Puerto Rico agoniza 121 años bajo el yugo norteamericano
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REUTERS / Marco Bello
La
actual revuelta en Puerto Rico confirma lo que todos los gobernantes de
turno se olvidan apenas llegan al poder: no se puede jugar con los
intereses del pueblo, desafiarlo, despreciarlo, mentirle y hacerlo
sucumbir cada vez en mayor desigualdad y pobreza, como está pasando en
Borinquen, como se le llama también a este país.
"Qué será de Borinquen mi Dios querido, qué será de mis hijos y de mi hogar"('Lamento Borincano', Rafael Hernández)
Durante 12 días cientos miles de boricuas desbordaron las calles, no
solo de la capital San Juan, sino de todos los pueblos de la isla para
expresar su indignación acumulada por casos de corrupción revelada tras
la filtración de 889 páginas de chats
en Telegram entre el gobernador Ricardo Rosselló y los 11 principales
asesores y miembros del gabinete utilizando lenguaje soez, machista,
sexista, homofóbico y misógino contra sus opositores. Tal fue la cólera
de los boricuas, que su gobernador Ricky tuvo que ceder a la voluntad de su pueblo y renunciar a su cargo.
La actual revuelta popular de los puertorriqueños
superó las manifestaciones masivas del 2001, cuando los boricuas
invadieron las calles del país obligando al gobierno federal de EEUU a
ordenar la salida de los marinos de la isla-municipio de Vieques,
después de 60 años de permanencia en la isla Nena, convirtiendo aquel
paraíso en un desastre ecológico con alta incidencia de cáncer en sus
habitantes.
Sin embargo, en aquel entonces la victoria del pueblo fue parcial
pues el gobierno federal aseguró su hegemonía en la isla traspasando el
poder y el control de su vasto territorio al Servicio Federal de Pesca y
Vida Silvestre y no al Estado Libre y Asociado de Puerto Rico.
Ahora, después de 11 años de sufrimiento y silencio, los boricuas
lograron otra vez imponer su voluntad logrando la renuncia del Ricardo
Rosselló, a quien eligieron en el 2017 creyendo optar por “lo menos
malo” resultó inclusive ser peor líder que los anteriores supuestamente
"más malos".
Para entender todo este embrollo habría que recurrir a la opinión del
analista Salvador Tió Fernández, quien explicó que en Puerto
Rico "tenemos una situación de coloniaje
bajo un Estado Libre y Asociado a EEUU desde 1952, que no es ni Estado,
porque no tenemos un Estado propio, no es libre y no es asociado…
Puerto Rico ha sido dejado, dominado, colonizado, abusado y
discriminado" durante muchos años por Estados Unidos.
La tragedia de Puerto Rico comenzó desde 1898, cuando las tropas norteamericanas invadieron la Isla del Encanto.
El presidente estadounidense William McKinley (1897-1901), tras la
invasión de Washington empezó a despojar de su riqueza a la clase
criolla mediante la devaluación de la moneda boricua respecto al dólar,
formando al mismo tiempo en la isla una administración que seguía al pie
de la letra las órdenes del gobierno norteamericano.
Durante todos estos 121 años, la vida y el destino de los
puertorriqueños fue determinado por Washington. Hasta ahora, su
comercio, relaciones exteriores, política de inmigración, sus recursos
naturales, tratados, medios de comunicación siguen estando bajo el
estricto control de la Casa Blanca.
Actualmente, más de 15 bases norteamericanas del Comando Atlántico de EEUU operan en la isla, mientras que el país está prácticamente en bancarrota desde 1970 y sus gobernantes no tienen norte ni dirección para
aliviar la deuda que ha estado saliendo de su control, no solamente
debido a la corrupción y el mal manejo de la economía, sino como
resultado de la mal planificada o simplemente descuidada política del
gobierno federal aplicada a Puerto Rico.
La economía de la isla, desde la mitad del siglo pasado, ha estado
basada principalmente en la industria farmacéutica, pero con la
aparición de las maquiladoras en América Central y en Asia las
corporaciones norteamericanas iniciaron el abandonó de Puerto Rico.
Además, desde los años 1970, Washington autorizó a filiales de
empresas norteamericanas que operaban en la isla a transferir sus
ganancias a las empresas matrices sin tener que pagar impuestos
federales, lo que debilitó aún más la economía puertorriqueña. La crisis
bancaria e hipotecaria, al comienzo de este siglo XXI, fue otro golpe a
la economía de la isla.
En el 2006, el gobernador Aníbal Acevedo Vilá, alarmado por el débil
crecimiento del PIB, tomó la decisión de suspender la exención fiscal a
las corporaciones que todavía estaban funcionando en la isla. El país
entró en recesión y la emigración de los boricuas principalmente a Nueva
York, Florida, Illinois, Massachusetts, Pensilvania, Connecticut y
Nueva Jersey creció alarmantemente.
Se
calcula que, actualmente, cerca de cinco millones de boricuas residen
en EEUU. De acuerdo a la estadística del Departamento de Educación de
EEUU, casi 500.000 puertorriqueños podrían emigrar al continente en 2019
debido a una fuerte crisis económica que se agudizó después de que el
huracán María azotara la isla en el 2017 trayendo como consecuencia más
de 5.000 muertes durante y después del desastre, según Harvard University Study on Puerto Rico, 2018.
Debido a la ineficiencia tanto del Gobierno federal como las
autoridades locales, los habitantes de la isla tuvieron que vivir 11
meses sin electricidad. Según los datos recogidos por el periódico El Vocero.com,
la pobreza en el 2018 se disparó al 60%, afectando 1,5 millones de
habitantes del total 3,2 millones de boricuas, de los cuales 800.000
estaban en estado de indigencia. El índice de desempleo reconocido por
el Gobierno alcanzó el 12%.
La deuda pública se salió completamente de control, lo que obligó al
Gobierno de Barack Obama a poner a Puerto Rico bajo la Junta de
Supervisión Fiscal (JSF) que ordenó en el 2016 fuertes medidas de
austeridad. La situación llegó a tal extremo que en el referéndum del
2017, el 97% de los boricuas que participaron en la votación (509.000
del total 2,2 millones de aptos para votar) expresaron su deseo de
convertirse en ciudadanos del estado 51 de EEUU, a lo que ni Congreso
estadounidense ni la Casa Blanca prestaron ninguna atención.
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Sputnik /
Ya
en enero del 2018 un grupo de 20 prominentes académicos y economistas
norteamericanos reclamó al presidente Donald Trump y al Congreso que
faciliten un plan fiscal para Puerto Rico que reconozca que la deuda
pública de 72.000 millones de dólares es impagable y que la austeridad
no puede ser una alternativa y se requieren medidas de inyección
económica para la isla.
En respuesta a esta sugerencia, el presidente norteamericano asignó
al Gobierno de Puerto Rico 15.000 millones de dólares en febrero del año
pasado para mitigar el desastre causado por el huracán María.
Recientemente, Donald Trump declaró que "el Congreso de EEUU dio
tontamente 92.000 millones de dólares a Puerto Rico para el alivio de
los huracanes y la gran parte de dinero fue robada".
No obstante, en realidad nada se sabe de esta cantidad de dinero, pero lo que El Nuevo Herald
reveló aclara un poco el panorama. No se sabe cuánto, pero una parte de
dinero fue entregada al Gobierno de Rosselló, la otra a la Junta de
Supervisión Fiscal (JSF) y la parte más grande a la Agencia Federal de
Manejo de Emergencias (FEMA).
Esta última contrató, según el periódico El Nuevo Herald, a
empresas para la reconstrucción de la isla sin ninguna experiencia,
algunas de las cuales nunca habían realizado trabajos asignados. Todo
este embrollo revela no solo la corrupción del Gobierno de Rosselló,
sino que implica a varias agencias y departamentos federales
norteamericanos.
Finalmente,
ha sido el pueblo puertorriqueño el que ha tenido que sufrir las
consecuencias y el cinismo generalizado de las autoridades federales y
locales. El pueblo se levantó y logró sacar del poder al gobernador
Ricardo Rosselló. No obstante, la historia de la lucha de este pueblo
por su soberanía, que va desde próceres como Eugenio María de Hostos,
Pedro Albizu Campos, Lola Rodríguez de Tió, Ramón Emeterio Betances,
Lolita Lebrón, Filiberto Ojeda y otros patriotas, demuestra que todas
las revueltas siempre han tenido un resultado limitado.
La unión de los boricuas siempre ha cedido su paso a la desunión a
mediano y largo plazo. No hay que olvidar los 121 años del dominio
norteamericano y la cada vez más sofisticada y despiadada represión que
ha debilitado —si no ha roto ya— el alma de este heroico pueblo.
Por supuesto, la revuelta actual hizo caer al gobernador Ricardo
Rosselló, quien dijo que abandonará su terruño el próximo 2 de agosto y
se trasladará con su familia al continente. ¿Cambiará algo en el país
con su renuncia? Por lo pronto, no hay que esperar serios cambios.
La próxima gobernadora de Puerto Rico, la actual secretaria de
Justicia, Wanda Vázquez, que asumirá este cargo a partir del próximo 2
de agosto, cometió, según la periodista boricua Sandra Rodríguez Cotto,
una serie de acciones que la inhabilitan para ser secretaria de Justicia
y gobernadora por ser coautora, encubridora y artífice de esquemas de
corrupción que precisamente aceleraron la salida del poder de Ricardo
Rosselló.
La periodista revela la reluctancia de Wanda Vázquez a iniciar una
investigación sobre las 889 páginas de chats de Rosselló, siendo a la
vez su abogada; la violación del Artículo 262 del código penal de
incumplimiento del deber, el Artículo 263, negligencia en el
cumplimiento del deber, y el Artículo 280 de encubrimiento por negarse a
investigar las irregularidades y traqueteos relacionados con el
programa Unidos por Puerto Rico de ayuda a los damnificados por
el huracán María. Resultó que ocho vagones de esta ayuda se extraviaron
misteriosamente. La periodista presenta también varios otros casos de
violación de la ley que comprometen a la próxima gobernadora.
Tampoco
hay que olvidar que la nefasta Junta de Supervisión Fiscal (JSF) que
dictó las medidas de austeridad, incluyendo el recorte de pensiones de
jubilados, el cierre de más de 100 escuelas, despilfarró fondos públicos
en indebidos salarios y contrataciones, creó conflictos de intereses,
se queda intacta en la isla prosiguiendo con su política de acuerdo al
modelo neoliberal dictado por Washington.
El pueblo clamó durante 12 días de revuelta: "Ricky renuncia y
llévate a la junta". Ricky renunció, pero la junta, la que en realidad
daba las órdenes al gobernador, se quedó en su lugar y con su poder
omnipotente como si nada pasara. Así es Puerto Rico.
En el libro de Fernando Picó titulado Historia General de Puerto Rico,
su autor se pregunta "¿Qué ha pasado a Puerto Rico? ¿Qué somos? ¿Qué
queremos ser, si lo que hemos logrado hasta ahora ha sido construir,
inconscientes, nuestra propia encerrona? ¿Por qué, con la insistencia
inquebrantable de una persona abusada, continuamos todavía subordinados a
un Estados Unidos que nunca ha dado muestras explícitas de querer
acabar con esta colonia?".
Todo indica que los 121 años de coloniaje y represión sangrienta por
parte de EEUU mataron el alma de los boricuas, pero nunca es tarde y
¡ojalá que las nuevas generaciones encuentren respuestas a estas
preguntas!
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