sábado, 16 de junio de 2012

Una mañana de sol en Xochimilco
Adolfo Gilly
Compañeros y colegas de la UAM Xochimilco, compañeros de #YoSoy132, compañeros todos, agradezco la invitación para estar con ustedes y con nuestra compañera Camila Vallejo, flor de copihue que Chile nos mandó.
Veo desde aquí una, dos, muchas caras conocidas, aunque las mire por primera vez. Está aquí el 132, la misma y el mismo estudiantes de siempre. Regresan a la cita, puntuales, cuando menos se piensa, cuando nadie los espera, cuando se les ocurre; y aparecen y les desordenan todo a Ellos; y Ellos creen que el estudiante volvedor no sabe qué quiere. Pero sí sabe, sí quiere, quiere en todos los sentidos de la palabra quiere, y lo dice con el lenguaje propio que en cada generación es diferente, y por eso es el mismo y cada vez a Ellos los toma por sorpresa.
Pero primero quiero mencionar aquí a tres compañeros que, estoy seguro, deben estar escondidos entre ustedes: don Pablo González Casanova, el rector que nos heredó el 68 y que aquí sigue, terco en nuestras causas; el filósofo Luis Villoro, de quien tanto aprendimos en los libros, en la vida y en la lealtad a las personas y a las ideas; la comandante Esther, que en el inicio de este siglo reclamó en el Congreso de la Unión el respeto a los acuerdos de San Andrés. Hasta hoy los poderes del Estado siguen faltando a la palabra y a la firma empeñadas.
Vengo de lejos y por eso agradezco tanto estar aquí. Estuve en el 64 en tu país, Camila, con Salvador Allende, cuando nacía la gran esperanza que maduró en 1970. Estuve en el 68 aquí, en Lecumberri, cuando Gustavo Díaz Ordaz, el cruel presidente que nos trajo el PRI, masacró en Tlatelolco a esa misma esperanza, entonces mexicana.
Estamos ahora aquí, en la UAM Xochimilco, gracias a ustedes, los innumerables 132 nacidos en la Ibero cuando Enrique Peña Nieto creía que nadie se acordaba de sus crímenes contra Atenco.
Estamos para ver si entre todos logramos detener el regreso de esa infamia de hombres apaleados, jóvenes asesinados y encarcelados, mujeres humilladas y violadas que ese gobernante desató en Atenco, con la participación y el apoyo directo del presidente Vicente Fox, el de yo no fui, el ¿yo por qué?, el comes y te vas, el que hoy nos dice votas y te vas.
Estamos para tratar, entre todos, de derribar las paredes de esta casa de horrores en que han convertido a México los dueños del dinero, los dueños del poder y sus sirvientes, los muy siniestros dueños de la televisión.
Estamos para impedir que llegue al poder ese señor que en la Ibero reivindicó sus hazañas en Atenco y prometió, si lo eligen presidente, repetirlas en todo México y ahora además traer un jefe policial desde Colombia: imagínense ustedes.
El cómo lograrlo no se alcanza sólo en las urnas, aunque importe votar para contribuir a detenerlo. Pero no basta, ustedes bien lo saben, porque para eso y por eso desbarataron ustedes el desvaído paisaje de la campaña electoral, hasta que los estudiantes irrumpieron. Tenemos que mantener la frescura, la invención y el desorden, las preguntas molestas, los temas que candidatos y partidos callan, las verdades que en los debates no se dicen para no perder votos o no malquistarse con los poderosos.
Se trata de seguir diciendo la verdad de esta elección. No para tranquilizar a los señores del dinero y del orden, que de eso ya se encargan otros, sino para dar voz, razones y esperanzas a los que no aguantan más; a los ofendidos y humillados; a los que trabajan mucho y ganan muy poco; a quienes no encuentran puesto de trabajo ni lugar de estudio; a los que buscan a sus miles y miles de desaparecidos y a los que lloran a sus decenas de miles de muertos por la violencia, a los que no son escuchados en los juzgados y los ministerios públicos y no tienen voz en la televisión ni en los debates, al México inmenso que hoy sufre como nunca imaginó que sufriría.
La verdad de esta elección, para quienes entre ustedes voten o no voten, no está en los que gobiernen antes o después, en los gobernadores y los senadores, en los alcaldes y regidores. Está en nosotros, en las universidades y en las escuelas y en los trabajaderos, en Chiapas y en Oaxaca, en La Parota y en Ayotzinapa, en Cherán y en Wirikuta, en Chihuahua y en Durango, en esta nuestra gran ciudad, allí donde muchas voces digan y repitan: Aquí estoy, yo también soy 132.
Nuestro voto puede servir ante todo para impedir el regreso del PRI, como el voto en Perú sirvió para impedir el retorno del horror de Fujimori, aunque hoy Humala no cumpla sus promesas. Pero también puede servir el movimiento para dar el color del voto y la elección. Lo que viene después, en Perú como en Chile como en México, depende de ustedes y de todos nosotros. Aquellos que gobiernen, quienes sean que nos toquen, no nos sacarán de en medio, no nos moverán, ahora y por los años de los años. Por eso hemos vuelto hoy desde el 68 mexicano y el 70 chileno, y desde mucho antes, y también desde ayer hasta esta hermosa mañana de sol en Xochimilco.
¡Salud y libertad, querida Camila! ¡Viva por siempre Salvador Allende! ¡Viva Chile, mierda! ¡Viva México!
Posdata:
Después de concluir, el orador desde el estrado dijo a los estudiantes: “Para saber de una elección, antes de ir al IFE o al debate escuchen por YouTube a Javier Krahe y Joaquín Sabina cantando Cuervo ingenuo, dedicada al español Felipe González. Se van a reír, lo prometo”. El enlace es http://www.youtube.com/watch?v=fpovae50wc

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