismo y luego el verdadero capitalismo existente. El término capitalismo se usa comúnmente para referirse al sistema económico de Estados Unidos con intervención sustancial del Estado, que va de subsidios para innovación creativa a la póliza de seguro gubernamental para bancos demasiado-grande-para-fracasar.
El sistema está altamente monopolizado, limitando la dependencia en el mercado cada vez más: En los últimos 20 años el reparto de utilidades de las 200 empresas más grandes se ha elevado enormemente, reporta el académico Robert W. McChesney en su nuevo libro Digital disconnect. Capitalismo es un término usado ahora comúnmente para describir sistemas en los que no hay capitalistas; por ejemplo, el conglomerado-cooperativa Mondragón en la región vasca de España o las empresas cooperativas que se expanden en el norte de Ohio, a menudo con apoyo conservador –ambas son discutidas en un importante trabajo del académico Gar Alperovitz. Algunos hasta pueden usar el término capitalismo para referirse a la democracia industrial apoyada por John Dewey, filósofo social líder de Estados Unidos, a finales del siglo XIX y principios del XX. Dewey instó a los trabajadores a ser los dueños de su destino industrial y a todas las instituciones a someterse a control público, incluyendo los medios de producción, intercambio, publicidad, transporte y comunicación. A falta de esto, alegaba Dewey, la política seguirá siendo la sombra que los grandes negocios proyectan sobre la sociedad. La democracia truncada que Dewey condenaba ha quedado hecha andrajos en los últimos años. Ahora el control del gobierno se ha concentrado estrechamente en el máximo del índice de ingresos, mientras la gran mayoría de los de abajo han sido virtualmente privados de sus derechos.
El sistema político-económico actual es una forma de plutocracia que diverge fuertemente de la democracia, si por ese concepto nos referimos a los arreglos políticos en los que la norma está influenciada de manera significativa por la voluntad pública. Ha habido serios debates a través de los años sobre si el capitalismo es compatible con la democracia. Si seguimos que la democracia capitalista realmente existe (DCRE, para abreviar), la pregunta es respondida acertadamente: Son radicalmente incompatibles. A mí me parece poco probable que la civilización pueda sobrevivir a la DCRE y la democracia altamente atenuada que conlleva. Pero, ¿podría una democracia que funcione marcar la diferencia? Sigamos el problema inmediato más crítico que enfrenta la civilización: una catástrofe ambiental. Las políticas y actitudes públicas divergen marcadamente, como sucede a menudo bajo la DCRE. La naturaleza de la brecha se examina en varios artículos de la edición actual del Deadalus, periódico de la Academia Americana de Artes y Ciencias.
El investigador Kelly Sims Gallagher descubre que 109 países han promulgado alguna forma de política relacionada con la energía renovable, y 118 países han establecido objetivos para la energía renovable. En contraste, Estados Unidos no ha adoptado ninguna política consistente y estable a escala nacional para apoyar el uso de la energía renovable. No es la opinión pública lo que motiva a la política estadunidense a mantenerse fuera del espectro internacional. Todo lo contrario. La opinión está mucho más cerca de la norma global que lo que reflejan las políticas del gobierno de Estados Unidos, y apoya mucho más las acciones necesarias para confrontar el probable desastre ambiental pronosticado por un abrumador consenso científico –y uno que no está muy lejano; afectando las vidas de nuestros nietos, muy probablemente. Como reportan Jon A. Krosnik y Bo MacInnis en Daedalus: Inmensas mayorías han favorecido los pasos del gobierno federal para reducir la cantidad de emisiones de gas de efecto invernadero generadas por las compañías productoras de electricidad. En 2006, 86 por ciento de los encuestados favorecieron solicitar a estas compañías o apoyarlas con exención de impuestos para reducir la cantidad de ese gas que emiten... También en ese año, 87 por ciento favoreció la exención de impuestos a las compañías que producen más electricidad a partir de agua, viento o energía solar. Estas mayorías se mantuvieron entre 2006 y 2010, y de alguna manera después se redujeron. El hecho de que el público esté influenciado por la ciencia es profundamente preocupante para aquellos que dominan la economía y la política de Estado. Una ilustración actual de su preocupación es la enseñanza sobre la ley de mejora ambiental, propuesta a los legisladores de Estado por el Consejo de Intercambio Legislativo Estadunidense (CILE), grupo de cabildeo de fondos corporativos que designa la legislación para cubrir las necesidades del sector corporativo y de riqueza extrema. La Ley CILE manda enseñanza equilibrada de la ciencia del clima en salones de clase K-12. La enseñanza equilibrada es una frase en código que se refiere a enseñar la negación del cambio climático, a equilibrar la corriente de la ciencia del clima. Es análoga a la enseñanza equilibrada apoyada por creacionistas para hacer posible la enseñanza de ciencia de creación en escuelas públicas. La legislación basada en modelos CILE ya ha sido introducida en varios estados.
Desde luego, todo esto se ha revestido en retórica sobre la enseñanza del pensamiento crítico –una gran idea, sin duda, pero es más fácil pensar en buenos ejemplos que en un tema que amenaza nuestra supervivencia y ha sido seleccionado por su importancia en términos de ganancias corporativas. Los reportes de los medios comúnmente presentan controversia entre dos lados sobre el cambio climático. Un lado consiste en la abrumadora mayoría de científicos, las academias científicas nacionales a escala mundial, las revistas científicas profesionales y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC). Están de acuerdo en que el calentamiento global está sucediendo, que hay un sustancial componente humano, que la situación es seria y tal vez fatal, y que muy pronto, tal vez en décadas, el mundo pueda alcanzar un punto de inflexión donde el proceso escale rápidamente y sea irreversible, con severos efectos sociales y económicos. Es raro encontrar tal consenso en cuestiones científicas complejas. El otro lado consiste en los escépticos, incluyendo unos cuantos científicos respetados –que advierten que es mucho lo que aún se ignora–, lo cual significa que las cosas podrían no estar tan mal como se pensó, o podrían estar peor. Fuera del debate artificial hay un grupo mucho mayor de escépticos: científicos del clima altamente reconocidos que ven los reportes regulares del PICC como demasiado conservadores. Y, desafortunadamente, estos cientí- ficos han demostrado estar en lo correcto repetidamente. Aparentemente, la campaña de propaganda ha tenido algún efecto en la opinión pública de Estados Unidos, la cual es más escéptica que la norma global. Pero el efecto no es suficientemente significativo como para satisfacer a los señores.
Presumiblemente esa es la razón por la que los sectores del mundo corporativo han lanzado su ataque sobre el sistema educativo, en un esfuerzo por contrarrestar la peligrosa tendencia pública a prestar atención a las conclusiones de la investigación científica. En la Reunión Invernal del Comité Nacional Republicano (RICNR), hace unas semanas, el gobernador por Luisiana, Bobby Jindal, advirtió a la dirigencia que tenemos que dejar de ser el partido estúpido. Tenemos que dejar de insultar la inteligencia de los votantes. Dentro del sistema DCRE es de extrema importancia que nos convirtamos en la nación estúpida, no engañados por la ciencia y la racionalidad, en los intereses de las ganancias a corto plazo de los señores de la economía y del sistema político, y al diablo con las consecuencias. Estos compromisos están profundamente arraigados en las doctrinas de mercado fundamentalistas que se predican dentro del DCRE, aunque se siguen de manera altamente selectiva, para sustentar un Estado poderoso que sirve a la riqueza y al poder.
Las doctrinas oficiales sufren de un número de conocidas ineficiencias de mercado, entre ellas el no tomar en cuenta los efectos en otros en transacciones de mercado. Las consecuencias de estas exterioridades pueden ser sustanciales. La actual crisis financiera es una ilustración. En parte es rastreable a los grandes bancos y firmas de inversión al ignorar el riesgo sistémico –la posibilidad de que todo el sistema pueda colapsar– cuando llevaron a cabo transacciones riesgosas. La catástrofe ambiental es mucho más seria: La externalidad que se está ignorando es el futuro de las especies. Y no hay hacia dónde correr, gorra en mano, para un rescate. En el futuro los historiadores (si queda alguno) mirarán hacia atrás este curioso espectáculo que tomó forma a principios del siglo XXI. Por primera vez en la historia de la humanidad los humanos están enfrentando el importante prospecto de una severa calamidad como resultado de sus acciones –acciones que están golpeando nuestro prospecto de una supervivencia decente. Esos historiadores observarán que el país más rico y poderoso de la historia, que disfruta de ventajas incomparables, está guiando el esfuerzo para intensificar la probabilidad del desastre. Llevar el esfuerzo para preservar las condiciones en las que nuestros descendientes inmediatos puedan tener una vida decente son las llamadas sociedades primitivas: Primeras naciones, tribus, indígenas, aborígenes. Los países con poblaciones indígenas grandes y de influencia están bien encaminados para preservar el planeta. Los países que han llevado a la población indígena a la extinción o extrema marginación se precipitan hacia la destrucción. Por eso Ecuador, con su gran población indígena, está buscando ayuda de los países ricos para que le permitan conservar sus cuantiosas reservas de petróleo bajo tierra, que es donde deben estar. Mientras tanto, Estados Unidos y Canadá están buscando quemar combustibles fósiles, incluyendo las peligrosas arenas bituminosas canadienses, y hacerlo lo más rápido y completo posible, mientras alaban las maravillas de un siglo de (totalmente sin sentido) independencia energética sin mirar de reojo lo que sería el mundo después de este compromiso de autodestrucción. Esta observación generaliza: Alrededor del mundo las sociedades indígenas están luchando para proteger lo que ellos a veces llaman los derechos de la naturaleza, mientras los civilizados y sofisticados se burlan de esta tontería. Esto es exactamente lo opuesto a lo que la racionalidad presagiaría –a menos que sea la forma sesgada de la razón que pasa a través del filtro de DCRE.
(El nuevo libro de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Conversations with David Barsamian)
Publicado por La Jornada

Chomsky analiza los medios y la izquierda, habla de la nueva América Latina y del movimiento Occupy

Izquierda revolucionariaNoam Chomsky sabe incomodar. Nació en Estados Unidos y es un persistente crítico de su gobierno y su sociedad. Fue criado en el seno de una familia judía exiliada de Ucrania pero eso no le impide cuestionar ciertas políticas del Estado de Israel. Precisamente por su espíritu insurrecto y sus agudos comentarios es considerado uno de los intelectuales más influyentes en el mundo contemporáneo.
 
 
Su apellido resonó por primera vez con fuerza hace 55 años cuando en su curriculum sólo se destacaban sus estudios en Lingüística. Su libro Estructuras sintácticas marcó un hito en la materia y sus contribuciones incluso inspiraron aplicaciones en la Informática y la Medicina. Desde entonces, su fama se fue incrementando a la par que su curiosidad lo llevó a incursionar en otras disciplinas. Hoy, con 83 años, más conocido como filósofo y cientista político, Chomsky sigue rebelándose hasta a la jubilación y prodiga una incansable hospitalidad a los periodistas que hacen cola para conocer sus opiniones.
En una pequeña mesa redonda donde se apilan libros, fotocopias y cuadernos, Chomsky recibe a Tiempo Argentino con una amigable sonrisa y un té en la mano. Entre los papeles de su oficina ubicada en el octavo piso del Massachusetts Institute of Technology, más conocido en la jerga académica por sus siglas MIT, sobresale un anillado con el título "What then must we do?" (¿Qué debemos hacer entonces?), escrito por Gar Alperovitz. Su presencia cobrará sentido a lo largo de la conversación cuando recomiende su lectura para entender uno de los hechos "revolucionarios" más importantes que están pasando en EE UU: el movimiento de empresas recuperadas. A propósito de ello, Chomsky recordará que "algo de esa iniciativa, de hecho, vino de la Argentina post colapso".
Las primeras palabras de la conversación pasan inevitablemente por Gaza, ciudad de donde volvió justo antes de que Israel lanzara la última ofensiva. Allí recorrió los hospitales que todavía hoy aparecen en todos los noticieros y comprobó los problemas que tienen los médicos para conseguir medicamentos. Chomsky aún recuerda que uno de los que conoció en su viaje es el que se popularizó en las portadas de los diarios alrededor del mundo, sosteniendo entre brazos a un niño muerto. A 9000 kilómetros de allí, el filósofo ahora sigue atento las discusiones en la arena diplomática.
Aunque la situación en Medio Oriente tenga hoy el primer lugar en la agenda informativa, Chomsky también ha estudiado con profundidad la historia de América Latina y ha escrito recurrentemente sobre la región en los últimos tiempos. Es que desde principios del siglo XXI sus países se han levantado "por primera vez en 500 años ante la dominación occidental y de EE UU", explica. "También han estado moviéndose despacio pero significativamente hacia la unificación y muy lentamente se han ocupado de algunos asuntos internos muy extremos", agrega antes de analizar lo que puede esperarse de las relaciones entre Latinoamérica y EE UU en el segundo gobierno de Barack Obama.
"Todos estos desarrollos muy positivos para América Latina a EE UU no le gustaron. Además, prácticamente lo empujaron de las bases militares que le quedaban en la región. Luego, en las reuniones hemisféricas quedó bastante aislado, como sucedió en Cartagena hace unos meses, cuando EE UU y Canadá quedaron contra el resto del hemisferio en los asuntos más importantes. Y, de hecho, si hay otra reunión continental no me sorprendería que EE UU y Canadá queden excluidos. Ante esto, lo que EE UU ha estado intentando hacer con Obama es reconstruir la posición de influencia y control. En Honduras, por ejemplo, Obama ha logrado llevar adelante un golpe de Estado. En Paraguay, no conocemos los detalles, pero supongo que Estados Unidos está detrás de la destitución de Lugo también. En Chile, EE UU está trabajando por debajo del radar, desarrollando relaciones militares para poder restablecer bases y esencialmente, si no restablecer el viejo sistema, al menos volverse más fuerte. Aunque no creo que funcione."
–¿Hasta qué punto el desarrollo de los países de América Latina tiene que ver con que Estados Unidos ha estado concentrado en otros temas?
–Cuanta menor atención preste EE UU al continente, mejor para este último. Pero no se debe dar por sentado que eso haya ocurrido. De hecho, creo que ha estado prestando bastante atención. Cuando algo pasa en América Latina, EE UU está allí. En los '80 estuvo muy activo en Centroamérica. En los primeros años de las dictaduras sudamericanas, EE UU apoyaba a todas. En Argentina, por ejemplo. En los '90, América Latina estaba bastante bajo control con la estructura de los programas de ajustes, por lo que EE UU no tuvo que hacer mucho. Pero en la última década, EE UU ha sido empujado afuera y ha tratado con mucho ahínco de reconstruir su posición. Creo, en definitiva, que trata de aplicar más o menos la misma política que antes, pero tiene menos capacidad para implementarla.
–Varios de los gobiernos de América Latina que han sentado una posición más dura en su relación con Estados Unidos también se han enfrentado a las corporaciones mediáticas y han promovido nuevas medidas para regular el poder de los medios. ¿Cómo analiza eso?
–La situación de los medios en América Latina es prácticamente un escándalo. Están enormemente centralizados, en control privado, son muy reaccionarios y muy dañinos para los países. Dan una imagen muy distorsionada del mundo. Sin embargo, no creo que la respuesta correcta sea que los gobiernos los constriñan, sino que ayuden al surgimiento de alternativas comunitarias. En cierto punto eso ha comenzado a hacerse en Venezuela. Por otro lado, cuando ocurrió allí lo del canal RCTV, que no fue cerrado pero sí empujado al cable, escribí que acordaba con las protestas occidentales y también con el hecho de que algo así no podía suceder en EE UU. Pero agregué algo que lo hizo impublicable aquí. No puede pasar en este país por una buena razón: si algo así pasara acá, si la CBS, por ejemplo, apoyara un golpe de Estado contra el gobierno y después de unos días ese golpe hubiera sido revertido, no habría ningún juicio a los directivos y la cadena no seguiría transmitiendo. Simplemente, los dueños y directivos de esa estación serían asesinados por una escuadra especial sin juicio previo.
–¿Cree que el enfrentamiento abierto entre los gobiernos y los medios concentrados ayuda a concientizar a la gente acerca de los intereses detrás de los medios?
–En la mayor cantidad de países, los gobiernos apoyan a los medios concentrados. Y en las ocasiones en que eso no es así, creo que la mejor forma de responder no es poniendo presión, sino desarrollando alternativas, que es algo que el gobierno puede hacer. Algo así se está queriendo desarrollar acá en una pequeña medida. Por ejemplo, cuando el sistema de cable apareció en EE UU a inicios de los '70, el Congreso aprobó una ley que impedía a las compañías de cable tener monopolios en algunas áreas particulares. Por ejemplo en la zona donde estamos, Cambridge. Cualquier red de cable que quisiera operar aquí debía incluir una señal comunitaria. Es una gran falla de la izquierda de EE UU que no aprovechen esta oportunidad. Acá hay una estación de la comunidad y si vas ahí te sorprendería ver que el equipo es bastante bueno. No es CBS, pero es mejor que otros en poder de movimientos políticos. Y muchas veces están dirigidos por lunáticos porque la izquierda no los usa. Llegan a mucha gente y podría ser usado como una base de medios alternativa.
–¿Qué es lo que les falta a los grupos de izquierda para sacar partido de esa posibilidad?
–Eso es lo que he estado discutiendo durante 40 años. Tienen muchas críticas sobre los medios que están justificadas, pero hay muy poco trabajo en tratar de crear alternativas. Y puede ser hecho, como pasó con Democracy Now, que funciona. Pero si los grupos de izquierda usaran esas posibilidades que están a mano, podrían hacer más cosas. Hay mucho para hacer.
–Y no sería importante sólo el contenido, sino también la forma en que se lleva a cabo…
–Estuve una vez en Brasil, antes de que Lula fuera elegido presidente, y una tarde él me llevó a los suburbios de Río, donde vi algo muy interesante de los medios populares que no sé si todavía funciona. Lo que pasaba era que un grupo de profesionales de los medios de Río iba a una plaza en el medio de una ciudad a las nueve de la noche, prime-time, y ponían un camión con una pantalla. Allí pasaban programas que eran sólo para la gente que estaba sentada en la plaza o en los bares de alrededor. Los contenidos habían sido escritos por gente de la zona, actuados por ellos y eran interesantes. No podía entender todo lo que decían, pero sí me daba cuenta de que algunos eran comedia, otros eran más serios y hablaban sobre la crisis de la deuda o sobre el HIV, por ejemplo. Después de los programas, una de las actrices iba con el micrófono y una cámara a pedirle un comentario a la gente que los había visto. Esas opiniones eran pasadas en la pantalla gigante y otra gente se sumaba. Generaba interacción comunitaria y esa gente no miraba la televisión prime-time, sino que prefería mirar eso. Todo estaba hecho por la comunidad salvo el equipo, que venía de la ciudad. Cosas como esas pueden ser hechas.
–Procesos políticos como la Primavera Árabe, el movimiento Occupy o el de indignados han conmovido sociedades con sus planteos. ¿Cree que estos grupos tienen potencial revolucionario?
–Creo que son importantes, pero hay muchas otras cosas también revolucionarias que están sucediendo. Por ejemplo, los desarrollos comunitarios y el trabajo en empresas. Algo de esa iniciativa, de hecho, vino de la Argentina post colapso. Gar Alperovitz trabaja sobre ello y cuenta de lugares como en Cleveland, donde hay una red de empresas cuyos propietarios son sus propios trabajadores. Cooperativas que empiezan a establecer vínculos a nivel internacional con otras empresas en España. Hoy eso está en varios lugares del país y es revolucionario. No sé si se alcanzará una escala como para cambiar la sociedad, pero es una de las cosas más importantes que están pasando.
–Una joven española que participó del movimiento de indignados en España decía que admiraba la experiencia de Occupy Wall Street porque en su país reclamaban por derechos que habían perdido y en EE UU por derechos que nunca tuvieron…
–Es que aquí se pelea por los derechos de otras personas. Ninguno de los que está en el movimiento Occupy y pasa el tiempo en el parque Zuccotti es pobre. Todos tienen, al menos, un plato de comida en la mesa y no vienen de los barrios más desventajados. Esa gente no tiene tiempo para estas cosas. Sin embargo, creo que están logrando llamar la atención de los medios en muchos aspectos. Los hechos que Occupy trajo se pusieron en el centro de la agenda nacional. Antes, se hablaba muy poco de la desigualdad, del fraude bancario, de la compra de las elecciones. Estas cosas ahora están siendo discutidas. De hecho, el slogan de "somos el 99% vs el 1%" se puede leer en la prensa de negocios y todos hablan de ello. Además, están haciendo cosas. Por ejemplo, con el huracán Sandy de hace un par de semanas, los primeros en salir a ayudar fueron los chicos de Occupy. También están ayudando a la gente que está siendo desalojada de sus hogares por los bancos: los apoyan para resistir el desalojo o van a la Corte a protestar. Por eso, puede transformarse en algo muy constructivo. De hecho, creo que lo más importante que hicieron, que la mayoría de la prensa no lo reconoce y nadie habla de ello, es que rompieron la atomización de la sociedad. Esta es una sociedad en la que la gente esta sola. Es casi sociopático. La gente no se junta para hablar, quedan atrapados en la televisión, en el consumo de bienes. Pero Occupy reunió a la gente, los puso a hacer algo cooperativamente. Abrió un espacio de discusión, interacción. La gente está aprendiendo a hacer cosas juntos y eso es muy importante y, en especial, en una sociedad como esta. Si dura, puede ser importante para inspirar a más grupos.
–¿Piensa que de este movimiento puede derivarse un cambio más profundo en la sociedad?
–Es uno de los tantos lugares. Hay muchas cosas que pasan en el país. Esto fue una especie de chispa y se puede ver. Se pudo ver en el hecho de que el día después de Zuccoti había movimientos Occupy en todo el país y, de hecho, en otras partes del mundo. Y ha pasado sólo un año, no se puede decir más, pero ha sido muy exitoso. Y si se pueden asociar a otros movimientos, como el de empresas recuperadas, puede ser muy interesante.
Una mirada a las redes sociales
La oficina de Noam Chomsky está repleta de libros. Entre dos escritorios en forma de letra L que ocupan dos de los laterales de la habitación, apenas hay un espacio libre para algunos portarretratos familiares. No sorprende que Chomsky admita no mirar mucha televisión y que se informa a partir de "toneladas de lectura". "Leo la prensa nacional, la prensa de negocios, la internacional. Un sinfín de periódicos con un amplio espectro de perspectivas, incluso conservadoras", describe. El cronista confiesa entonces que antes de la cita revisó sus datos biográficos en Wikipedia.
"Yo uso Wikipedia para algunas cosas. Si querés saber sobre matemática o historia medieval, está bien. Pero si es algún tema contemporáneo y controversial, entonces hay que ser muy cauteloso."
–¿Y las redes sociales?
–No tengo una opinión porque estoy fuera de moda. La gente me dice que tengo una cuenta de Facebook, pero no la abrí yo.
–Le atribuyen un rol importante en la Primavera Árabe.
–Acá también tienen un rol importante. Cualquier grupo activista anuncia lo que hace en las redes sociales para sumar gente a sus actividades. Eso está bien, no tengo ninguna objeción contra ello. Pero lo más que hago es leer blogs ocasionalmente. Creo que es una gran cosa que cualquiera pueda decir lo que quiera en Internet, pero significa que el 99% son cosas sin importancia.
–Se suele criticar que afecta al periodismo acelerando los procesos y contribuyendo a la pérdida de análisis y chequeo de datos…
–Por eso leo los diarios y no las redes sociales. Pero algo interesante sucedió en la Primavera Árabe. En un punto (el presidente de Egipto Hosni) Mubarak cerró Internet. La interacción creció porque en vez de twitear la gente hablaba entre sí y la organización iba más rápido. Es decir, acelera las cosas pero tampoco tanto.
Publicado en http://tiempo.infonews.com/Rebelión
Consejo de Seguridad analiza impacto humanitario de conflicto sirio
   
    
   
Escrito por Waldo Mendiluza   
Consejo de Seguridad
 
30 de septiembre de 2014, 02:26Naciones Unidas, 30 sep (PL) El Consejo de Seguridad de la ONU analiza hoy el cumplimiento de sus resoluciones para garantizar el acceso humanitario a las víctimas del conflicto en Siria, donde terroristas y mercenarios apoyados desde el exterior azotan a la población.
Por séptima vez el órgano de 15 miembros recibe un reporte del secretario general Ban Ki-moon sobre la norma 2139 de febrero pasado, complementada por la 2165 de julio último, que exigen a las partes enfrentadas el cese de la violencia, y las facilidades para asistir a las personas afectadas.

Como en los foros previos del Consejo, el informe que se presenta acusa tanto al gobierno como a los grupos irregulares de violar los derechos humanos, una postura rechazada por Damasco, al considerarla sesgada y basada en elementos poco confiables, entre ellos los aportados por organizaciones alineadas contra las autoridades sirias.

En el reporte de Ban se reconocen los estragos causados en la población civil por los grupos armados, incluyendo el Estado Islámico (EI), extremistas sunitas que también operan en Iraq y se han convertido en el centro de la cruzada antiterrorista de Estados Unidos en el Oriente Medio.

Además, el Secretario General ratifica que no hay salida militar en el conflicto, por lo cual llama a los actores de la crisis y a la comunidad internacional a hacer más por la solución pacífica.

El análisis del Consejo de Seguridad en torno al acceso humanitario se produce en un complejo escenario, marcado por sistemáticos bombardeos de la aviación de Estados Unidos contra posiciones del EI en territorio sirio, sin el consentimiento de Damasco.

Los ataques colocan sobre la palestra los asuntos del respeto a la soberanía de los estados y de las acciones bélicas unilaterales de la Casa Blanca, ignorando a la ONU, así como también interrogantes de los nuevos peligros para las personas inocentes ante las incursiones aéreas y lanzamientos de misiles.

La víspera, el vice primer ministro y canciller de Siria, Walid Al-Moualem, denunció aquí el doble rasero de Washington en el combate a los terroristas.

Al intervenir en el debate general del 69 Período de Sesiones de la Asamblea General, advirtió el apoyo norteamericano con armas, dinero y entrenamiento a grupos irregulares, como los que desde 2011 tratan de derrocar al presidente Bashar al Assad, en sintonía con el cambio de régimen promovido por occidente y sus aliados árabes para Damasco.

tgj/wmr
 

Kiev puede retomar la operación militar en el este de Ucrania

Kiev puede retomar la operación militar en el este de Ucrania
15:10 30/09/2014
Kiev, 30 sep (Nóvosti)
Las tropas ucranianas respetarán el alto al fuego hasta recibir una orden de liberar la región de las milicias que la ocupan, declaró el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andréi Lisenko.
“Respetaremos la tregua pero una vez que se tome la decisión de liberar nuestros territorios, lo haremos”, dijo.
Las autoridades de Kiev lanzaron en abril una operación militar en el este de Ucrania cuyos habitantes estaban disconformes con el cambio de gobierno de febrero pasado. El conflicto ha causado al menos 3.245 muertos, según estima la ONU.
El pasado 19 de septiembre las autoridades de Kiev y las milicias del este de Ucrania, reunidos en Minsk junto con mediadores de Rusia y la OSCE, acordaron respetar el alto el fuego pactado el 5 de septiembre.
Los militares y los independentistas denuncian con regularidad la violación de la tregua, pero las dos partes y los observadores internacionales constatan que el cese del fuego se respeta en general.

El legado de la guerra contra las drogas en México

La sociedad mexicana sigue sin percibir un cambio en cuanto a la violencia. (Foto. Archivo)

La sociedad mexicana sigue sin percibir un cambio en cuanto a la violencia. (Foto. Archivo)

 
Las tropas desplegadas para luchar contra organizaciones criminales solo han incrementado la violencia y las violaciones a los derechos humanos, según los activistas.
En un principio, la guerra contra el narcotráfico declarada por el expresidente de México, Felipe Calderón, fue promovida como la solución a los cárteles, el crimen y la violencia. Sin embargo, no se necesitó mucho tiempo para darse cuenta que los resultados fueron totalmente lo contrario.
Desde diciembre de 2006, después de que un miembro del Partido Acción Nacional (PAN) de Calderón anunció su plan llamado “Guerra contra el tráfico de drogas”, más de 80 mil personas han sido asesinadas o desaparecidas. Grupos de Derechos Humanos y varios periodistas dicen que los muertos sobrepasan los 100 mil. Dentro de las víctimas hay civiles, criminales, policías, oficiales y soldados.
Calderón desplegó las tropas debido a que las corruptas agencias de policía locales no podían luchar contra las organizaciones criminales que se encuentran fuertemente armadas y bien entrenadas incluso en el uso de armamento militar.
Las organizaciones criminales han llegado a ejecutar gente en las calles, abandonado sus cabezas en sitios públicos, con la finalidad de mostrar su poder.
Pero mientras los cárteles de la droga se volvían más violentos, de acuerdo a los defensores de los derechos humanos y a las estadísticas, de la misma manera lo hacían las agencias militares mexicanas en su lucha contra las organizaciones criminales.
Crímenes y torturas en aumento

Numerosos activistas como Marisela Ortíz, luchadora contra el femicidio, quien desde el 2011 vive en Estados Unidos, luego de haber recibido amenazas de muerte tanto ella como su familia por el trabajo que desempeña, manifestó que el despliegue de tropas para luchar contra los carteles fue un error que sólo condujo a más violencia.
Los archivos revelan que mientras la militarización se incrementa en México, de igual forma lo hicieron los reclamos por crímenes de torturas cometidos por policías y militares, indico Ortíz a teleSUR. Ella también lidera el grupo de derechos humanos “Nuestros Hijos de Regreso a Casa”. Grupo que lucha para frenar el feminicidio y la desaparición de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Para Miguel Agustín, del Centro Pro Derechos Humanos de Juárez, el despliegue de tropas ha incrementado drásticamente el uso de la tortura. De la misma manera, Agustín dijo a teleSUR que la sola palabra “guerra” ya indica que desde un principio la idea fue utilizar la violencia en lugar de dedicar recursos para atacar la raíz misma del crimen, la impunidad y la corrupción.
Las fuerzas armadas arbitrariamente detienen a ciudadanos y los llevan a bases militares donde permanecen incomunicados y son torturados con la finalidad única que firme confesiones o incriminen a otras personas, sin embargo de ellos no saber de qué son acusados y siendo inocentes de cualquier crimen. Dijo Agustín a teleSUR.
La militarización del país, señalo Agustín, ha traído una ola de abusos de los derechos humanos cometidos por las fuerzas de seguridad que tienen un largo historial de graves violaciones de los mismos así como una impunidad que va en contra de la seguridad y la paz pública.
Sin embargo, el actual presidente, Enrique Peña Nieto, miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) decidió mantener a las fuerzas armadas en las calles.
Cerca de ocho años después que el entonces presidente Calderón tomó la decisión de desplegar las fuerzas armadas como una medida supuestamente temporal y excepcional, continúan aún patrullando las calles mientras la violencia criminal continúa asolando al país, menciono Agustín.
Sin un cambio real

Los registros de derechos humanos también afirman que no ha existido un real cambio en la estrategia federal de seguridad entre las administraciones de Calderón y Peña Nieto.
La mayor diferencia es que la nueva regla para las autoridades es “no hablar en públicamente acerca de la violencia”, dijo Agustín refiriéndose a la estrategia de Peña Nieto de evitar dar declaraciones acerca de hechos criminales.
Ortíz dijo que Peña Nieto ha aprendido a “enseñar una falsa imagen de la situación actual. Los oficiales mexicanos siguen creyendo que aquello que no se dice, no existe”.
Cuando se le preguntó que está causando más violencia entre las organizaciones criminales y los agentes de seguridad del gobierno, Agustín no dudó en culpar a la impunidad. “Las organizaciones criminales usan la violencia como una herramienta de control territorial y de esa manera incrementan su poder y réditos económicos, y pueden hacerlo con impunidad porque México carece de un sistema judicial criminal que sea funcional, especialmente en lo que a investigación se refiere”.
“Las fuerzas de seguridad frecuentemente se confabulan con las organizaciones criminales y usan la tortura y otras violaciones a los derechos humanos para “inventar” culpables y pretender que están luchando contra el crimen. También utilizan detenciones arbitrarias y torturas para extorsionar a las personas por dinero. El factor común en ambas situaciones –violencia criminal y violaciones a los derechos humanos- es la casi total impunidad que hacen posibles y rentables estas prácticas”, aseguró Agustín, quien recordó que los índices de impunidad de todos los crímenes en México está en el orden del 98 al 99 por ciento.
Entre 2010 y 2013, la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió más de siete mil denuncias de tortura y abuso cometido por policías y soldados. Ortíz también subrayó que la impunidad y la carencia de organismos apropiados de seguridad son las causas para el incremento de los índices de violencia. No hay otra manera de explicar este fracaso sino la existencia de una gran red de corrupción y complicidad entre la policía, las fuerzas armadas y el crimen organizado que se ha venido dando en nuestro sistema por muchos años, dijo Ortíz.
“Es el reflejo de nuestro corrupto y deficiente sistema como consecuencia de la cultura de impunidad que rodea a todas las filas políticas en México. Es como una invitación abierta al crimen”.
Sin embargo, no sólo la actual estrategia gubernamental contra los cárteles de la droga y la impunidad han hecho aumentar las violaciones a los derechos humanos, Agustín aseguró que la carencia de acceso a información objetiva y el uso de los medios por parte del gobierno, para difundir mensajes e imágenes de víctimas detenidas arbitrariamente son, entre otros factores, los que dan lugar a la tortura.