Recientemente, la Fuerza Aérea de EEUU publicó una licitación para adquirir muestras de ARN procedentes de Rusia. Aunque la nota no revela cuál es el propósito del pedido, el analista Alexandr Jrolenko duda de que la licitación tenga que ver con un especial interés del Pentágono por salvaguardar la salud de los ciudadanos rusos.
El objetivo es poner a disposición del Comando de Educación y Capacitación de la Fuerza Aérea de EEUU una serie de 12 muestras de ARN y 27 de líquido sinovial —sustancia presente en las articulaciones— de personas que vivan en Rusia. Se resalta especialmente que no se aceptan muestras de Ucrania —país con el cual los rusos comparten un considerable legado genético—.
El ácido ribonucleico (ARN) es el principal nucleído que participa de forma activa en la formación de nuestra información genética. El líquido sinovial, por su parte, es un fluido que se encuentra en las articulaciones, compuesto esencialmente del plasma sanguíneo. Con ambas se pueden identificar con un alto grado de precisión los marcadores genéticos de una determinada población.
Esto ha llevado al analista y colaborador de Sputnik Alexandr Jrolenko a opinar que el pedido podría estar relacionado con el desarrollo, las pruebas o la preparación de armas biológicas.
Uso potencial
La Convención Sobre Armas Biológicas (CABT) establece la prohibición del desarrollo, producción y almacenamiento de material biológico con fines bélicos. Desde su entrada en vigor a principios de la década de 1970, el protocolo de la convención ha sido firmado o ratificado por la mayoría de los países del mundo.
En las décadas de 1980 y 1990 se formalizaron los mecanismos de control internacional, sin embargo, en el año 2001, EEUU abandonó unilateralmente el acuerdo, bloqueando el esfuerzo de la comunidad internacional en esta esfera. Los inspectores simplemente tienen prohibida la entrada a los laboratorios biológicos estadounidenses.
Rusia, por su parte, ha llamado en reiteradas ocasiones al cumplimiento del convenio internacional. Moscú ha solicitado que Washington garantice adecuadamente la seguridad del programa biológico del Pentágono.
"El arsenal nuclear de EEUU es considerable. Sin embargo, incluso un limitado conflicto nuclear no es del todo conveniente para el Pentágono, ya que 'le rebotará'. La guerra biológica es muy eficaz y no destruye la infraestructura económica", precisó Jrolenko.
Las armas biológicas son capaces de aniquilar rápida y selectivamente las fuerzas del potencial enemigo, aseguró el analista.
Pruebas de aplicación
Los brotes de las infecciones más peligrosas a menudo se producen en África y el sur de Asia, pero el Pentágono se interesa cada vez más por los países exsoviéticos, en donde la situación epidemiológica aún hoy continúa siendo relativamente segura.
Así, en los últimos años, EEUU ha estado expandiendo su red de laboratorios biológicos alrededor de Rusia. Países como Ucrania, Georgia, Azerbaiyán o Kazajistán, no solo han brindado sus territorios para los experimentos del Pentágono, sino que han ofrecido agentes biológicos que aún conservaban como legado de la URSS. Todo bajo el pretexto de garantizar la seguridad de las exrepúblicas soviéticas.
"La independencia del país anfitrión que tiene estos laboratorios biológicos, le permite al Pentágono realizar experimentos con virus y bacterias peligrosas sin ningún tipo de control", constata Jrolenko.
Basta solo con infectar un ave en tiempos de migración para provocar epidemias como la que se produjo en Siberia en verano de 2016. Entonces, un brote de ántrax, que afectó a más de 40 personas, fue explicado como consecuencia del calentamiento global, pero "¿Quién asegura hoy que no se haya tratado de un acto premeditado?", se pregunta el analista.
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