sábado, 29 de julio de 2017

Frank resume la grandeza y las virtudes de nuestros mártires

«No es fácil resumir en un solo hombre el valor, las virtudes y la grandeza de millares de luchadores revolucionarios que dieron sus vidas en el enfrentamiento a la tiranía batistiana. Puede decirse sin vacilación cuando ese hombre es Frank País»
Fidel y Frank País. Foto: Archivo
SANTIAGO DE CUBA.–«No es fácil resumir en un solo hombre el valor, las virtudes y la grandeza de millares de luchadores revolucionarios que dieron sus vidas en el enfrentamiento a la tiranía batistiana. Puede decirse sin vacilación cuando ese hombre es Frank País».
Al cumplirse este 30 de julio, el aniversario 60 de su cobarde asesinato por esbirros de la tiranía en las calles santiagueras, tan categórica afirmación de la heroína del llano y la sierra, Vilma Espín Guillois, retrata la extraordinaria estatura revolucionaria alcanzada por el inolvidable luchador, sin haber cumplir los 23 años de edad.
Nacido el 7 de diciembre de 1934, si bien Frank País García llegó a impresionar por la educación recibida de sus padres bajo preceptos religiosos, y la marcada inclinación hacia las artes, fue su innata vocación patriótica el rasgo que lo convierte en esa excepcional figura para su Santiago de Cuba y todo el país.
Desde el punto de vista político ideológico, las lecturas de José Martí y su aguda visión frente a la injusticia imperante en el país, coadyuvan en la temprana madurez que lo llevan por un lado a repudiar el golpe de Estado propinado por Batista el 10 de marzo de 1952, y por otro a aquilatar en su justa dimensión el asalto al Moncada encabezado por Fidel, el 26 de julio de 1953.
Revelador resulta ante este último acontecimiento, que al lograr penetrar en la fortaleza militar y ver los cadáveres de los asaltantes que describió «llenos de sangre, de balas y de honor», confiese en carta a su compañera Elia Frómeta: «No estoy mezclado en nada, pero quisiera. Ese día salí a la calle buscando quien tuviera un rifle o un revólver».
Días antes se había graduado en la Escuela Normal para Maestros de Oriente, pero como asignatura pendiente latía en su pecho la patria, y comienza a nuclear lo mejor de la juventud santiaguera, a acopiar armas en asaltos a la mina de El Cristo y el Club de Cazadores del Caney, e inicia las primeras acciones contra el régimen.
Su prestigio no tiene discusión, como tampoco la intuición que tras el impacto producido por el alegato La historia me absolverá, le permiten reconocer en Fidel al líder de la insurrección en Cuba, y poner la Asociación Nacional Revolucionaria que creara, en manos del jefe fundador del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (M-26-7).
Por su parte, al partir al exilio tras la libertad conquistada por el reclamo popular, Fidel aprueba su designación como Jefe de Acción del Movimiento en la provincia de Oriente, en reconocimiento a la destacada entrega que admirará mucho más bajo la óptica de los preparativos de la expedición con que regresará de México.
Por ello, Vilma recordaba que al pasar procedente de Estados Unidos en busca de orientaciones para la causa, Fidel le refiere en la capital azteca: «Frank es como los personajes esos de las películas, que hacen miles de cosas y nunca les pasa nada. Tú vas a ver cómo está Santiago, te vas a encontrar sorpresas».
Sin dudas, se refería al arduo trabajo en la organización del movimiento, el incremento de armas empleadas en sabotajes y atentados, la intensa propaganda contra el dictador y a favor del Movimiento 26 de Julio, que conllevarían al primer encuentro sostenido en México entre los dos luchadores tan identificados.
En aquel país son abordados aspectos sobre la expedición, y de sus impresiones personales Fidel contaría en carta enviada a la compañera María Antonia Figueroa, responsable de finanzas del Movimiento en Oriente, en agosto de 1956: «Querida María Antonia: He podido comprobar todo cuanto me habías dicho sobre las magníficas condiciones de organizador, el valor y la capacidad de Frank».
Octubre siguiente marcaría el segundo encuentro para ultimar detalles del apoyo al inminente desembarco, y dada la absoluta confianza que ha despertado el joven de solo 21 años, y la alta responsabilidad que contrae ante el hecho que definiría el curso de la Revolución, Fidel lo promueve a Jefe Nacional de Acción del M-26-7.  
HACIA UNA ETAPA SUPERIOR
Concretamente, la planificación de acciones armadas a lo largo de la Isla, y en especial la envergadura del Levantamiento Armado de Santiago de Cuba, que involucraría a cientos de hombres y mujeres, a decenas de casas e instalaciones, en un plan estratégico concebido con la mayor discreción, constituyen una etapa de lucha superior.
Tanto quienes participaron, como estudiosos que han profundizado en los acontecimientos, coinciden en resaltar la capacidad organizativa de Frank, su pensamiento militar, y el «ejemplo de fidelidad inquebrantable al compromiso contraído, en el cumplimiento consecuentemente e inflexible de la palabra empeñada», que le atribuyera el General de Ejército Raúl Castro Ruz.
«Frank fue el alma del alzamiento», diría Vilma, y el «hermoso espectáculo» que le pareció aquel 30 de noviembre la ciudad en pie de guerra por varias horas, sirvió para convertir la pérdida de tres valiosos compañeros y otras adversidades, en acicate para asumir con absoluta confianza el más intenso periodo de acción.
Sagradamente cumple con el compromiso de enviar a Fidel en la Sierra Maestra refuerzos entre los más fogueados luchadores clandestinos, armas y demás pertrechos, guarda prisión durante más de dos meses, y a la salida se consagra a la reorganización del Movimiento, incluyendo el intento fallido de abrir un segundo frente guerrillero.
En esas circunstancias, sufre el vil asesinato de su hermano menor Josué País García, y en misiva de pésame el Estado Mayor del Ejército Rebelde, encabezado por su Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz le expresa: «Todos admiramos el valor sereno con que afrontaste las amarguras de esa semana trágica».
Y más adelante resalta: «Estamos muy orgullosos y contentos contigo por lo bien que estás dirigiendo todos los trabajos, y en cuanto a la Sierra, cuando se escriba la historia de esta etapa revolucionaria, en la portada tendrán que aparecer dos nombres: David y Norma» (Frank País y Celia Sánchez).
Tras analizar la marcha de los acontecimientos adopta medidas concretas para revertir la difícil situación, y luego precisa a los cuadros del Movimiento: «No solo aspiramos a derrocar una dictadura que mancha nuestra historia de pueblo amante de la libertad (...), aspiramos (…) a encauzar a Cuba dentro de las corrientes políticas, económicas y sociales de nuestro siglo».
De igual forma dedica especial atención a la organización de la lucha en el sector obrero como cantera para grupos de acción del Movimiento y la Sierra, para el trabajo de propaganda, sabotajes y, en especial, la formación del Comité de Huelga, capaz de paralizar la nación y acelerar la caída del régimen.
Conocedor de ese infatigable accionar, desde la Sierra Maestra Fidel le manifiesta el 21 de julio de 1957: «Considero sinceramente que has realizado un trabajo formidable (...) te felicito. Nosotros concluimos esta lucha con la muerte o con el triunfo de la verdadera Revolución».
Tan asombrosa labor había convertido a Frank en el combatiente buscado con más saña por el régimen. Tres mil pesos ofrecían por su captura vivo o muerto, pero fiel a su palabra: «el día que quede un solo cubano que crea en esta Revolución, ese cubano seré yo», desafiaba constantemente la cacería montada por todas las fuerzas represivas.
Los últimos minutos con vida de aquel martes 30 de julio, los dedicaría a concretar con compañeros de Guantánamo armas para enviar a la Sierra, proteger a quienes lo acompañaban en la casa de San Germán No. 204, perteneciente al compañero de lucha Raúl Pujol Arencibia, y mantener a buen recaudo documentos del M-26-7.
Al abandonar la vivienda donde se ocultaba, es identificado en medio del cerco tendido por el sanguinario teniente coronel José María Salas Cañizares. Bastaron escasos minutos para que Frank fuese golpeado salvajemente y luego acribillado con 22 balazos en el Callejón del Muro. Antes, igual procedimiento había segado la vida de Pujol.
Para Ernesto Che Guevara, fue la «pérdida más grande de la Revolución», y así lo reconoció el pueblo santiaguero que convirtió el sepelio del joven que aún no había cumplido los 23 años, y de su fiel compañero, en la más importante manifestación de respaldo a la Revolución y Fidel, en el más glorioso combate del inolvidable Frank.
En carta enviada a Celia Sánchez Manduley, Fidel señaló: «No puedo expresar la amargura, la indignación, el dolor infinito que nos embarga. Qué bárbaros, lo cazaron en la calle cobardemente, valiéndose de todas las ventajas que disfrutan para perseguir a un luchador clandestino.
«Qué monstruos, no saben la inteligencia, el carácter, la integridad que han asesinado. No sospechaba el pueblo de Cuba, quién era Frank País, lo que había en él de grande y prometedor.
«Duele verlo así, ultimado en plena madurez, a pesar de sus 25 años (en realidad tenía 22), cuando estaba dándole a la Revolución lo mejor de sí mismo. Cuánto sacrificio va costando esta inmunda tiranía.
«¿Es que alguien puede estar pensando en su vida después de ver asesinado a Frank País, el más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes?».

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