La política muestra los dientes: se endurece la campaña del miedo en Argentina
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AP Photo / Natacha Pisarenko
Falta
un mes para las primarias, los comicios no definitivos que servirán de
gran encuesta previo a las elecciones del 27 de octubre. En un país
marcado por la contraposición macrismo-kirchnerismo, los candidatos
radicalizan el tono y apelan a "la grieta".
"Macrisis"
o pesada herencia, ajuste o corrupción, pobreza o totalitarismo,
plutocracia o populismo. El 11 de agosto de 2019 se realizarán las
Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) y en la campaña
aumenta la polarización. En Argentina ha muerto la persuasión, sólo
existe la disuasión.
Mauricio Macri llegó a la presidencia en 2015 luego de 12 años de Gobiernos del matrimonio Kirchner (2003-2015), impulsado por el desgaste inherente a la conducción política, la inevitable oscilación pendular, la inestabilidad institucional y económica, y la esperanza de millones de argentinos que buscaron un cambio, palabra que sigue siendo clave en el discurso del oficialismo actual.
Pocos aciertos tiene para esbozar el Gobierno luego de casi cuatro años en el poder (2015-2019), más allá de ciertos puntos a favor en materia de transparencia, modernización del Estado, obras de infraestructura y reducción del déficit fiscal. Su consigna, ahora de defensa, sigue siendo la misma: no volver al pasado a toda costa.
Sin embargo, la imagen débil de Alberto Fernández
como candidato presidencial, las causas judiciales que prosperaron
sobre un gran número de miembros del gabinete del kirchnerismo luego de
su salida del poder y el rechazo instalado e inamovible a la figura de
la expresidenta y a la agrupación política La Cámpora, limitan el
discurso de la oposición al rechazo de las políticas económicas del
macrismo y a su comparación con otras expresiones de la derecha en el
resto del mundo.
En un escenario donde hay dos modelos de país en disputa, la campaña se limita a profundizar "la grieta", a remarcar los defectos del otro, a hacer foco en el riesgo de votar al contrincante. Eso solo se consigue a través del miedo. El voto del indeciso es el que está en juego, pero no se busca convencer sino intimidar.
Mauricio Macri llegó a la presidencia en 2015 luego de 12 años de Gobiernos del matrimonio Kirchner (2003-2015), impulsado por el desgaste inherente a la conducción política, la inevitable oscilación pendular, la inestabilidad institucional y económica, y la esperanza de millones de argentinos que buscaron un cambio, palabra que sigue siendo clave en el discurso del oficialismo actual.
Pocos aciertos tiene para esbozar el Gobierno luego de casi cuatro años en el poder (2015-2019), más allá de ciertos puntos a favor en materia de transparencia, modernización del Estado, obras de infraestructura y reducción del déficit fiscal. Su consigna, ahora de defensa, sigue siendo la misma: no volver al pasado a toda costa.
"Si se midiera puramente por factores
tangibles, puros, vinculados a los muy malos resultados económicos del
Gobierno y a la capacidad partidaria de los partidos en pugna, esta es
una elección que a simple vista el peronismo debería ganar sin ningún
problema porque tiene el poder territorial. La fórmula
Fernández-Fernández está respaldada por un partido con fuerte presencia
en las provincias y municipios y con el apoyo de casi todos los
gobernadores", dijo a Sputnik el analista político Julio Burdman.
La oposición tiene a Cristina Fernández como talismán, ubicada en los
márgenes de la campaña para atraer al peronismo no kirchnerista y sus
votantes y que representa el núcleo ideológico detrás del movimiento: a la izquierda de Macri está todo.
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AFP 2019 / Dante Fernandez
"La política, por el contrario, está dominada
por los factores intangibles, por la capacidad comunicacional, la
construcción discursiva y la eficacia en materia de campaña electoral.
Entonces, claramente domina el macrismo porque tiene un gran apoyo de
los medios de comunicación dominantes y tiene una capacidad de llegada a
la población mayor que el peronismo, que está muy limitado y que es más
ingenuo en esta materia", dijo Burdman.
El electorado argentino se encuentra una vez más tironeado entre dos
propuestas de Gobierno que no pueden, no quieren y no saben dialogar. El
discurso de ambos bandos propone poco y nada salvo el pararse en la
vereda de enfrente: la política del anti.En un escenario donde hay dos modelos de país en disputa, la campaña se limita a profundizar "la grieta", a remarcar los defectos del otro, a hacer foco en el riesgo de votar al contrincante. Eso solo se consigue a través del miedo. El voto del indeciso es el que está en juego, pero no se busca convencer sino intimidar.
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