jueves, 1 de agosto de 2019

Astillero
Nayarit y la balacera en Zapopan // Familiares del gobernador // ¿Equivocación o mensaje? // Bozzo: doctora honoris causa
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▲ SUSTO A FAMILIA DEL MANDATARIO NAYARITA. En un centro comercial de Zapopan, Jalisco, delincuentes se enfrentaron a tiros en un restaurante de comida rápida donde estaban la esposa del gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría, y sus dos hijos. El gobierno nayarita informó que la esposa del mandatario local no era el objetivo del ataque.
Foto Arturo Campos Cedillo
 
Ala hora de redactar la presente columna no había suficiente esclarecimiento de lo sucedido en un establecimiento de comida rápida en una plaza comercial de Zapopan, en la zona metropolitana que tiene a Guadalajara como denominador común.
Un comunicado oficial del gobierno de Nayarit estableció en primera instancia que María Luisa Aguirre de Echevarría y sus dos menores hijos se encontraban en un restaurante cuando unos hombres entraron al lugar y dispararon contra uno de los comensales que no tenía relación alguna con la familia del gobernador. En medio de la confusión, el personal de seguridad de la familia del gobernador enfrentó a los agresores para salvaguardar la integridad de todas las personas que se encontraban en el sitio y abatieron a dos de los tiradores.
A reserva de las precisiones del caso, lo sucedido confirma la grave situación de inseguridad que se vive en todo el país, a tal grado que se produzca una balacera en una plaza comercial sumamente concurrida (ayer era el último día de barata de verano de la principal tienda departamental de ese conjunto comercial: estacionamientos repletos, gangas en otras tiendas, muchos visitantes, acompañados de sus familias) y a plena luz del día (alrededor de las cuatro de la tarde).
Ya las indagaciones oficiales habrán de puntualizar lo acontecido en ese lugar, pero no está de más recordar que Nayarit ha sido una plaza menos mencionada que otras en cuanto al dominio de cárteles del crimen organizado. Pero la densidad delictiva concentrada en esa entidad es similar a la de los peores focos rojos en el mapa criminal del país. Basta recordar que durante el gobierno del priísta Roberto Sandoval, quien mantuvo una muy buena relación con el también priísta Aristóteles Sandoval, quien fue gobernador de Jalisco, el fiscal general del rstado fue Édgar Veytia, apodado no sin justa razón como El Diablo.
Dicho fiscal se convirtió en el principal protector y beneficiario de redes de producción, importación y distribución de drogas (mariguana, cocaína, heroína y anfetaminas), hasta que policías de Estados Unidos lo detuvieron en marzo de 2017, antes de que cruzara la frontera, de regreso a México. Veytia instauró en Nayarit un auténtico imperio del mal, utilizando la estructura de la fiscalía para obligar a ciudadanos a ceder ante imposiciones diversas y convirtiéndose él mismo en el principal narcotraficante de la región, hasta que Estados Unidos lo detuvo, procesó y sentenció a varios años de cárcel.
La histórica hegemonía priísta en esa entidad fue rota en 1999 por Antonio Echevarría Domínguez, el hombre rico del estado, quien fue postulado por los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo, de la Revolución Socialista (de Nayarit) y, en realidad y sustancialmente, Acción Nacional. Un hijo de este muy próspero empresario, que gobernó de 1999 a 2005, ocupa actualmente el mando estatal: Antonio Echevarría García (también a nombre de una coalición partidista aunque, en realidad, de sello panista), cuya esposa e hijos estuvieron en el centro de los sucesos de este miércoles en la tarde en Zapopan, Jalisco.
Por fortuna no hubo ningún hecho de sangre relacionado con la familia de un gobernador, pues una tragedia así habría sido noticia de difusión internacional. Es posible que, como se ha planteado en versiones oficiales preliminares, la irrupción armada no tuviera nada que ver con la familia Echevarría Aguirre. Es necesario esperar más información para que quede claro este inusual ataque.
No podría ser de otra manera con Laura Bozzo, la polémica presentadora de programas, llamados basura, en la televisión mexicana y de otros países latinoamericanos: recibió un doctorado honoris causa por parte de tres empresas educativas cuyos nombres difícilmente serían mencionados en los medios de comunicación a no ser por un episodio grotesco como el escenificado en un salón del Congreso de la Ciudad de México donde la mencionada Laura Cecilia Bozzo Rotondo asumió su muy discutible grado honorario de excelencia.
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