Reforma Retro en México
Peña Nieto y las compañías partidistas de teatro que le acompañan han creído posible lanzar el reto máximo, en busca de modificar la Constitución para hacer plenas las promesas de apertura a capitales privados, aunque no se venda ni un ya mítico "tornillo" de Pemex.
La Bolsa Mexicana de Rumores Petroleros se movió ayer (martes) al alza en cuanto a versiones de que un jeque sexenal ha decidido apostar su capital en favor de reformas constitucionales que sabidamente pueden multiplicar anunciadas variaciones sociales en contra.
Miembros de la corte de los tres colores y sus aliados variopintos expresaron a lo largo de este martes su convicción (supuestamente revelada de primera mano por parte de arcángeles privatizadores absolutamente confiables, cuando menos en ese terreno de las compraventas) de que la sacra letra constitucional referente a asuntos energéticos habrá de ser modificada para cumplir con promesas hechas a príncipes extranjeros y en particular al reinado vecino, el de las barras, las estrellas y los barriles de petróleo.
El suspenso oficial fue mantenido por el primer actor nacional, quien reapareció ante cámaras (es decir, las mediáticas, no las legislativas) para dar prueba de que una tiroidea operación fue tan exitosa que él ya está de nuevo en plena brega política, con una voz ligeramente más grave, a juicio de este astillador sónico, con un rostro restablecido (¿así se dice?) y con propuestas de mejoría fiscal para pequeños y medianos empresarios.
El licenciado en jefe seleccionó para su vuelta a los foros un escenario significativo, el de los emprendedores, es decir, los empresarios. Así como los huracanes reciben nombres para diferenciarlos, ciertas etapas históricas toman denominaciones azarosas. En este caso, Enrique Peña Nieto ha declarado el inicio de la temporada de los emprendedores, con acompañamiento musical de las bandas de viento del sol azteca y del PAN actualmente con poca levadura. Creyéndose solista con derecho a pararse altivo a mitad del foro, el percusionista mexiquense César Camacho ha intentado la ejecución de un pasaje chusco, a la vez que provocativo, denominado "Saldremos a las calles".
A fin de cuentas, el misterio por todos tan conocido sigue guardado en un cofre bajo presuntas siete llaves de las que muchos aseguran tener copias. El primer desenlace no se dará formalmente hoy, como mucho se había especulado sino, en todo caso, mañana, en una especie de posposición cronológica que es explicada por oficiosos como un esfuerzo final por dar detalles impecables a la obra en curso. Entre otras cosas, se ha procurado dar un barniz de oportunismo nostálgico (vintage político, telenovela de época) al proceso de cesión de la renta petrolera nacional a firmas privadas, ya sean nativas o foráneas, con especial acento en éstas.
El toque retro consiste en la utilización restaurada de parte del empapelado jurídico que en circunstancias específicas planteó el general Cárdenas en las horas difíciles de la retoma de la riqueza petrolera frente a retadoras potencias expropiadas no de lo que constitucionalmente ha pertenecido a la nación sino de instalaciones y otros haberes de superficie. Contentísimos de haber encontrado una presunta justificación para regresar a los antiguos poseedores de la riqueza petrolera mexicana lo que en 1938 les fue retirado, los neocardenistas de ocasión podrían más delante volverse neojuaristas a la hora de ceder paso, territorio y mando a tropas gringas en México conforme al fallido tratado Mc Lane-Ocampo. Todo cabe en un oportunismo histórico, sabiéndolo acomodar.
En todo caso, Peña Nieto y las compañías partidistas de teatro que le acompañan en esta escenificación han creído posible lanzar el reto máximo, en busca de modificar la Constitución para hacer plenas las promesas de apertura a capitales privados en el proceso de apropiación de las ganancias, aunque no se venda ni un ya mítico "tornillo" de Pemex. Tal es la apuesta, "conciliando" las propuestas del PAN y del PRD y confiando en que se podrá sobrellevar y desviar la movilización social de protesta.
El México que está más allá de pactos y arreglos palaciegos sigue, en tanto, ardiendo. El último reducto de contención institucional, el de las fuerzas armadas (años atrás intocable, impasable, tajante) es sometido día tras día a un desgaste y a riesgos muy peligrosos, frente a policías comunitarios y ciudadanos que apoyan a estos cuerpos civiles e incluso han llegado al extremo de impedirles el paso, cercarlos, acusarlos y hostigarlos como se ha visto en Guerrero pero también en otras latitudes.
Hasta ahora, los militares han cumplido con la instrucción superior de no responder agresivamente ante hechos que en otras circunstancias podrían derivar en el uso de la fuerza castrense, con las armas oficiales por delante. Pero mantener enfrentados a civiles hartos de la violencia criminal y su protección oficial, y a soldados entrenados para responder fogosamente a insubordinaciones o desobediencias, es un escenario que con facilidad puede derivar en hechos violentos de consecuencias desastrosas.
Y sin embargo, se mueve (la letra constitucional, con todos los riesgos que añade a lo ya presente).
Y sin embargo, habrá protestas este 1º de septiembre, cuando comenzará el periodo ordinario de sesiones en el que se pretende aprobar lo energético y lo fiscal (protesta convocada por medio de redes sociales, de manera tan difusa como suelen ser estos llamados, con los riesgos sabidos en este tipo de movilizaciones que no van por lo partidista o lo tradicional y por ello abren posibilidades de crecimiento como se ha visto en otros países) y la del 8 de septiembre, en el Zócalo capitalino, con Andrés Manuel López Obrador como eje.
Fuente: http://bit.ly/15KKMnr
Miembros de la corte de los tres colores y sus aliados variopintos expresaron a lo largo de este martes su convicción (supuestamente revelada de primera mano por parte de arcángeles privatizadores absolutamente confiables, cuando menos en ese terreno de las compraventas) de que la sacra letra constitucional referente a asuntos energéticos habrá de ser modificada para cumplir con promesas hechas a príncipes extranjeros y en particular al reinado vecino, el de las barras, las estrellas y los barriles de petróleo.
El suspenso oficial fue mantenido por el primer actor nacional, quien reapareció ante cámaras (es decir, las mediáticas, no las legislativas) para dar prueba de que una tiroidea operación fue tan exitosa que él ya está de nuevo en plena brega política, con una voz ligeramente más grave, a juicio de este astillador sónico, con un rostro restablecido (¿así se dice?) y con propuestas de mejoría fiscal para pequeños y medianos empresarios.
El licenciado en jefe seleccionó para su vuelta a los foros un escenario significativo, el de los emprendedores, es decir, los empresarios. Así como los huracanes reciben nombres para diferenciarlos, ciertas etapas históricas toman denominaciones azarosas. En este caso, Enrique Peña Nieto ha declarado el inicio de la temporada de los emprendedores, con acompañamiento musical de las bandas de viento del sol azteca y del PAN actualmente con poca levadura. Creyéndose solista con derecho a pararse altivo a mitad del foro, el percusionista mexiquense César Camacho ha intentado la ejecución de un pasaje chusco, a la vez que provocativo, denominado "Saldremos a las calles".
A fin de cuentas, el misterio por todos tan conocido sigue guardado en un cofre bajo presuntas siete llaves de las que muchos aseguran tener copias. El primer desenlace no se dará formalmente hoy, como mucho se había especulado sino, en todo caso, mañana, en una especie de posposición cronológica que es explicada por oficiosos como un esfuerzo final por dar detalles impecables a la obra en curso. Entre otras cosas, se ha procurado dar un barniz de oportunismo nostálgico (vintage político, telenovela de época) al proceso de cesión de la renta petrolera nacional a firmas privadas, ya sean nativas o foráneas, con especial acento en éstas.
El toque retro consiste en la utilización restaurada de parte del empapelado jurídico que en circunstancias específicas planteó el general Cárdenas en las horas difíciles de la retoma de la riqueza petrolera frente a retadoras potencias expropiadas no de lo que constitucionalmente ha pertenecido a la nación sino de instalaciones y otros haberes de superficie. Contentísimos de haber encontrado una presunta justificación para regresar a los antiguos poseedores de la riqueza petrolera mexicana lo que en 1938 les fue retirado, los neocardenistas de ocasión podrían más delante volverse neojuaristas a la hora de ceder paso, territorio y mando a tropas gringas en México conforme al fallido tratado Mc Lane-Ocampo. Todo cabe en un oportunismo histórico, sabiéndolo acomodar.
En todo caso, Peña Nieto y las compañías partidistas de teatro que le acompañan en esta escenificación han creído posible lanzar el reto máximo, en busca de modificar la Constitución para hacer plenas las promesas de apertura a capitales privados en el proceso de apropiación de las ganancias, aunque no se venda ni un ya mítico "tornillo" de Pemex. Tal es la apuesta, "conciliando" las propuestas del PAN y del PRD y confiando en que se podrá sobrellevar y desviar la movilización social de protesta.
El México que está más allá de pactos y arreglos palaciegos sigue, en tanto, ardiendo. El último reducto de contención institucional, el de las fuerzas armadas (años atrás intocable, impasable, tajante) es sometido día tras día a un desgaste y a riesgos muy peligrosos, frente a policías comunitarios y ciudadanos que apoyan a estos cuerpos civiles e incluso han llegado al extremo de impedirles el paso, cercarlos, acusarlos y hostigarlos como se ha visto en Guerrero pero también en otras latitudes.
Hasta ahora, los militares han cumplido con la instrucción superior de no responder agresivamente ante hechos que en otras circunstancias podrían derivar en el uso de la fuerza castrense, con las armas oficiales por delante. Pero mantener enfrentados a civiles hartos de la violencia criminal y su protección oficial, y a soldados entrenados para responder fogosamente a insubordinaciones o desobediencias, es un escenario que con facilidad puede derivar en hechos violentos de consecuencias desastrosas.
Y sin embargo, se mueve (la letra constitucional, con todos los riesgos que añade a lo ya presente).
Y sin embargo, habrá protestas este 1º de septiembre, cuando comenzará el periodo ordinario de sesiones en el que se pretende aprobar lo energético y lo fiscal (protesta convocada por medio de redes sociales, de manera tan difusa como suelen ser estos llamados, con los riesgos sabidos en este tipo de movilizaciones que no van por lo partidista o lo tradicional y por ello abren posibilidades de crecimiento como se ha visto en otros países) y la del 8 de septiembre, en el Zócalo capitalino, con Andrés Manuel López Obrador como eje.
Fuente: http://bit.ly/15KKMnr
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