Nuevo amanecer en Venezuela
Escrito por
Arnaldo Musa / CubaSí
Parafernalia terrorista no evitó las elecciones a la Constituyente.
En un gesto valiente y necesario para llevar la paz al país, el Gobierno Bolivariano que preside Nicolás Maduro efectuó este domingo las elecciones a la Asamblea Constituyente, mediante la cual los 545 diputados triunfantes, de los casi 6 000 candidatos, tendrán a su cargo plasmar los anhelos pacíficos del pueblo venezolano y fortalecer la Constitución.
El sistema electoral venezolano, considerado uno de los mejores del mundo, recogió la participación entusiasta y masiva de ocho millones 890 320, el 41,53% de o electores, cifras que aumentarán en las próximas horas, en lo que se considera el mayor número de votantes en unos comicios venezolanos.
Hay que destacar que el 66% de los vencedores representan a los municipios, y el 34% restante a sectores de la, población que incluyen a empresarios, estudiantes, jubilados y discapacitados, entre otros, sin la participación de los partidos políticos.
Contra viento y marea, una propaganda mediática tergiversadora en contra que le dio la vuelta al mundo, amenazas de todo tipo, desde bombardeos aéreos hasta asesinatos de dirigentes, el pueblo acudió masivamente a elegir a los asambleístas, sin que las acciones violentas impidieran la apertura del 99,5% de los colegios, en lo que influyó, además de la decisión de la ciudadanía a participar, la efectiva y necesaria vigilancia de más de 200 000 efectivos de seguridad.
El asedio opositor a 203 centros de los más de 5 000 votación, la violencia en Altamira, Táchira y otras zonas del país causaron seis muertos, ninguno a manos de la fuerza pública, que perdió a un hombre y otros 12 resultaron heridos con quemaduras de diversa índole, con la particularidad de que en esos lugares el pueblo saltó barreras y acudió masivamente a ejercer su derecho al sufragio.
Algunos preguntarán ¿y ahora qué?, cuando en realidad ya Venezuela se estaba enfrentando a una verdadera guerra como parte del golpe denominado blando que el imperialismo tiene destinado para los gobiernos que no le son dóciles.
Graves amenazas del presidente norteamericano, Donald Trump, de sancionar aún más a Venezuela, esta vez en forma tan grave como la de cortar la compra de petróleo, no amilanó la decisión revolucionaria de realizar los comicios, como fórmula valedera para llevar la paz y detener, mediante medidas más efectivas, la práctica generalizada de la violencia llevada a cabo por elementos mercenarios de la oligarquía interna, así como jóvenes, adolescentes y niños a quienes se les suministró desde drogas hasta juguetes para que participaran en actos vandálicos, los cuales provocaron más de un centenar de víctimas, algunas quemadas vivas.
Pero esto no le interesa a Washington ni a su Organización de Estados Americanos (OEA), que se ha mantenido todo el tiempo intentando cumplir los planes norteamericanos de desestabilización, en los que se valió de gobiernos “democráticos”, como el de Colombia –con siete bases estadounidenses y que no acaba de cumplir con el acuerdo de paz interno-; Panamá- manejado por el Imperio mediante el famoso escándalo de corrupción Panama Papers y promesas de fuertes inyecciones monetarias al estilo neoliberal; y México, que no acaba de salir de un marasmo sumamente antidemocrático y donde se acaba de hallar en la región de Patrocinio la osamenta de 85 000 cadáveres, que no tienen nada que ver con antiguos cementerios indígenas.
Esas tres naciones latinoamericanas, que por mínima decencia debían apoyar a Venezuela, indicaron que no reconocerán la Asamblea Constituyente, con lo cual proseguirán su respaldo a la parafernalia terrorista incoada contra el pueblo venezolano, a fin de doblegarlo por el miedo y las carencias, principalmente alimentarias.
Pero nada de ello hizo efecto, porque el pueblo salió a votar, incluso ciudadanos opositores, para lograr justicia, estabilidad, protección y seguridad, acabar con la especulación, los ladrones y los corruptos, en la mejor solución para un nuevo amanecer en Venezuela.
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