Astillero
Recurrir a la
El caso Venezuela
Tentación (también) en México
Fox, cada vez más chachalaca
ayudagringa
El caso Venezuela
Tentación (también) en México
Fox, cada vez más chachalaca
Julio Hernández López
PIDEN LEGALIZAR LA MARIGUANA PARA USO RECREATIVO. Decenas de personas
participaron ayer en el Festival de la Mariguana, que se llevó a cabo en
la Plaza de la Ciudadela. Ahí exigieron la legalización de la mota para uso recreativo y aprovecharon para convivir y fumarse un porro
entre amigosFoto Isaac Esquivel/Cuartoscuro
V
iolencia, división social e
inviabilidad política. Más allá del desenlace específico del domingo
venezolano, con siete muertes (a la hora de escribir la presente
columna), protestas callejeras y el procesamiento formal de la Asamblea
Constituyente, el curso de lo que ha sucedido en los meses recientes en
aquel país sudamericano puede aportar lecciones y advertir riesgos para
el futuro inmediato mexicano, en específico para el momento crítico de
la sucesión presidencial de 2018.
En particular, resulta de interés observar la recurrencia al factor
estadunidense por grupos civiles que no encuentran salida institucional a
sus objeciones y su oposición al régimen de Nicolás Maduro. De manera
abierta, la impresentable administración de Donald Trump (aunque, en el
fondo, son los intereses del aparato de poder estadunidense por encima
de nombres y apellidos) mantiene una beligerancia sin tregua contra el
gobierno venezolano, con la aceptación explícita de los cuadros
directivos de la oposición local.En segmentos de esa batalla contra el postchavismo hay una invocación a que la fuerza estadunidense ayude a sacar a Maduro, precipitando lo que sea necesario, incluso intervenciones armadas. Washington, por su parte, influye, presiona y financia cuanta acción puede, en consonancia con el papel histórico de conspiración, desestabilización e intervencionismo que ha mantenido contra gobiernos de izquierda, en cualquier tonalidad de la gama y con diversos niveles de cumplimiento de los proyectos populares invocados (el gobierno de Maduro, por ejemplo, ha cometido errores que han sido aprovechados por los sectores que le combaten, y su estilo personal de mando ha sido desacertado, con incomodidad e incluso rechazo en sus propias filas).
En México también se han ido multiplicando las voces que aceptarían intervenciones extranjeras para tratar de solucionar los graves problemas nacionales. En una primera fase se habla de intervenciones institucionales, a través de organismos formales, que ayuden a frenar los homicidios de periodistas, el horror del crimen organizado e incluso la corrupción institucionalizada.
De hecho, cada vez es mayor la presencia económica e institucional de fundaciones y grupos de apoyo político y económico, incluyendo la promoción de un periodismo de investigación y la organización defensiva de periodistas mexicanos que, en algunos casos, recibe financiamiento de organizaciones como Open Society, de George Soros. En ciertos grupos de élite, que suelen asumirse como representantes de la sociedad civil y que pugnan por participar en el diseño de soluciones institucionales, también se habla de la valía de que instancias foráneas ayuden a empujar transiciones mexicanas.
Es tentadora, para grupos que temen la continuidad del priísmo corrupto, tanto como la eventual llegada de un lopezobradorismo populista o
socialista al estilo venezolano, la idea de creer, o querer creer, que una mano extranjera pueda ayudar a resolver los problemas que en la propia tierra parecen no tener salida. Más, si el panorama electoral de 2018 no ofrece salidas sensatas, sino una polarización y el riesgo de un fraude electoral mayúsculo.
Por lo pronto, en México, la violencia criminal es mayúscula,
en marcos de contubernio con poderes públicos que pueden influir
negativamente en el proceso electoral de 2018. También avanza la
división social, sembrada desde 2006 por la élite panista. Y la
inviabilidad política, la insuficiencia institucional y el colapso de la
democracia representativa están a la vista. ¿Será México la
siguiente estación del recorrido gringo, con aliados locales, para
impedir una alternancia partidista reformista, de tinte izquierdista?
Vicente Fox Quesada disfruta de pensión vitalicia, servicios
administrativos, vigilancia militar, gastos de oficina, impunidad para
él, su esposa e hijos y familiares, y especiales mecanismos de
financiamiento del Centro Fox. El dinero público que se gasta en su
persona, familia e intereses, no tiene ningún sustento legal (las tales
pensiones presidenciales no fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación,
aunque las legislaturas federales incluyen esas partidas en los
presupuestos anuales de egresos). Pero según se acepta informalmente, el
fundamento teórico de esas erogaciones reside en el interés del Estado
mexicano de que disfruten de una vida decorosa, sin desfiguros ni
indignidad, quienes sirvieron en el máximo sitio de la administración
pública.
En el caso de Fox, se va agudizando una penosa recurrencia a lo
ridículo (aunque es un proceso en espiral, de larga data) y es imparable
una indecorosa proclividad a batirse en aguas políticas sucias, en
términos impropios de un personaje mantenido por el dinero público (otro
ejemplo de esa impudicia lo suele dar Felipe Calderón, metido en la
lucha electoral panista y desbordado activista en favor de causas de
extrema derecha).
Además de los señalamientos oportunistas que enderezó en su momento contra Donald Trump (pretendiendo mostrarse como defensor
de los mexicanos), la visita provocadora a Venezuela (de donde lo
expulsaron), el servil apoyo a Enrique Peña Nieto (virtual priísta,
quien sacó al PRI de Los Pinos), Fox Quesada está en campaña
abierta contra Andrés Manuel López Obrador, como mostró ayer mediante
tuits de abierto insulto a quien preside un partido político y encabeza,
hasta ahora, encuestas de opinión respecto a 2018. Así, escribió:
tulicata, chinche brava,vivora (sic) prieta,sanguijuela,lagartija,Falso Profeta,engañabobos.MX no es Venezuela.Tu eres Chavez-Maduro. Papel lamentable, impropio, chachalaco, de un ex presidente de la República que disfruta holgadamente del dinero público, mantenido para hacer desfiguros.
Y, mientras el secretario de Agricultura de Estados Unidos, Sonny
Perdue, anunciaba este fin de semana en Mérida un programa de
contratación temporal de jornaleros mexicanos del que el gobierno
peñista (José Calzada Rovirosa, de Sagarpa) no tenía ni idea, ¡hasta
mañana!
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