viernes, 22 de marzo de 2019

Altos del Golán: Trump impulsa el robo
A
cuatro días de que el premier israelí, Benjamin Netanyahu, visite Estados Unidos, el presidente Donald Trump se manifestó –por medio de su canal habitual: Twitter– a favor de reconocer la soberanía de Tel Aviv sobre los Altos del Golán, territorio sirio anexado de manera ilegal por Israel tras la Guerra de los Seis Días (1967). Apenas en noviembre pasado se llevó a cabo una votación en la Organización de Naciones Unidas para refrendar la nulidad y la carencia de cualquier valor jurídico de dicha anexión, y por primera vez el gobierno estadunidense votó en contra. El resto de las naciones del mundo, con la excepción del propio Israel, votó a favor.
El más reciente dislate del ex presentador de televisión devenido jefe de Estado sienta un precedente nefasto para la estabilidad y la legalidad mundial porque legitima el uso de la fuerza para el despojo territorial y el botín territorial. Para aquilatar lo impresentable de esta postura, baste con señalar que en la perspectiva abierta por Trump, la invasión y ocupación de Kuwait por Irak en 1990 le habría dado al régimen de Saddam Hussein la soberanía sobre la pequeña, pero inmensamente rica nación, y Estados Unidos no habría tenido razón en lanzar la devastadora Guerra del Golfo para liberar al emirato petrolero.
La temeraria irresponsabilidad del magnate, de consecuencias potencialmente catastróficas para Medio Oriente, debe leerse como una más de sus ya típicas maniobras electoreras, en este caso como un regalo a su aliado y gemelo ideológico. En efecto, el mes entrante Israel celebrará elecciones parlamentarias anticipadas a las que Netanyahu se ve obligado a concurrir por la ruptura en su alianza gubernamental, y para las que en las últimas semanas han surgido desafíos políticos –incluidas acusaciones sólidas por corrupción contra el primer ministro– que amenazan la continuidad de la coalición de derechas y ultraderechas que gobiernan en Tel Aviv.
Una implicación adicional de este gesto es que abre la puerta a un posterior reconocimiento de las anexiones de facto que Israel ha perpetrado de buena parte de Cisjordania y la Jerusalén oriental (Palestina), lo que significaría la consumación del despojo más brutal de territorio a una nación en la historia moderna.
Así, la frágil estabilidad regional y mundial es puesta en jaque por un burdo intento de influenciar al electorado israelí a favor del sionismo recalcitrante, a la vez que Trump complace a los sectores islamófobos de su propia base militante.
La comunidad internacional tendría que considerar inaceptable esta maniobra y condenar en los términos más enérgicos esta suplantación de los principios de la convivencia global por el intercambio de favores entre élites reaccionarias y belicistas.

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