domingo, 3 de marzo de 2019

Paraguay: Stroesnerista mantiene pobreza, desigualdad e injusticia

Escrito por  Arnaldo Musa/Cubasí
Juan Guaidó, a la izquierda, y el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez. La pobreza extrema en Paraguay es cuatro veces más alta que en la denostada Venezuela  
Juan Guaidó, a la izquierda, y el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez. La pobreza extrema en Paraguay es cuatro veces más alta que en la denostada Venezuela
Desde que Mario Abdo Ramírez, “fans” del dictador Alfredo Stroessner, asumió el poder, Paraguay sigue con sus altos índices de pobreza y la ampliación de la brecha entre ricos y pobreza, en la que Asunción, la capital, es su principal vitrina.

Ni qué decir de la política antivenezolana en la que sí es consecuente, teniendo un papel principal desde mucho antes de que el proimperialista Grupo de Lima siguiera los dictados de Washington para derribar por cualquier vía al Gobierno Bolivariano.

Pero hasta las agencias oficiales nada progresistas coinciden en aseverar que la pobreza extrema en Paraguay es cuatro veces más alta que en la denostada Venezuela, pero para los pobres paraguayos no hay ayuda humanitaria de algún tipo, ni impuesta, ni justicia social, ni “guarimbas” que alerten al efecto.

Se coincide en que es el país más pobre del sur del continente, superado en la región solo por Haití, quien también sufre de un gobierno vendido a los peores intereses del Imperio, enfilados todos contra Venezuela.

Pero veamos algunos índices de agencias denominadas neutrales, pero que sí respetan en ocasiones la objetividad de una situación, por lo grave que se presenta:

“El 28,8% de la población paraguaya vive en la pobreza, lo cual representa el 40% de la población infantil, unos 600 000 niños.

“Asunción, la capital de Paraguay reúne los dos extremos de la pirámide social del país el esplendor de los barrios ricos y la desolación de las barriadas pobres.

“En Paraguay, el rico es más rico y el pobre más pobre”

Todo acompañado con impactantes fotos, en las que se pueden apreciar el desalojo de familias enteras en zonas controladas por el latifundio, así como estantes vacíos de supermercados, mientras el régimen ataca constantemente en este sentido y sin razón al gobierno de Nicolás Maduro.

CONTRADICCIONES

Mario Abdo Ramírez ha tratado de demostrar que no tiene lazos con el estrosnerismo, a pesar de que su padre fue el fiel secretario del dictador, conocedor de todos sus tejemanejes y, posiblemente, de la larga lista de opositores a eliminar, no ha podido impedir que se le asocie al respecto, y en ello tiene que ver mucho con el estilo de mando, independientemente de que se haya rodeado de asesores que traten de darle una figura benevolente.

Así, se admite las grandes deficiencias en educación, y se ha elaborado un presupuesto más alto al efecto, pero que tiene graves manchas que hacen dudar de que disminuyan los altos índices de deserción escolar, superior al 40%.

Respecto al currículum escolar, el Ejecutivo dice que defenderá el "concepto de familia" que existe en "la Constitución" y que quieren "volcar en la educación".

Aunque dice que está "abierto al diálogo para encarar temas", como el alto nivel de embarazos de menores de edad, que alcanza el 20%, según datos oficiales, no aclaró si aceptaría el reclamo de numerosas asociaciones estudiantiles de incluir en la malla curricular la educación sexual.

Entre los desafíos que se plantea para el futuro, se admite deficiencias en la Justicia, al decir que "tiene mucho que mejorar" en cuestiones que tienen que ver con "la elección" de magistrados o la "conformación de la Corte Suprema", con el objetivo de hacer que "la Justicia esté más cerca de la gente".

Además, señaló que también hay problemas de "sistema" a mejorar, como el alto porcentaje (cerca del 70%, según admitió) de personas privadas de libertad sin condena.

En ese sentido, aseguró que el país necesita "fortalecer" sus instituciones en términos de "lucha frontal contra la corrupción, contra la impunidad, contra el narcotráfico y contra el crimen organizado".

Así, Mario Abdo Benítez busca posicionarse públicamente como un líder “con mano dura” para esconder el flaqueo de una administración “llevada por la inercia”. En lo que destaca la permisividad de la corrupción, ya endémica.

La obediencia de Abdo hacia organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ha conducido a una serie de políticas que no tienen buena acogida entre la población.

O sea, el cambio de presidente no significa que haya cambio de la economía, siempre favorable a la oligarquía y transnacionales extranjeras.
Y es que mientras se mantenga la estructura económica y el modelo de distribución del anterior gobierno de Horacio Cartes, la economía crecerá empobreciendo a las mayorías paraguayas.

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