Casa de las Américas: Es imposible disociar su nombre de la historia de la Revolución cubana (+ Declaración)
Escrito por
Tomado de La Ventana
Esta tarde falleció en La Habana, el poeta y ensayista Roberto
Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas, a los 89 años
de edad. Por decisión familiar su cadáver será cremado y sus cenizas
lanzadas al mar en ceremonia familiar. Próximamente, en la Casa de las
Américas tendrá lugar un tributo en su recordaración. La Casa de las
Américas da a conocer que el homenaje que tributará a Roberto Fernández
Retamar tendrá lugar en el mes de septiembre, en fecha que se precisará
oportunamente.
Declaración de la Casa de las Américas
«Puso a disposición de los hombres lo que tenía de inteligencia //
[…] Les entregó lo que tenía de coraje // […] Hizo su parte, llegado el
momento // […] al final, declaró que volvería a empezar si lo dejaran».
Así se expresaba el poeta en los versos titulados «Sería bueno merecer
este epitafio», y así lo recordamos.
La muerte de Roberto Fernández Retamar es una pérdida irreparable
para la cultura cubana. Desde que se dio a conocer en 1950 con el
poemario Elegía como un himno, su obra fue abriendo cauces y marcando
hitos en la poesía de lengua española, a la que legó textos que quedarán
para siempre como «Felices los normales», «¿Y Fernández?» o «Con las
mismas manos».
No menos relevantes son sus penetrantes y esclarecidos ensayos, que
ponen en evidencia la vastedad de su pensamiento y la magnitud de su
labor intelectual, tanto si recordamos ese clásico de la reflexión
latinoamericana y caribeña, «Caliban», como si pensamos en Para una
teoría de la literatura hispanoamericana, en su fervorosa pasión por la
obra martiana, o en sus lúcidos ensayos sobre el papel del intelectual y
los procesos de descolonización cultural en nuestra América.
Es imposible disociar su nombre de la historia de la Revolución
cubana, separarlo de un fenómeno que ha sido asunto e inquietud
permanente, tanto como escenario vital y caja de resonancia de su figura
y su obra.
Sería mucho, ya, si ese fuera el legado de Roberto, pero a su obra
literaria habría que añadir su labor docente y su inigualable faceta de
editor, que lo llevó a dirigir diversas revistas antes de asumir en 1965
la dirección de Casa de las Américas, para consolidarla como uno de los
más importantes referentes culturales de nuestra América.
Pero aún haría más, al frente de la Casa de las Américas toda desde 1986, como continuador de la heroína y fundadora, Haydee Santamaría, y del gran pintor Mariano Rodríguez. El privilegio de que Roberto presidiera en las últimas décadas esta Casa contribuyó a que –bajo su conducción– ella apostara por el riesgo sin dejar de ser fiel a sí misma, al espíritu que la vio nacer en la descomunal e inconclusa tarea de la integración cultural de la América Latina y el Caribe.
En ocasión de la dolorosa pérdida de Haydee, la Casa de las Américas
dio a conocer una declaración –en la cual se transparenta la escritura
de Roberto– que concluía afirmando: «Es necesario decir que estará con
nosotros, en nosotros. […] Pero desde ahora somos más pobres, aunque nos
acompaña para siempre el honor de haber trabajado bajo su guía, bajo su
aliento, que seguimos sintiendo, orgullosos y entrañablemente
conmovidos, a nuestro lado». Esas palabras siguen siendo válidas para
Haydee, tanto como lo son para este entrañable hermano suyo que acaba de
dejarnos. Las hacemos nuestras para ti, en este momento de infinita
tristeza, querido Roberto.
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