Despertar en la IV República
Felicidad y política
José Agustín Ortiz Pinchetti
Existen distintas
maneras de calificar el desempeño de los gobiernos. Entre las más
conocidas se encuentran aquellas que toman como base únicamente el
aumento y la disminución del producto interno bruto (PIB). Según la
movilidad de este indicador, será la calificación de los gobiernos. Sin
embargo, desde hace algunos años se ha propuesto sumar a los
instrumentos basados en el PIB otros indicadores para medir el éxito de
las naciones y los gobiernos, y así entender mejor los aspectos sociales
que no se pueden apreciar por las estadísticas económicas.
Amartya Sen, premio Nobel de Economía, propuso tomar en cuenta otros
indicadores: la felicidad, la calidad de vida y la distribución de los
ingresos. En relación con la felicidad, México se encuentra en una
posición muy positiva, ocupa el lugar número 24 de una lista de 156
países dentro del Reporte de la Felicidad elaborado por la Red para el
Desarrollo Sostenible de la ONU. ¿Cuál es el fundamento de esa
felicidad? Exploremos un poco:
Los sondeos que intentan medir la felicidad de los mexicanos son
novedosos en nuestro país. Apenas hace unos días el Inegi publicó dentro
de la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor el módulo de
bienestar autorreportado (BIARE). La satisfacción con la vida es muy
positiva. En una escala de 0 a 10, en la que 10 corresponde a muy
satisfecho, los mexicanos tienen una calificación de 8.4 de la vida en
general. En México se valora más la vida privada y mucho menos lo que
concierne al ámbito de la política. Los espacios mejor evaluados son las
relaciones personales (8.8), la actividad u ocupación (8.6) y la
vivienda (8.6). Además, los mexicanos tienen una muy positiva idea de
las perspectivas a futuro (8.3). Respecto de temas que corresponden a la
esfera pública, la evaluación de los mexicanos es mucho menor, ya que
su satisfacción con el país (6.9) y con la seguridad ciudadana (5.4) fue
la peor evaluada.
¿Una explicación? Miguel Basáñez la da al incluir a México dentro de
las culturas del disfrute frente a la cultura del éxito de los
estadunidenses. Señala el ex embajador que pese a las duras condiciones
de vida de nuestra cultura (económicas, laborales, de inseguridad) las
personas buscan un disfrute mayor en sus circunstancias cotidianas. Tal
parece que frente a la cultura del éxito proponemos otra vía; si la
felicidad es el propósito sensato de la vida humana, nosotros tenemos la
razón. ( Colaboró: Mario A. Domínguez.)
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