Tenues líneas rojasrusas en Siria; Arabia Saudita y Egipto: incertidumbre sucesoria y electoral
Alfredo Jalife-Rahme
Peregrinos chiítas reunidos frente al sepulcro del imán
Moussa al Kadhim, en Bagdad, el sábado 16, para conmemorar el aniversario de su
muerteFoto Reuters
Son tiempos de
desglobalizacióny de fracturas sectarias, así como de creativos
regionalismos(v. gr. Unasur, con cuyo flamante presidente Alí Rodríguez me reuniré la semana entrante en Sudamérica).
Lamentablemente el mundo árabe se encuentra fracturado en su núcleo
ideológico/nacionalista (Siria), poblacional/militar (Egipto) y petrolero
(Arabia Saudita).
Se despliega una ominosa guerra
civilreligiosa entre sunitas y chiítas que no se atreve a pronunciar su nombre en seis puntos ultrasensibles: Yemen (defenestración del dictador Alí Abdalá, sustituido por el vicepresidente, de acuerdo con el plan qatarí-saudita con bendición de Estados Unidos/OTAN), Líbano (al borde de la protobalcanización), Siria (la nueva fractura tectónica geopolítica regional y global), Irak (balcanizada de facto en tres provincias etnoreligiosas), Bahrein (intervención militar de las seis petromonarquías sunitas encabezadas por Arabia Saudita para someter la revuelta de la mayoría poblacional chiíta aliada a Irán), y Arabia Saudita, país de mayoría apabullante sunita, que Alá ha deseado que su región oriental, donde se encuentran sus mayores reservas de petróleo, esté en manos de su minoría chiíta.
No existe región alguna del mundo árabe que escape a la perniciosa
confrontación entre sunitas y chiítas –lo cual, en última instancia, favorece la
agenda balcanizadora de Estados Unidos/Gran Bretaña/OTAN/Israel–. Según PressTV
(19/6/12),
los rebeldes sirios han recibido armas israelíes (¡súper sic!) para derrocar al régimende Bashar Assad.
Atroz espectáculo para quienes anhelamos el diálogo de civilizaciones, a
escala global, y la unidad árabe (hoy atomizada) en coexistencia pacífica con el
ascenso (mejor dicho, retorno milenario) de dos nuevas potencias regionales no
árabes: Turquía (sunita) e Irán (chiíta).
Los conflictos específicamente locales se han desparramado al ámbito
regional, mientras en unos sitios exquisitos, como Siria, las turbulencias han
atraído a las tres grandes superpotencias geoestratégicas (Estados Unidos, Rusia
y China) y donde Moscú, en la nueva etapa más vigorosa de Vlady Putin, ha
definido sus
líneas rojas(apuntalada por China).
Thierry Meyssan, director galo de Réseau Voltaire (12/6/12), ha sido de los
pocos analistas en entender los alcances globales de las confrontaciones locales
y/o regionales desde Siria hasta Irán.
Aquí no hay cabida para maniqueísmos lineales de la podredumbre
epistemológica del seudoanálisis occidentaloide que ignora y/o desconoce los
matices y las sutilezas del gran Medio Oriente.
Nos encontramos de lleno en la hipercomplejidad no lineal de variables
múltiples.
Aquí no hay
buenos(quienes siempre propagandísticamente están con Estados Unidos /OTAN/Israel) ni
malos(los aliados de los BRICS/Irán), sino intereses primarios de supervivencia geopolítica delimitados por los trazados del incipiente nuevo orden multipolar.
Cada nuevo orden mundial traza sus cartografías geopolíticas. Ayer fue el
trazado esquizofrénico de Sykes-Picot. Hoy, el
gran Medio Orientees codiciado, a través de aliados interpósitos locales/regionales, por Estados Unidos /OTAN/G-7/Israel en plena ofensiva, ante lo cual el Grupo de Shanghai/BRICS ha pasado a la obligada contraofensiva.
Como adelanté (ver Bajo la Lupa, 10 y 17/6/12):
La reunión Obama-Putin constituirá la parte trascendental de la insulsa cumbre multilateraldel G-20 (…)
No es improbable que Estados Unidos y Rusia delimiten sus respectivas esferas de influencia en el gran Medio Oriente.
Veronika Krasheninnikova (
Plan Los Cabos para Siria: usar a Rusia para deponer a Assad, Russia Today, 19/6/12) aduce que
Estados Unidos está persuadiendo activamente a Rusia para que apoye a Occidente a deponer los regímenes que Washington desea. De ser así, ergo las
líneas rojastrazadas por el Kremlin se descolorarían, lo cual, a mi juicio, comportaría como corolario algunos trueques sustanciales favorables a Moscú para que la caída del régimen sirio sea digerible: ¿abolición del escudo misilístico de Estados Unidos? ¿Apoyo al proyecto nuclear iraní?
Según Financial Times (18/6/12), Obama y Putin se pusieron de
acuerdo para la
transición política a un sistema político democrático y plural en Siria. ¿Bye bye Bashar?
En el peor momento coyuntural ocurrió el deceso del príncipe heredero saudí
Nayef (79 años), cuando Arabia Saudita se encuentra enfrascada en varias
intervenciones: Yemen, Líbano, Siria, Irak y Bahrein, frente a lo que tildan de
irredentismo jomeinista.
De todo lo que leí sobre la sucesión en Arabia Saudita, me llamó la atención
la opinión de Zayd al-Isa (experto de nacionalidad
británicay de origen
iraquí) que cita DeDefensa (19/6/12), think tank europeo:
Nayef fue uno de los cerebros para enviar tropas sauditas a invadir Bahrein(…) y jugó un rol primordial para
desmantelar el proceso político en Irak. Lo relevante:
deja un vacío de poder muy difícil de llenaren medio de la lucha por el poder entre varios príncipes, y considera que
la situación ahora es muy volátil y precaria.
El príncipe Nayef jugaba un papel pivote por su responsabilidad de la
seguridad al interior y al exterior del reino.
El rey Abdalá (87años) nombró heredero a su medio hermano, el príncipe Salman
(76 años): último del linaje de los
siete Sudairi, el cual conforma un poderoso bloque que controla defensa y seguridad (Financial Times, 18/6/12).
En Egipto, el país más fuerte (desde el punto de vista militar) y el más
poblado del mundo árabe, la poderosa junta militar realiza su enésimo golpe
militar desde la defenestración del sátrapa Hosni Mubarak, hoy en agonía.
No se anuncia aún al vencedor de la elección presidencial entre Mohamed
Morsi, candidato de los poderosos Hermanos Musulmanes, y Ahmed Shafik, favorito
de los militares: ambos reclaman el triunfo, que solamente puede descolgar
uno.
Los Hermanos Musulmanes acaban de sufrir un
golpesevero con la abolición del Parlamento (donde gozaban de mayoría) por una corte constitucional nombrada por el sátrapa Mubarak y con la flagrante bendición de la junta.
Los Hermanos Musulmanes han vuelto a llenar la legendaria plaza Tahrir para
defender su
democracia islámica.
No importa quién sea ungido triunfador, pero el verdadero vencedor, 16 meses
después de la defenestración de Mubarak, ha resultado la junta militar, que se
ha dado el lujo de propinar varios golpes de Estado secuenciales, ante el
sepulcral silencio
democráticode Estados Unidos y el G-20.
El periódico turco Hurriyet (19/6/12) sentencia que
los militares son los únicos triunfadores en la elección, al
haberse otorgado poderes apabullantes que restringen el poder del nuevo presidente.
La junta se ha arrogado el suprapoder de redactar la nueva Constitución:
con el Parlamento disuelto, los generales decretaron una constitución interina que les permite mantener el control del Estado y subordinar al presidente.
Caso insólito de una
democracia totalitariaen la que la junta se autonombra parlamento, asamblea constituyente,
controla el presupuesto y determina quién redacta la constitución permanente que define el futuro del país.
El rotativo Al-Masry Al-Youm, con el peculiar humor egipcio, tituló:
Los militares ceden el poder a los militares. ¿Para esto sirvió la revolución de Tahrir?
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