Una mañana de sol en Xochimilco
Adolfo Gilly
Compañeros y colegas de la UAM Xochimilco, compañeros de #YoSoy132,
compañeros todos, agradezco la invitación para estar con ustedes y con nuestra
compañera Camila Vallejo, flor de copihue que Chile nos mandó.
Veo desde aquí una, dos, muchas caras conocidas, aunque las mire por primera
vez. Está aquí el 132, la misma y el mismo estudiantes de siempre. Regresan a la
cita, puntuales, cuando menos se piensa, cuando nadie los espera, cuando se les
ocurre; y aparecen y les desordenan todo a Ellos; y Ellos creen que el
estudiante volvedor no sabe qué quiere. Pero sí sabe, sí quiere, quiere en todos
los sentidos de la palabra
quiere, y lo dice con el lenguaje propio que en cada generación es diferente, y por eso es el mismo y cada vez a Ellos los toma por sorpresa.
Pero primero quiero mencionar aquí a tres compañeros que, estoy seguro, deben
estar escondidos entre ustedes: don Pablo González Casanova, el rector que nos
heredó el 68 y que aquí sigue, terco en nuestras causas; el filósofo Luis
Villoro, de quien tanto aprendimos en los libros, en la vida y en la lealtad a
las personas y a las ideas; la comandante Esther, que en el inicio de
este siglo reclamó en el Congreso de la Unión el respeto a los acuerdos de San
Andrés. Hasta hoy los poderes del Estado siguen faltando a la palabra y a la
firma empeñadas.
Vengo de lejos y por eso agradezco tanto estar aquí. Estuve en el 64 en tu
país, Camila, con Salvador Allende, cuando nacía la gran esperanza que maduró en
1970. Estuve en el 68 aquí, en Lecumberri, cuando Gustavo Díaz Ordaz, el cruel
presidente que nos trajo el PRI, masacró en Tlatelolco a esa misma esperanza,
entonces mexicana.
Estamos ahora aquí, en la UAM Xochimilco, gracias a ustedes, los innumerables
132 nacidos en la Ibero cuando Enrique Peña Nieto creía que nadie se
acordaba de sus crímenes contra Atenco.
Estamos para ver si entre todos logramos detener el regreso de esa infamia de
hombres apaleados, jóvenes asesinados y encarcelados, mujeres humilladas y
violadas que ese gobernante desató en Atenco, con la participación y el apoyo
directo del presidente Vicente Fox, el de
yo no fui, el
¿yo por qué?, el
comes y te vas, el que hoy nos dice
votas y te vas.
Estamos para tratar, entre todos, de derribar las paredes de esta casa de
horrores en que han convertido a México los dueños del dinero, los dueños del
poder y sus sirvientes, los muy siniestros dueños de la televisión.
Estamos para impedir que llegue al poder ese señor que en la Ibero
reivindicó sus hazañas en Atenco y prometió, si lo eligen presidente, repetirlas
en todo México y ahora además traer un jefe policial desde Colombia: imagínense
ustedes.
El cómo lograrlo no se alcanza sólo en las urnas, aunque importe votar para
contribuir a detenerlo. Pero no basta, ustedes bien lo saben, porque para eso y
por eso desbarataron ustedes el desvaído paisaje de la campaña electoral, hasta
que los estudiantes irrumpieron. Tenemos que mantener la frescura, la invención
y el desorden, las preguntas molestas, los temas que candidatos y partidos
callan, las verdades que en los debates no se dicen para no perder votos o no
malquistarse con los poderosos.
Se trata de seguir diciendo la verdad de esta elección. No para tranquilizar
a los señores del dinero y del orden, que de eso ya se encargan otros, sino para
dar voz, razones y esperanzas a los que no aguantan más; a los ofendidos y
humillados; a los que trabajan mucho y ganan muy poco; a quienes no encuentran
puesto de trabajo ni lugar de estudio; a los que buscan a sus miles y miles de
desaparecidos y a los que lloran a sus decenas de miles de muertos por la
violencia, a los que no son escuchados en los juzgados y los ministerios
públicos y no tienen voz en la televisión ni en los debates, al México inmenso
que hoy sufre como nunca imaginó que sufriría.
La verdad de esta elección, para quienes entre ustedes voten o no voten, no
está en los que gobiernen antes o después, en los gobernadores y los senadores,
en los alcaldes y regidores. Está en nosotros, en las universidades y en las
escuelas y en los trabajaderos, en Chiapas y en Oaxaca, en La Parota y en
Ayotzinapa, en Cherán y en Wirikuta, en Chihuahua y en Durango, en esta nuestra
gran ciudad, allí donde muchas voces digan y repitan:
Aquí estoy, yo también soy 132.
Nuestro voto puede servir ante todo para impedir el regreso del PRI, como el
voto en Perú sirvió para impedir el retorno del horror de Fujimori, aunque hoy
Humala no cumpla sus promesas. Pero también puede servir el movimiento para dar
el color del voto y la elección. Lo que viene después, en Perú como en Chile
como en México, depende de ustedes y de todos nosotros. Aquellos que gobiernen,
quienes sean que nos toquen, no nos sacarán de en medio, no nos moverán, ahora y
por los años de los años. Por eso hemos vuelto hoy desde el 68 mexicano y el 70
chileno, y desde mucho antes, y también desde ayer hasta esta hermosa mañana de
sol en Xochimilco.
¡Salud y libertad, querida Camila! ¡Viva por siempre Salvador Allende! ¡Viva
Chile, mierda! ¡Viva México!
Posdata:
Después de concluir, el orador desde el estrado dijo a los
estudiantes: “Para saber de una elección, antes de ir al IFE o al debate
escuchen por YouTube a Javier Krahe y Joaquín Sabina cantando Cuervo
ingenuo, dedicada al español Felipe González. Se van a reír, lo prometo”.
El enlace es http://www.youtube.com/watch?v=fpovae50wc
No hay comentarios:
Publicar un comentario