Tres mil quinientos riñones al año en el mercado negro
Escrito por
La Vanguardia
La venta de órganos es más frecuente en países de Latinoamérica, en
India, Pakistán, Filipinas y Egipto, lugar de paso de muchos refugiados.
Unos 3.500 varones de 50 años, con una buena cuenta bancaria y procedentes de Oriente Medio, Norteamérica o Europa central y occidental viajaron a algún país en desarrollo el año pasado en busca de un riñón (el coste se estima en unos 150.000 euros) que les permitiera mejorar su calidad de vida o, en casos más extremos, mantenerla.
Seguramente hay mujeres y también hay quienes tengan 20, 30, 40 o 60
años. Pero el descrito es el perfil del comprador de órganos habitual en
terceros países que ha sido presentado en la ONU hace unos días por
Beatriz Domínguez-Gil, responsable de la Organización Nacional de
Trasplantes (ONT).
Domínguez-Gil viajó a Nueva York con la intención de arrancar a este
organismo una resolución que tipifique claramente como delito la
compraventa de órganos. Llevará tiempo conocer el resultado de sus
negociaciones con la ONU teniendo en cuenta lo que tardan las entidades
internacionales en actuar.
“Queremos que se persiga al que acude a comprar y a los intermediarios, entre ellos, los médicos”.
La ONT, junto con los ministerios de Asuntos Exteriores y Justicia,
está empeñada en hacer ver a las organizaciones internacionales y a los
países que las integran la necesidad de luchar conjuntamente contra el
comercio de órganos. “Si no hay un acuerdo general, es
imposible”, señala Beatriz Domínguez, quien cree que deben ser los
países del primer mundo los que lideren la ofensiva contra esta
compraventa porque tienen los recursos suficientes para ello.
En concreto, España trabaja para que se amplíe el protocolo de
Palermo, que tipifica como delito la trata de personas, incluyendo el
comercio con fines sexuales, laborales y la extracción de órganos. Pero
la ONT cree que debe ser más firme en lo que se refiere la compraventa
de órganos, una práctica más habitual de lo que los países desarrollados
quieren hacer ver.
“Queremos que se persiga claramente tanto al que acude a comprar,
como los intermediarios y, especialmente, a los profesionales sanitarios
que intervienen”, señala Domínguez, empeñada en involucrar a los
médicos, parte clave en este proceso (sin ellos no hay operación y
tampoco, recuperación), en la lucha contra este tráfico.
El perfil del comprador: un hombre de 50 años y con la posibilidad de pagar 150.000 euros por un órgano.
La responsable de la ONT describe con dureza las atrocidades que se
esconden tras este comercio: ricos que, sin importarles lo que le ocurra
al prójimo, compran un órgano a una persona que no tiene nada, sólo su
cuerpo para vender, y al que en la mayoría de los casos los
intermediarios (entre ellos, insiste, médicos) ni pagan. “Hemos visto
verdaderas salvajadas: hombres y mujeres que se han muerto por falta de
asistencia, personas que han sido operadas sin anestesia, en condiciones
infrahumanas, que después de la extracción han quedado en la calle con
una cicatriz enorme y sin ni siquiera un analgésico”, relata.
La venta de órganos es más frecuente en países de Latinoamérica, en
India, Pakistán, Filipinas y Egipto, lugar de paso de muchos refugiados.
Domínguez-Gil insiste en que los profesionales sanitarios son los
responsables de avisar a las autoridades cuando un paciente llega a su
consulta con un órgano nuevo.
Es la única manera de atajar este comercio que vulnera todos los derechos humanos habidos y por haber.
“Sabemos que no es fácil porque hay profesionales que defienden que su deber empieza y termina en su paciente y que este se encuentra por encima de la responsabilidad hacia los demás”, apunta.
Tipificar como delito este comercio, involucrar a los médicos y, por
supuesto, convencer a los países de la necesidad de invertir en un
sistema nacional de trasplantes, como el de España, que haga desistir a
sus ciudadanos de buscar fórmulas ilegales porque su sistema les da más
garantías. En los últimos años, países como Corea del Sur e Israel,
antiguos compradores de órganos, han invertido en el sistema sanitario
logrando una disminución sorprendente del comercio.
“Es posible hacerlo. Nosotros lo hemos hecho”, señala la
representante de la ONT. Domínguez-Gil aboga por trabajar para lograr la
autosuficiencia, extendiendo el modelo español de trasplantes al mayor
número posible de países, como un ejemplo que hay que seguir para evitar
el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes.
“El año pasado España amplió aún más la diferencia que ya teníamos
con otros países, al alcanzar los 43,4 donantes por millón de población
(p.m.p) y hacer más de cien trasplantes por p.m.p. Tenemos una tasa de
donación que duplica ampliamente la de la Unión Europea (20,8 donantes) y
superamos en más de 15 puntos la tasa media de Estados Unidos (28
donantes)”, explica la directora de la ONT.
Estos datos nos permiten afirmar sin ninguna duda que los ciudadanos
españoles son los que más posibilidades tienen en el mundo de acceder a
un trasplante cuando lo necesitan. “Es evidente que cuanto mayor es la
posibilidad de recibir un trasplante, más se reduce la necesidad de
recurrir al turismo de trasplante o al tráfico de órganos”, señala la
responsable de la ONT.
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