Cien días de López Obrador: Los claros y oscuros del nuevo Gobierno mexicano
Publicado: 15 mar 2019 02:20 GMT
El
pasado lunes 11 de marzo se cumplieron los primeros cien días de
gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, una gestión que
hasta el momento es aprobada por más del 80 % de los mexicanos, una
cifra 30 puntos por arriba del porcentaje con que ganó las elecciones.
Es
claro que en un periodo tan breve debemos hablar de señales, quizás de
avances o retrocesos, pero no es tiempo de calificar resultados. Ese
primer balance, ya con indicadores, parece prudente hacerlo al año de
ejercicio en el gobierno, después de un tiempo razonable de poner en
práctica el sello personal y que la administración pública haya pasado
por los distintos ciclos que determinan sus obligaciones. Sin embargo,
hay pautas en estos cien días que nos permiten ver si hay un cambio de
régimen en marcha o no.
Lo primero que hay que destacar es la estabilidad macroeconómica
que se ha mantenido en México. Primero, los agoreros del desastre
vaticinaron que en caso de ganar López Obrador iba a existir una fuga
masiva de capitales, se desplomaría el peso respecto del dólar y la
inflación subiría como la espuma del mar. Falso. Nada de eso paso.
Después, las mismas plumas 'expertas' pregonaron el apocalipsis de la economía en caso de la cancelación
del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que se reflejaría
en lo mismo que habían dicho antes: fuga de capitales, aumento del
dólar, inflación. El proyecto
fue cancelado por razones ecológicas y de corrupción, y nuevamente los
predicadores del juicio final se quedaron con un palmo de narices. Las
pequeñas fluctuaciones del dólar se estabilizaron y nada cambió de
fondo. Una vez más, el desastre no tuvo lugar.
A cien días, los índices muestran que la inflación bajó
y las previsiones del Banco de México apuntan a que se va a alcanzar la
meta de 3 % en el primer semestre de 2020. El peso mexicano se ha
apreciado ligeramente respecto al dólar, en un 4 % desde el inicio del
sexenio, y los mercados se mantienen estables, sin fuga
de capitales y con una breve ganancia en la Bolsa Mexicana de Valores.
Por su parte, la confianza del consumidor presentó en febrero el nivel
más alto desde abril de 2001, que es la primera cifra que se tiene
registrada, y hubo un aumento del salario mínimo del 17 % a nivel nacional y del doble en la zona fronteriza con Estados Unidos. El ciudadano mexicano muestra confianza en la economía y en las acciones presidenciales, más allá de las voces que con cierta esquizofrenia anticipan la catástrofe y de las calificaciones crediticias a la baja que ha experimentado Pemex por parte de agencias como Fitch.
Otra importante acción ha sido el combate
al robo de gasolina, el cual ha pasado en cuestión de semanas de la
cantidad de 80.000 barriles sustraídos ilegalmente cotidianamente a
solamente 15.000. Esta reducción le representará al gobierno mexicano
una recuperación de 2.500 a 3.000 millones de dólares
anuales. El combate al huachicol también ha dejado al descubierto la red
de complicidades entre funcionarios de Pemex, autoridades locales y
empresarios nacionales que se beneficiaban de dicha práctica y que
muestran que la actividad es toda una mafia organizada. No solo el
gobierno está recuperando dinero, también se están sentando las bases de la lucha contra la corrupción, por lo que el robo de combustible está ahora clasificado como delito grave.
En
materia de (in)seguridad no ha habido cambios y las inercias
permanecen, lo cual fue reconocido por López Obrador. Para enfrentar
esta violencia, se aprobó por unanimidad en el Senado y con un solo voto
en contra en la Cámara de Diputados la instauración de una Guardia Nacional. La totalidad de los 32 congresos estatales y el de la Ciudad de México también dieron luz verde a la reforma constitucional
que crea esta institución, algo que no ocurría para una reforma
constitucional desde la reforma electoral de 1996, que fue la que
permitió que el PRI perdiera la mayoría absoluta del Congreso y la
alternancia partidista en el 2000. Ese es el consenso que ha generado la
Guardia Nacional, que pudiera ser la última oportunidad de vivir en un
México en paz.
En el plano internacional se logró mantener la dignidad y soberanía del país
frente al conflicto en Venezuela, gracias a los principios de no
intervención y de resolución pacífica de los conflictos, enmarcados en
la Doctrina Estrada.
Mientras que la mayoría de los países del continente americano y los
europeos se fueron en una cargada en favor del reconocimiento de Juan
Guaidó, el tiempo le dio la razón a México (y a
Uruguay): que apoyar a Guaidó era apoyar el intervencionismo
estadounidense y que la situación en Venezuela debe ser resuelta por los
propios venezolanos. Decisión difícil al principio por las presiones
sufridas, pero muy acertada al final.
Como ningún
gobierno es perfecto, hay cosas que también pueden ser criticadas,
sobre todo al inicio de un cambio de régimen. La primera es que la
administración pública no va al mismo ritmo que marca
López Obrador. Esto es porque hay muchos funcionarios que siguen
defendiendo privilegios anteriores y que buscan entorpecer a propósito
disposiciones del nuevo gobierno como la Ley de Austeridad y todo lo que
eso conlleva. En casos extremos, la corrupción que está debajo de la
alfombra lleva tiempo en salir y algunos servidores públicos de dudosas
trayectorias marchan de un lugar a otro, donde buscan pasar
desapercibidos tanto como sea posible. Tarde o temprano estas cosas se
solucionaran, pero en el momento generan un poco de caos y lentitud en el gobierno.
Todo mundo ha señalado al elefante en el cuarto de la administración
pública que es el régimen de corrupción y privilegios, pero ese elefante
es testarudo y reumático, y para que abandone el salón llevará un poco
más de los cien días.
Otra cosa es que el gobierno tiene una relación ambivalente con megaproyectos
que pudieran atentar contra la ecología. Por una parte ha cancelado el
NAIM y el proyecto minero de Los Cardones en Baja California, pero por
otra mantiene, a pesar de las críticas y dudas, el proyecto de la
termoeléctrica en Morelos y el emblemático Tren Maya que cruzara la
península de Yucatán. Ambos proyectos parece tener puntos a favor en
torno a lo económico, pero generan antagonismo por los daños ecológicos que pueden causar.
En este tema debe haber una mayor reflexión, de lo contrario el
gobierno de López Obrador podría caer en errores en que incurrieron
otros gobiernos de izquierda (como la Bolivia de Evo o el Brasil de
Lula), que siguen considerando la explotación en exceso de los recursos
naturales como una fuente válida para allegarse recursos, sin cuestionar
más profundamente la relación economía-ecología, que cada vez se
muestra como más necesaria y vital para la sostenibilidad.
De
igual manera, la izquierda progresista y el movimiento feminista
demandan acciones de mayor calado. Los feminicidios en México exigen una
política pública enfocada concretamente en la problemática y que no
quede como otra cuestión más de seguridad pública. Por otra parte, la criminalización del aborto
en el estado de Nuevo León significó un paso para atrás en el derecho a
decidir de las mujeres. La reciente elección de Yazmín Esquivel como
ministra de la Suprema Corte genera inquietudes justificadas por su
posición contra el aborto y las adopciones homoparentales. En estos
temas México no debe retroceder en los derechos
adquiridos, al contrario, debería dar un paso adelante y consagrarlos
constitucionalmente como parte fundamental de los derechos humanos en el
siglo XXI.
A pesar de que el nuevo régimen no acaba por nacer y el viejo no termina por morir, al inicio de este nuevo gobierno hay más claros que oscuros
que prometen buenas cosas en el futuro, de estos positivos emana la
aprobación del 80 %. Los ciudadanos debemos tener paciencia en las cosas
que toman tiempo; en las que estamos de acuerdo, brindar apoyo, porque
los viejos actores no cederán privilegios y corruptelas por motu propio;
y en las que estemos en desacuerdo, demandar debates y discusiones
públicas profundas que permitan exponer las razones del descontento.
@BuenrostrJavier
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