domingo, 14 de julio de 2019

Abusos en Honduras: Hernández apela al ejército

Escrito por  Arnaldo Musa / Especial para CubaSí
  Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras.
Ni el despliegue del ejército, ni los asesinatos perpetrados por sicarios, ni la desaparición de algunos dirigentes, han impedido las manifestaciones antigubernamentales que se suceden en la mayor parte de Honduras.
Ni el despliegue del ejército, ni los asesinatos perpetrados por sicarios, ni la desaparición de algunos dirigentes, ni el encierro de decenas de personas, han impedido las manifestaciones antigubernamentales que se suceden en la mayor parte de Honduras, y cuyo colofón ha sido la acampada opositora frente al Palacio de Gobierno, en Tegucigalpa.
De las demandas de mejores condiciones de vida, contra la represión y otros males que obligan a huir a miles de hondureños de su patria, se elevó la exigencia a la renuncia del presdente Juan Orlando Hernández, todo un tahúr, que incluso es señalado junto a otros funcionarios desde la tierra de su amo norteamericano por delitos de corrupción, que ya han llevado a su hermano a sufrir prisión en Estados Unidos.
En el curso de las últimas horas por lo menos tres personas fueron muertas por el ejército en la capital y otras nueve en el resto del país, entre ellas dos niños, sumando centenares los heridos en uno de los países más pobres del hemisferio, y que tiene uno de los más altos índices de violencia del planeta.
Una de las vícfrmas es Noel Corea, de 17 años, asesinado por la policía a balazos, cuando participaba en el bloqueo de una carretera.
Las protestas en Honduras han paralizado escuelas y hospitales, en respuesta de médicos y profesores a reformas estatales en sus sectores que conllevarán posteriormente a la privatización, el principal interés del gobierno, que, incluso, según el “sueño” de Hernández, llevara en el futuro a crear “ciudades especiales”, un paraíso para entronizar el neoliberalismo.
Al movimiento huelguístico se han unido transportistas y hasta parte de la policía, el único sector que fue atendido, al mejorársele las condiciones laborales.
Pero, repito, las exigencias de los manifestantes se han ampliado y ahora incluyen nuevamente la renuncia del presidente, con una demostración de fuerza de la población como respuesta a los abusos del ejército, creando un caos en la capital, al saquear negocios y hasta edificios del gobierno. Algunas carreteras fueron bloqueadas con barricadas y llantas en llamas.
Juan Orlando Hernández es el más reciente producto del golpe de Estado que hace diez años derrocó un gobierno constitucional, legítimamente electo, para implantar una serie continuada de regímenes casi equivalentes a dictaduras, cuyos principales integrantes se enriquecieron con el saqueo de las arcas del tesoro nacional, al tiempo que fortalecieron el narcotráfico y el latifundio en la nación.
Hernández, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, fue reelegido en el 2017 en unos comicios que fueron duramente criticados por opositores y observadores internacionales.
El mandatario, que modificó la Constitución para poder optar a un segundo mandato consecutivo de cuatro años, ha sido acusado de haberse vuelto más autoritario en un país donde la violencia y la inestabilidad económica empujan a muchos a migrar a Estados Unidos.
Periodistas mexicanos coinciden en exponer los hallazgos de una investigación en el terreno, en el que se demuestra que “en un intento desesperado de acallar las voces que exigen su renuncia, el presidente Hernández ha usado a las fuerzas armadas para el control de las protestas”.
Y mientras todo esto ocurre y los manifestantes permanecen acampados cerca de la sede gubernamental, el presidente recibía a un grupo de marines de Estados Unidos que llegó a la región para participar en proyectos de “ayuda humanitaria”.

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