La Internacional Socialista en AL y Venezuela
Marcos Roitman Rosenmann
Son muchos los
claroscuros que la habitan. Más los fantasmas que la persiguen. Hoy se
ha transformado en un panal de anticomunistas, si en alguna ocasión no
lo fue. Son demasiados los abandonos doctrinales. Los dirigentes que
ocupan lugares destacados no guardan relación ideológica con sus
orígenes fundacionales, menos los idearios que los acompañan. Los
principios antimperialistas de no intervención se han esfumado.
En Venezuela tres partidos comparten membresía. Los mismos que han
rotado en la presidencia de la Asamblea Nacional, declarada en rebeldía,
negándose a legislar, condición sine qua non para legitimar un
golpe de Estado. Henry Ramos, Acción Democrática (2016-17); Omar
Barboza, Un Nuevo Tiempo (2017-18) y el autoproclamado presidente Juan
Guaidó (2019), Voluntad Popular, cuyo liderazgo lo ejerce Leopoldo
López, son los agraciados.Los partidos pertenecientes a la Internacional Socialista (IS) dan su respaldo a Juan Guaidó. En Chile, el ex presidente Ricardo Lagos se deshace en elogios, considerándolo un abanderado de la democracia y las libertades políticas. En la misma dirección se encaminan las palabras del presidente del Partido Radical, Carlos Maldonado, quien señala que
hoy vemos en Juan Guaidó y en la Asamblea Nacional, las únicas autoridades con la suficiente legitimidad constitucional, política y ética, para liderar el cambio en Venezuela. Isabel Allende no duda en señalar que Nicolás Maduro no tiene pasado democrático y es la más entusiasta en promover una intervención de Estados Unidos. ¿Pensarán igual tras el fiasco del 23 de febrero?
Un año antes, el presidente de la IS, el también chileno Luis Ayala, declaró el 3 de noviembre de 2017 en una sesión plenaria que en Venezuela:
Tenemos gente que está sufriendo inseguridad alimenticia, inseguridad humana, en vulnerabilidad desde todo punto de vista. Es una situación muy grave que nos convoca a todos. Es la situación más crítica de todo el continente donde tenemos prácticamente ausencia de democracia es el único país donde de verdad hay presos políticos en este continente.
Guaidó, el autoproclamado presidente encargado, cuyo partido, Voluntad Popular, es miembro de pleno derecho de la IS, exhortó a las fuerzas armadas a romper el orden constitucional. Les ordenó desertar y sumarse al golpe de Estado. Desde el púlpito no descartó una guerra civil y sin rubor se vanaglorió de contar con el apoyo de Estados Unidos. Ante estas declaraciones, la IS le brindó su apoyo reconociéndolo como presidente interino. Igual que en 2010 dejó sin juzgar las palabras del ex presidente Carlos Andrés Perez llamando a cometer magnicidio contra el presidente Hugo Chávez. Quien por el contrario, a su muerte, pidió respeto y reconocimiento.
Ni en esa ocasión, ni ahora, la IS emitió un comunicado condenando
tales propósitos o lo puso en conocimiento de su comisión de ética. Por
el contrario, en el caso de Andrés Perez, simplemente guardó silencio.
Ahora, tratándose de Guaidó, en su plenaria de República Dominicana,
celebrada los pasados 28 y 29 de enero, dio un paso adelante y se
posicionó dando su visto bueno al golpe de Estado, enmascarando tal
felonía en un
amplio reconocimiento obtenido por la comunidad internacionalhacia Guaidó como presidente encargado. En su declaración se desliza una anuencia a la solución propuesta por Estados Unidos avalando una futura intervención por razones humanitarias. El documento en cuestión destaca el supuesto
el carácter de crisis humanitariaque padece Venezuela. Mientras, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, acaba plegándose a las posiciones de Estados Unidos, hecho reconocido por el ministro de Exteriores del reino: Josep Borrell. Pedro Sánchez no sólo aclama a Guaidó, va más lejos aduciendo que éste encarna las ansias de libertad que en Venezuela están siendo combatidas por las balas de un tirano llamado Nicolás Maduro.
La IS poco o nada tiene de socialista. Los principios de un militante
antimperialismo han mutado desde hace décadas en un condescendiente
apoyo a Estados Unidos en su política de seguridad hemisférica. Su
complacencia con un golpe de Estado contra el gobierno constitucional
del presidente Maduro no se diferencia de los argumentos del
vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence; el enviado especial
Elliott Abrams, y del secretario de Estado, Mike Pompeo. La dependencia
en el proceso de toma de decisiones resulta alarmante. Mientras Guaidó
es recibido con honores de jefe de Estado en Colombia, aclamado desde
Brasil por el ultraderechista Jair Bolsonaro, protegido por Ricardo
Lagos, Michelle Bachelet y el resto de prohombres de la IS, la máxima de
Pompeo
intervenimos en América Latina porque es nuestra regiónse cumplirá a rajatabla. Es lamentable que hoy, en América Latina no se pueda hablar de una socialdemocracia comprometida con un proyecto de socialismo libertario. La IS, plegada a las directrices de Donald Trump para Venezuela y América Latina, se ha transformado en la meretriz de su administración. ¿Qué pensaría Olof Palme ante tanta infamia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario