sábado, 1 de noviembre de 2014

Gobierno proisraelí de Washington es el verdadero “cagueta”
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Escrito por: Finian Cunningham

Esta semana, un funcionario anónimo de la Casa Blanca se atrevió a llamar “cagueta” al primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu. Y ahora, los medios de comunicación todos se han dedicado a reflexionar si este insulto desembocará en una ruptura estratégica entre Washington y su amigo, el régimen de Israel.

Este presagio ha causado que los críticos estadounidenses del lobby sionista tiemblen de gozo al fantasear con que la política exterior estadounidense podría, un buen día, liberarse de este servilismo que demuestra ante el régimen sionista de Tel Aviv.

Mientras tanto, en primer lugar, una fiebre patética e indecorosa se apoderó de la Casa Blanca y el Departamento de Estado estadounidense para reducir los daños causados. Los portavoces del presidente, Barack Obama, y su secretario de Estado, John Kerry, denunciaron de inmediato el lenguaje “vergonzoso e inapropiado” usado para denigrar al pobre Bibi.

Washington se esforzó en lavarse las manos del crudo comentario sobre la cobardía de Netanyahu y procedió, como siempre, a asegurar al régimen de Tel Aviv que el comentario no reflejaba, de ningún modo, el pensamiento oficial de los Estados Unidos sobre Netanyahu.

En segundo lugar, en la misma semana, Washington realizó su servicio habitual al régimen de Tel Aviv, vetando en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la imposición de cualquier tipo de sanciones sobre éste debido a la construcción de nuevos asentamientos israelíes en Al-Quds (Jerusalén).

Sí, así pasó por alto el Departamento de Estado estadounidense el daño que la última decisión del régimen israelí de construir 1000 nuevas viviendas ilegales para los colonos judíos en la capital palestina hace al proceso de paz, que, de momento, está en estado de coma.

Y Tel Aviv ahora sabe muy bien que cualquier advertencia por parte de Washington es mero espectáculo, pues vetando las sanciones, EE.UU. ha dado luz verde para proceder a la ocupación ilegal de Al-Quds.

El país norteamericano ni siquiera ha reaccionado ante la indignante actitud israelí de prohibir el acceso de los musulmanes a la Mezquita Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes.

El tercer tema fue el hecho de que EE.UU. regalara 25 aviones de combate jet F-35, por valor de 4 mil millones de dólares, al régimen israelí, un regalo del que ha habido muy pocas noticias. El avión de combate de nueva generación todavía no ha entrado en servicio y algunos críticos dicen que es un pedazo exageradamente equipado del sistema de alta tecnología. El F-35, sin embargo, es presuntamente la máquina de matar más exacta que tiene el Pentágono y está envuelta en un somero secreto.

Sin embargo, el régimen de Israel es el primero a quien confían los secretos relacionados con este avión de combate futurista, algo que dice mucho de la relación integral e inquebrantable que existe entre los EE.UU. y el régimen de Israel.

Cabe mencionar que este generoso regalo se suma a los 3 mil millones de dólares que el régimen de Israel recibe anualmente de los impuestos que pagan los estadounidenses y los cientos de millones de dólares que recibe para sus nuevos sistemas de defensa antimisiles -incluso después de dos meses de masacre contra los palestinos en Gaza a principios de este verano.

Así que, debemos mirar el epíteto despectivo para Netanyahu en su propio contexto. El epíteto puede haber sido resultado de un resentimiento personal de la Casa Blanca hacia el odioso Netanyahu y sus insolentes ministros del partido Likud, por sus insultos a John Kerry en los últimos meses.

Esa acritud también parece haberse manifestado la semana pasada, mediante el menosprecio que demostraron los altos cargos de la Administración de Obama al recibir al ministro israelí de asuntos militares, Moshe Yaalon, durante su visita a Washington, supuestamente a causa de su comentario grosero sobre Kerry a principios de este año, cuando le llamó “ingenuo y mesiánico” en su llamada misión de paz palestino-israelí.

Pero no nos hagamos ilusiones. Aparte de estas quejas sin sentido, no se ve ninguna verdadera ruptura estratégica entre Washington y el régimen de Tel Aviv. El régimen israelí es la plataforma imperialista de Washington en la zona estratégicamente vital de Oriente Medio. Como ha dicho el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden, servilmente el año pasado: “Si Israel no existiera, entonces los EE.UU. tendrían que inventarlo”.

Ningún crimen contra la humanidad o contra el derecho internacional cometido por el régimen israelí le parece demasiado grave a Washington. La hegemonía estadounidense en la región rica en petróleo está estrechamente vinculada a la existencia del régimen israelí, así que su usurpación genocida de la tierra palestina está completamente perdonada, protegida y apoyada por Washington, so pretexto de que el proceso de paz ha llegado a un punto muerto.

La indulgencia que demuestra Washington con el régimen israelí ha hecho que los críticos norteamericanos de esta actitud se engañen pensando que Estados Unidos ha sido “secuestrado por los sionistas”. En su opinión, si el buen viejo de Estados Unidos pudiera enterarse de la estafa sionista y quitársela de encima, podría convertirse en una nación noble con relaciones normales con el resto del mundo.

De ahí el entusiasmo suscitado esta semana en torno al insulto pronunciado por el desconocido funcionario de la Casa Blanca contra Netanyahu. Algunos ya están interpretando entusiasmadamente esto como una muestra de que los EE.UU. finalmente quieren cortar sus lazos con los usurpadores sionistas que han corrompido el país norteamericano con su actitud.

Este punto de vista es incapaz de entender que los EE.UU. son una entidad imperialista en todos sus sentidos y, para seguir manteniendo su hegemonía capitalista en el mundo, necesitan la guerra y la dominación extranjera. Cortar con el régimen de Israel no va a cambiar esta realidad. La única vía que va a convertirlo en un país pacífico que respete las leyes, es una revisión fundamental desde el interior y acabar con su belicista sistema capitalista.

Hasta entonces, Washington seguirá cumpliendo con los deseos criminales del régimen de Israel como parte de su imperio global. Llamar “caguetas” a Netanyahu y a su calaña es solo una pequeña parte de la verdad. La verdad más grande es que el verdadero cagueta es Washington, que se esconde detrás de este régimen criminal.

ymc/anz

Nacido en 1963, Finian Cunningham ha escrito extensamente sobre asuntos internacionales, con artículos publicados en varios idiomas. Durante casi 20 años, trabajó como editor y escritor en importantes medios de comunicación, entre ellos 'The Mirror', 'Irish Times' e 'Independent'. Originario de Belfast, Irlanda, ahora se encuentra en el este de África como periodista freelance, donde basándose en la experiencia de testigos presenciales, está escribiendo un libro sobre Baréin y el despertar islámico.

El autor fue expulsado de Baréin en junio de 2011 a causa de sus artículos críticos, en los que destacó violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de las fuerzas del régimen bareiní. Es columnista de política internacional para PressTV y la Fundación Cultura Estratégica.

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