domingo, 17 de marzo de 2019

Soy inocente y llevo más de 16 años en prisión. ¿Cómo me reparan el daño?
Reyes Alpízar, el preso con más años de encarcelamiento preventivo en América Latina
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▲Reyes Alpízar Ortiz (izquierda) y Daniel García Rodríguez , presos con mayor número de años en prisión preventiva en América Latina.
Foto Sanjuana Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 17 de marzo de 2019
 
Reyes Alpízar Ortiz cuenta los días, las horas y los minutos que lleva en prisión preventiva sin haber cometido ningún delito: 5 mil 854 días, más de 16 años sin sentencia y sin el debido proceso.
Su caso es emblemático a escala internacional porque se ha convertido, junto a Daniel García Rodríguez, en los presos con mayor número de años en prisión preventiva de América Latina y en la violación más flagrante de la Constitución mexicana, la cual señala que la prisión preventiva no puede ser superior a dos años.
El Grupo de Detenciones Arbitrarias de la Organización de las Naciones Unidas determinó en el expediente 66/2017 que su detención y la de Daniel, tienen un carácter arbitrario y exigió su liberación inmediata, así como la reparación integral del daño. Mientras la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) admitió en su informe 68/17 su caso para su análisis de fondo.
Ambos, esperan ser beneficiados en el programa de liberación de presos políticos del nuevo gobierno. Sus casos forman parte de la lista de 368 personas que permanecen en la cárcel y esperan ser atendidos por la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero y la senadora Nestora Salgado, encargadas del estudio y revisión de los expedientes.
El 25 de octubre de 2002, Reyes Alpízar estaba esperando un autobús para ir a su casa cuando llegó un coche particular color gris con varios sujetos vestidos de civil que nunca se identificaron y lo subieron a un coche:
“Yo no sabía si era un secuestro. Me pusieron un lazo en las manos hacia atrás. Y uno me dijo: “Tu cabeza, hijo de tu pinche madre, tiene precio. No sabes con quién te metiste. Me llevaron a la calle Lerma a un puente peatonal al lado de un campo de futbol. Le marcaron al comandante El Jarocho y después llegaron dos unidades rotuladas de la Procuraduría de Justicia del Estado de México con personas uniformadas”, dice en entrevista con La Jornada.
Añade: Desde el primer momento que me detienen, yo les dije que era inocente. Me vendaron de la cabeza hacia la cintura con las manos esposadas en la espalda y me sentaron en una silla, ahí empezó la tortura. Es una etapa que he intentado olvidar por las pesadillas que aún tengo.
Uno de los policías le gritó: “A ver, hijo de la chingada, o no eres o tienes muchos huevos, cabrón. Pero no importa, aquí te vas a chingar y vas a cantar hasta Las Mañanitas”.
Reyes Alpízar dice que creyó que iba a morir: Me dieron una golpiza de muerte. Me pusieron bolsas de plástico en la cabeza, con amoniaco. Luego me llevaron a un hotel y sumergían mi cabeza en el excremento del baño. La tortura física y sicológica continuó durante muchos días.
En total, fue arraigado por 45 días en el hotel Hacienda de Tlalnepantla, un tiempo de tormento que nunca olvidará. Durante ese periodo sufrió golpes, descargas eléctricas en sus genitales, asfixia con bolsas de plástico, quemaduras, inyecciones y otros métodos para obligarlo a firmar su declaración de culpabilidad.
Los policías que lo torturaron le enseñaban unas hojas escritas y fue cuando por fin supo de qué lo acusaban, ya que fue detenido sin orden de aprehensión. Lo señalaban como el autor material del homicidio de la ex regidora María de los Ángeles Taméz Pérez de 28 años, asesinada por tres sujetos, el 5 de septiembre de 2002 de tres disparos, a unos metros de su casa en el municipio de Atizapán, luego de denunciar irregularidades cometidas por las autoridades municipales del gobierno del Partido Acción Nacional.
Nunca conocí a la regidora que asesinaron, ni a ninguna de las personas involucrados, ni tampoco a Daniel García, mucho menos a Juan Domínguez Zambrano. Ellos buscaron un chivo expiatorio. Me fabricaron el delito, fabricaron todo.
Sin debido proceso
Este caso y otros que han sido denunciados ante instancias de derechos humanos nacionales e internacionales como fabricados, se inscriben en el periodo del procurador del estado de México, Alfonso Navarrete Prida.
Reyes Alpízar fue detenido cuando tenías 35 años. La tortura obligó a sus verdugos a trasladarlo al Hospital Especializado en Traumatología. Ahí fue cuando los policías lo obligaron a firmar esas hojas sin leerlas, de lo contrario, matarían a su esposa y a su hija recién nacida.
Luego se enteró que el documento que firmó era su declaración fabricada por las propias autoridades que lo autoinculpaba, donde además refería haber acompañado a un tal Jaime Martínez Franco a cometer el asesinato de la regidora: Me preguntaban por Jaime Martínez Franco pero yo les decía que él estaba recluido en el penal de Tula, Hidalgo, y que tenía muchos años de no verlo. Me preguntaban por más gente que ni siquiera conocía.
El principal objetivo de la tortura y la declaración fabricada era que Reyes inculpara a Daniel García Rodríguez, que había sido detenido ocho meses antes, por haber supuestamente planificado dicho homicidio: Yo no conocía a Daniel, nunca en mi vida lo había visto.
Hasta ese momento, la acusación del asesinato de la regidora descansaba en Raúl Loyola Halagón, un testigo que denunció ante un juez también haber sido víctima de tortura por parte de los policías, lo que provocó que la versión oficial se les cayera.
La jueza de la causa, Martha Salgado Roman, cometió graves irregularidades durante años que han sido denunciadas. Luego mintió ante la CIDH cambiando el delito y la participación por la que fueron procesados. A Daniel García lo identificó como el autor material diciendo que disparó un arma contra la regidora, cuando en realidad en su casa penal 236/2016 está como autor intelectual.
A continuación el juez quinto de Tlalnepantla argumentó que las acusaciones de tortura recaían sobre el subprocurador de Justicia de Tlalnepantla y que contaba con fe pública, por lo que ignoró todas las denuncias de tortura, hasta que 10 años después un amparo se lo ordenó.
Todo es una mentira inverosímil. Según ellos yo fui por Jaime para sacarlo del penal de Tula, le dieron permiso de salir, vinimos a quitarle la vida a la regidora y luego regresamos a Jaime al penal y luego yo me vine a cotorrearla en donde no podía estar en Atizapán. Toda su versión fabricada es francamente estúpida.
Libertad inmediata
Reyes Alpízar de 52 años es artesano. Tiene nueve hijos cuya vida se ha perdido los pasados 17 años: Cuando llegué me quería morir. He vivido 22 motines y dos fugas. Este es un lugar muy incierto, ha habido matazones. Hoy está uno y mañana no sabemos donde vamos a amanecer. Es muy difícil. Acá todo vale. Una cebolla o un tomate vale siete pesos, una tortilla vale un peso. En la mañana si alcanzas tu bolillo qué bueno y si no, pues ni hablar. A mediodía tres tortillas unos frijolitos, pocos, con bastante agua y un pellejo de pollo o huevo en agua.
Añade: Daniel y yo estamos en prisión preventiva por un delito que no cometimos, por causa de la injusticia, de la impunidad. Vivimos en la incertidumbre. ¿Cómo nos reparan este daño que nos han hecho?.
Reyes se emociona cuando recuerda como su compañero de injusticia, Daniel, se ha convertido en su amigo y en el gran sostén emocional y jurídico en el penal de Barrientos. Su caso, ya fue denunciado en La Jornada https://www.jornada.com.mx/2018/03/ 11/politica/010n1pol: Él me anima y me dice, échale para adelante. Cuando llegué le dije que quería que me llevara la chingada porque nadie me creía. Pero él me ha ayudado a resistir esta vida tan dura. Es mi carnal.
Ambos están empeñados en demostrar su inocencia, exigen su liberación inmediata, una disculpa pública y la reparación del daño: Las instancias internacionales ya nos consideran víctimas del sistema, pero seguimos encarcelados, es lo más irónico.
Y concluye: “Lo primero que pienso hacer cuando salga es ir a visitar la tumba de mi madre. Ella me vio en el juzgado y me dijo que si no salía pronto no la iba a alcanzar. Mi mamá sabía que yo soy inocente y le dije: no sé cuándo voy a salir, pero algún día, en el nombre de Jesús.

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