Frank resume la grandeza y las virtudes de nuestros mártires
«No
es fácil resumir en un solo hombre el valor, las virtudes y la grandeza
de millares de luchadores revolucionarios que dieron sus vidas en el
enfrentamiento a la tiranía batistiana. Puede decirse sin vacilación
cuando ese hombre es Frank País»
SANTIAGO DE CUBA.–«No es fácil
resumir en un solo hombre el valor, las virtudes y la grandeza de
millares de luchadores revolucionarios que dieron sus vidas en el
enfrentamiento a la tiranía batistiana. Puede decirse sin vacilación
cuando ese hombre es Frank País».
Al cumplirse este 30 de julio, el aniversario 60 de su cobarde
asesinato por esbirros de la tiranía en las calles santiagueras, tan
categórica afirmación de la heroína del llano y la sierra, Vilma Espín
Guillois, retrata la extraordinaria estatura revolucionaria alcanzada
por el inolvidable luchador, sin haber cumplir los 23 años de edad.
Nacido el 7 de diciembre de 1934, si bien Frank País García llegó a
impresionar por la educación recibida de sus padres bajo preceptos
religiosos, y la marcada inclinación hacia las artes, fue su innata
vocación patriótica el rasgo que lo convierte en esa excepcional figura
para su Santiago de Cuba y todo el país.
Desde el punto de vista político ideológico, las lecturas de José
Martí y su aguda visión frente a la injusticia imperante en el país,
coadyuvan en la temprana madurez que lo llevan por un lado a repudiar el
golpe de Estado propinado por Batista el 10 de marzo de 1952, y por
otro a aquilatar en su justa dimensión el asalto al Moncada encabezado
por Fidel, el 26 de julio de 1953.
Revelador resulta ante este último acontecimiento, que al lograr
penetrar en la fortaleza militar y ver los cadáveres de los asaltantes
que describió «llenos de sangre, de balas y de honor», confiese en carta
a su compañera Elia Frómeta: «No estoy mezclado en nada, pero quisiera.
Ese día salí a la calle buscando quien tuviera un rifle o un revólver».
Días antes se había graduado en la Escuela Normal para Maestros de
Oriente, pero como asignatura pendiente latía en su pecho la patria, y
comienza a nuclear lo mejor de la juventud santiaguera, a acopiar armas
en asaltos a la mina de El Cristo y el Club de Cazadores del Caney, e
inicia las primeras acciones contra el régimen.
Su prestigio no tiene discusión, como tampoco la intuición que tras
el impacto producido por el alegato La historia me absolverá, le
permiten reconocer en Fidel al líder de la insurrección en Cuba, y poner
la Asociación Nacional Revolucionaria que creara, en manos del jefe
fundador del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7).
Por su parte, al partir al exilio tras la libertad conquistada por el
reclamo popular, Fidel aprueba su designación como Jefe de Acción del
Movimiento en la provincia de Oriente, en reconocimiento a la destacada
entrega que admirará mucho más bajo la óptica de los preparativos de la
expedición con que regresará de México.
Por ello, Vilma recordaba que al pasar procedente de Estados Unidos
en busca de orientaciones para la causa, Fidel le refiere en la capital
azteca: «Frank es como los personajes esos de las películas, que hacen
miles de cosas y nunca les pasa nada. Tú vas a ver cómo está Santiago,
te vas a encontrar sorpresas».
Sin dudas, se refería al arduo trabajo en la organización del
movimiento, el incremento de armas empleadas en sabotajes y atentados,
la intensa propaganda contra el dictador y a favor del Movimiento 26 de
Julio, que conllevarían al primer encuentro sostenido en México entre
los dos luchadores tan identificados.
En aquel país son abordados aspectos sobre la expedición, y de sus
impresiones personales Fidel contaría en carta enviada a la compañera
María Antonia Figueroa, responsable de finanzas del Movimiento en
Oriente, en agosto de 1956: «Querida María Antonia: He podido comprobar
todo cuanto me habías dicho sobre las magníficas condiciones de
organizador, el valor y la capacidad de Frank».
Octubre siguiente marcaría el segundo encuentro para ultimar detalles
del apoyo al inminente desembarco, y dada la absoluta confianza que ha
despertado el joven de solo 21 años, y la alta responsabilidad que
contrae ante el hecho que definiría el curso de la Revolución, Fidel lo
promueve a Jefe Nacional de Acción del M-26-7.
HACIA UNA ETAPA SUPERIOR
Concretamente, la planificación de acciones armadas a lo largo de la
Isla, y en especial la envergadura del Levantamiento Armado de Santiago
de Cuba, que involucraría a cientos de hombres y mujeres, a decenas de
casas e instalaciones, en un plan estratégico concebido con la mayor
discreción, constituyen una etapa de lucha superior.
Tanto quienes participaron, como estudiosos que han profundizado en
los acontecimientos, coinciden en resaltar la capacidad organizativa de
Frank, su pensamiento militar, y el «ejemplo de fidelidad inquebrantable
al compromiso contraído, en el cumplimiento consecuentemente e
inflexible de la palabra empeñada», que le atribuyera el General de
Ejército Raúl Castro Ruz.
«Frank fue el alma del alzamiento», diría Vilma, y el «hermoso
espectáculo» que le pareció aquel 30 de noviembre la ciudad en pie de
guerra por varias horas, sirvió para convertir la pérdida de tres
valiosos compañeros y otras adversidades, en acicate para asumir con
absoluta confianza el más intenso periodo de acción.
Sagradamente cumple con el compromiso de enviar a Fidel en la Sierra
Maestra refuerzos entre los más fogueados luchadores clandestinos, armas
y demás pertrechos, guarda prisión durante más de dos meses, y a la
salida se consagra a la reorganización del Movimiento, incluyendo el
intento fallido de abrir un segundo frente guerrillero.
En esas circunstancias, sufre el vil asesinato de su hermano menor
Josué País García, y en misiva de pésame el Estado Mayor del Ejército
Rebelde, encabezado por su Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz le
expresa: «Todos admiramos el valor sereno con que afrontaste las
amarguras de esa semana trágica».
Y más adelante resalta: «Estamos muy orgullosos y contentos contigo
por lo bien que estás dirigiendo todos los trabajos, y en cuanto a la
Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en
la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma» (Frank País y
Celia Sánchez).
Tras analizar la marcha de los acontecimientos adopta medidas
concretas para revertir la difícil situación, y luego precisa a los
cuadros del Movimiento: «No solo aspiramos a derrocar una dictadura que
mancha nuestra historia de pueblo amante de la libertad (...), aspiramos
(…) a encauzar a Cuba dentro de las corrientes políticas, económicas y
sociales de nuestro siglo».
De igual forma dedica especial atención a la organización de la lucha
en el sector obrero como cantera para grupos de acción del Movimiento y
la Sierra, para el trabajo de propaganda, sabotajes y, en especial, la
formación del Comité de Huelga, capaz de paralizar la nación y acelerar
la caída del régimen.
Conocedor de ese infatigable accionar, desde la Sierra Maestra Fidel
le manifiesta el 21 de julio de 1957: «Considero sinceramente que has
realizado un trabajo formidable (...) te felicito. Nosotros concluimos
esta lucha con la muerte o con el triunfo de la verdadera Revolución».
Tan asombrosa labor había convertido a Frank en el combatiente
buscado con más saña por el régimen. Tres mil pesos ofrecían por su
captura vivo o muerto, pero fiel a su palabra: «el día que quede un solo
cubano que crea en esta Revolución, ese cubano seré yo», desafiaba
constantemente la cacería montada por todas las fuerzas represivas.
Los últimos minutos con vida de aquel martes 30 de julio, los
dedicaría a concretar con compañeros de Guantánamo armas para enviar a
la Sierra, proteger a quienes lo acompañaban en la casa de San Germán
No. 204, perteneciente al compañero de lucha Raúl Pujol Arencibia, y
mantener a buen recaudo documentos del M-26-7.
Al abandonar la vivienda donde se ocultaba, es identificado en medio
del cerco tendido por el sanguinario teniente coronel José María Salas
Cañizares. Bastaron escasos minutos para que Frank fuese golpeado
salvajemente y luego acribillado con 22 balazos en el Callejón del Muro.
Antes, igual procedimiento había segado la vida de Pujol.
Para Ernesto Che Guevara, fue la «pérdida más grande de la
Revolución», y así lo reconoció el pueblo santiaguero que convirtió el
sepelio del joven que aún no había cumplido los 23 años, y de su fiel
compañero, en la más importante manifestación de respaldo a la
Revolución y Fidel, en el más glorioso combate del inolvidable Frank.
En carta enviada a Celia Sánchez Manduley, Fidel señaló: «No puedo
expresar la amargura, la indignación, el dolor infinito que nos embarga.
Qué bárbaros, lo cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de todas
las ventajas que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino.
«Qué monstruos, no saben la inteligencia, el carácter, la integridad
que han asesinado. No sospechaba el pueblo de Cuba, quién era Frank
País, lo que había en él de grande y prometedor.
«Duele verlo así, ultimado en plena madurez, a pesar de sus 25 años
(en realidad tenía 22), cuando estaba dándole a la Revolución lo mejor
de sí mismo. Cuánto sacrificio va costando esta inmunda tiranía.
«¿Es que alguien puede estar pensando en su vida después de ver
asesinado a Frank País, el más valioso, el más útil, el más
extraordinario de nuestros combatientes?».
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