martes, 12 de marzo de 2019

Bolívares venezolanos, foto archivo

La economía de Venezuela se puede salvar en dos o tres meses: estos son los pasos a tomar

CC BY-SA 2.0 / Jorge Andrés Paparoni / Fuertes y debiles en el mismo cambote
Economía
Existe una tendencia a creer que el principal problema económico de Venezuela es la hiperinflación, que en 2018 se contabilizaba en un porcentaje de millones, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero en realidad no todo es tan fácil.
A pesar del astronómico nivel de inflación, el principal problema en el país caribeño es la falta de dinero real en circulación y para estabilizar la economía nacional hay que evitar las medidas recomendadas por el FMI, explica a Sputnik el macroeconomista ruso Serguéi Blinov.
El experto especificó que se debe seguir otro camino para frenar la hiperinflación en Venezuela sin que ello afecte al crecimiento económico del país y dio unas recomendaciones que podrían estabilizar la situación económica en cuestión de meses.

El alto coste para la población

Según Blinov, la lucha contra la inflación no es la mejor opción, puesto que ello afecta a la población y al mismo tiempo lleva a la recesión económica del país sin garantizar resultados. Ello se debe ante todo a las medidas clásicas que se toman para frenar la inflación.
La lógica dicta que una excesiva cantidad de dinero en circulación disminuye su valor y hay que reducirla para frenar la inflación. No obstante, ello significa que la población acabará teniendo menos dinero y consecuentemente un menor poder adquisitivo.
Por consiguiente, se reducen las ventas de las compañías, y junto con ellas, disminuye la fabricación de productos. Ello puede incluso llevar a un aumento del paro, puesto que estos fabricantes empiezan a tener menos dinero para pagar a sus empleados al sacar menos productos porque no necesitan tanta mano de obra.
Todo esto lleva a una disminución del crecimiento económico del país, e incluso a la recesión. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió en Rusia entre 1992 y 1996: las medidas limitativas para frenar la inflación llevaron a una disminución del PIB en un 37% en este periodo de tiempo.    

Por lo cual, hace falta hacer lo contrario: aumentar la cantidad de dinero en circulación, explica el macroeconomista. De tal modo, se mantiene el poder adquisitivo de la población y el ritmo del crecimiento económico del país.
Para corroborar esta afirmación, Blinov ofrece varios ejemplos de la economía mundial donde algunos países lograron mantener el crecimiento económico en el contexto de la hiperinflación.
República de Weimar entre 1920 y 1924: a pesar de que los precios se multiplicaran por 42 en 1922, la producción creció por un 11,7%. Hubo una caída en 1923 cuando Francia ocupó la región de Ruhr y los precios se multiplicaron por 860 millones. No obstante, la producción ya empezó a crecer para mediados de 1924.
Argentina: en 1983 la inflación alcanzó un 344%, pero el PIB creció un 2,8%. Un año más tarde la inflación prácticamente se duplicó hasta 627% y el crecimiento del PIB se mantuvo en 2,6%.
Perú: A pesar de que en 1991 el nivel de la inflación estuvo en un 410% se registró un crecimiento del PIB por 2,6%.
Brasil: Entre 1985 y 1994 el país latinoamericano se enfrentaba a unos altos niveles de inflación y en ciertos años los precios crecieron de 20 a 30 veces. A pesar de ello, se registró una caída del PIB de 3,1% solo en 1990. Con ello, en 1985 y 1986 el crecimiento del producto interno bruto superó el 8%.

Vietnam: En el contexto de una inflación que superó el 400% en 1988, el crecimiento del PIB de este país asiático alcanzó un 7,4% en 1989.
Rusia: tras la suspensión de pagos y la devaluación que se produjeron en Rusia en 1998 la inflación vio un rápido crecimiento que no tardó en superar el 100%. Sin embargo, el PIB creció un 6,4% en 1999 y un 10% en 2000, superando incluso a China.
Blinov explica que todos estos países lograron superar la hiperinflación sin derrumbar su economía precisamente porque no disminuyeron la cantidad de dinero en circulación. Todo lo contrario, la aumentaron y mantuvieron así el poder adquisitivo de la población.    
El secreto consiste en que aumente la cantidad real del dinero: que este aumento se adelante a la inflación. Todos estos países lograron salir adelante precisamente porque lograron incrementar la cantidad de dinero en circulación a una gran velocidad.
"Si los precios aumentan un factor de 10, pero la cantidad de dinero que tiene un ciudadano aumenta un factor de 15, la inflación no supone un problema", opina Blinov.

¿Cómo estabilizar los precios?

Para combatir la hiperinflación es de vital importancia estabilizar los precios en el mercado interno. Para ello es necesario que aumente el atractivo de la moneda nacional a ojos de la población, explica el macroeconomista.
Una de las cosas que la población debería poder hacer, es guardar ahorros en bolívares, lo cual es prácticamente imposible cuando la inflación es tan alta. Para solucionar este problema hay que tomar dos medidas.
La primera de ellas es proporcionar una tasa de cambio flexible entre el bolívar venezolano y alguna moneda estable. La segunda consiste en proporcionar datos oficiales y reales sobre la inflación.
En cuanto se adopten estas dos medidas, las autoridades podrán proceder a emitir bonos gubernamentales que estén protegidos contra la devaluación, agrega Blinov.

Tipos de interés del Banco Central

El macroeconomista afirma también que uno de los aspectos cruciales que hace falta tener en mente son los tipos de interés, o mejor dicho, que los tipos de interés reales no sean negativos.  
Un ejemplo de ello es el caso de Rusia entre 1992 y 1995. A pesar de que los tipos de interés eran muy altos y rondaban el 200% anual, en realidad eran negativos debido a la fuerte inflación.
Por lo cual, el Banco Central de Venezuela debe incrementar el tipo de descuento para que gradualmente los tipos reales se hagan positivos.
En caso de que se adopten las medidas propuestas, los precios deberían estabilizarse en cuestión de unos pocos meses, en particular, en dos o tres, concluye el macroeconomista.

No hay comentarios: