sábado, 29 de julio de 2017

Crímenes versus resistencia

Detrás de cada muerto y herido en la nación bolivariana está la cara escondida de los líderes de la oposición y del poder mediático que concentra medios, dinero y odio para con un pueblo que defiende su soberanía
Ha comenzado una semana decisiva en Venezuela. Hora cero para grupos opositores que se lo juegan todo en lo que consideran momento único para asaltar el poder. Fascismo que se recrudece en nombre de la ¿democracia? Amenazas desde Washington con aplicar mayores sanciones, incluidas el corte del suministro de petróleo que en una cantidad de 750 000 barriles diarios compra Washington a Caracas…
Así se ha ido armando la amenazadora tenaza contra la República Bolivariana que ha convocado para el próximo domingo 30 de julio, la votación de la Asamblea Nacional Constituyente.
En los últimos días, la oposición terrorista, la de las bandas de encapuchados y de francotiradores, ha llamado a la población a concentrar alimentos para estar preparados para «lo que viene».
Detrás de cada muerto y herido está la cara escondida de los líderes de la oposición y del poder mediático que concentra medios, dinero y odio para con un pueblo que defiende su soberanía.
Para tensar aun más las cuerdas, la actual Asamblea Nacional, en manos de los opositores, ha dado pasos –ilegales, pero pasos al fin– como intento de formar lo que llamaron un «gobierno de transición», para lo que han creado poderes públicos paralelos, lo más cercano posible a un verdadero golpe de Estado.
La llamada Mesa de la Unidad Democrática convocó la noche de este sábado a un paro cívico con cierre de calles durante 48 horas entre el miércoles y el jueves venideros. El viernes reforzarán las protestas en Caracas para exigir al Presidente que retire la Constituyente, que se vota el domingo 30, refiere la BBC Mundo.
Esos son los llamados «demócratas» internos que no quieren votación popular para una Constituyente que haría todavía más democrático el proceso bolivariano.
Tampoco al gobierno de Washington –matriz de la «democracia» que ellos quieren imponer al mundo– le parece bueno eso de un voto popular para una Asamblea Constituyente y hasta el propio mandatario–magnate, Donald Trump, ha amenazado a Venezuela con tomar nuevas y más profundas medidas contra ese pueblo, de llevarse a cabo la votación del próximo domingo.
A través de un comunicado, el gobernante anticipó que su país impondrá sanciones económicas «rápidas y firmes» a la nación latinoamericana si el gobierno de Nicolás Maduro lleva adelante la Asamblea Constituyente que promueve.
Sin ocultar su felicidad al ver que el presidente Trump se ha involucrado directamente en el tema venezolano, el senador estadounidense Marco Rubio, quien ha encabezado en el Congreso de Estados Unidos la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, sigue llamando a acciones que eviten la votación del domingo 30.
¡Vaya democracia la de esos yanquis!
Mientras, en Caracas las cabezas opositoras cumplen al pie de la letra el guion elaborado desde la guarida norteamericana, que quiere la derrota de la Revolución Bolivariana.
El centenar de muertos, incluso jóvenes quemados vivos por opositores fascistas, cientos de heridos, destrucción material, quema de locales y medios de transporte, no aparecen en ninguno de los espacios mediáticos de la prensa oligárquica venezolana ni de otros países.
Las grandes transnacionales informativas trasladan, copia al papel carbón, la mentira manipuladora como parte del libreto de «golpe suave», que justifique cualquier intervención foránea en los asuntos internos de la nación sudamericana.
La OEA y su secretario general, Luis Almagro, aúlla desesperadamente para que los amos del imperio intervengan. En línea similar se involucran grandes medios europeos como El País, y las consabidas televisoras que desde Estados Unidos han montado la escena mediática para no perderse lo que consideran la semana final de esta pesadilla.
Pero el gobierno venezolano, sus fuerzas armadas, su presidente Nicolás Maduro y la gran mayoría del pueblo, continúan defendiendo el proceso de la Revolución Bolivariana, resisten las embestidas fascistas de la oposición y el imperio y consolidan la unión cívico–militar para enfrentar y vencer a este como a todos los otros intentos de golpe de Estado que los fascistas han querido dar.

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