El mercenario israelí que tiene las claves del paramilitarismo en Colombia
Yair Klein se metió
de cabeza en la historia de Colombia durante la segunda mitad de la
década de los 80, cuando coordinó los primeros entrenamientos de los
escuadrones paramilitares que terminarían escribiendo uno de los
capítulos más sangrientos de la historia reciente del país.
Pero
es sólo ahora, y luego de haber pasado por cárceles de Sierra Leona,
Rusia e Israel, que el exmilitar y mercenario israelí de 70 años ha
empezado a compartir su versión de la historia con la justicia
colombiana.
Y buena parte de Colombia está pendiente de lo que tiene que decir.
Klein
está participando como testigo en la audiencia en contra del exjefe
paramilitar Ramón Isaza, uno de los principales líderes de las ya
desaparecidas Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
Y el martes
afirmó que para su trabajo con los paramilitares había contado con el
apoyo directo del ejército y otras instituciones estatales colombianas,
además de haber recibido financiamiento de alguien que luego llegaría a
convertirse en presidente del país.
"No digo el nombre porque
ustedes saben perfectamente quién es", dijo Klein en hebreo, hablando
vía teleconferencia desde Israel.
"Fue uno de los hacendados de la
zona, que pagó como todos los hacendados para que yo pudiera hacer en
ese momento los entrenamientos", afirmó.
Especulación
Aunque
no dio nombres, los detalles ofrecidos por Klein fueron suficientes
como para desatar un intenso debate y todo tipo de especulaciones en
Colombia.
Y ante las murmuraciones en las redes sociales, el
expresidente Álvaro Uribe -quien en el pasado ha negado hasta la
saciedad cualquier vínculo con el paramilitarismo- rápidamente salió a
desmentir cualquier vinculación.
"Como todo bandido, cobarde a
distancia y sinuoso", dijo Uribe de Klein vía Twitter luego de conocerse
las declaraciones del mercenario israelí.
"La primera vez que me interesé en el
bandido Klein fue en la Presidencia para pedir que fuera extraditado a
Colombia", recordó además el exmandatario, quien en una entrevista con
la emisora local La W calificó de "infamias" la velada acusación.
"Díganle a ese bandido que presente pruebas sobre las acusaciones que me hace", insistió.
Así
las cosas, la pregunta que ahora muchos se hacen en Colombia es si
Klein llegará a identificar con nombres y apellidos a sus supuestos
financiadores.
Si lo hace como parte del proceso, aunque no
presente evidencias, la revelación podría obligar a la justicia
colombiana a iniciar una investigación.
Pero Klein, quien tampoco
ha ofrecido pruebas que respalden la denuncia, podría también dejar la
revelación para el libro en el que dijo estar trabajando.
Y es que, su vida, definitivamente da para una novela. O dos.
Narcotraficantes también
Nacido en 1942, Klein llegó a ser teniente coronel del ejército israelí y luego fundó su propia compañía de seguridad.
Y
además de los ya mencionados paramilitares, la lista de sus clientes
polémicos incluye milicianos libaneses, guerrilleros africanos y
narcotraficantes colombianos.
De hecho, según varias versiones,
Klein llegó por primera vez a Colombia a mediados de la década de los 80
de la mano del Cartel de Medellín.
"Fue él quien le enseñó al Cartel de Medellín a
accionar bombas a control remoto", le dijo en 2008 a BBC Mundo Pablo
Elías González, un antiguo jefe de investigaciones especiales de la
Procuraduría General de Colombia.
Y luego de darle entrenamiento
militar a las "milicias" de los narcotraficantes, Klein habría pasado a
trabajar con hombres armados reclutados por varios hacendados locales
para defenderse de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia,
FARC, los que, a la postre, se convertirían en los primeros combatientes
de las AUC.
El mercenario israelí, sin embargo, en el pasado ha ofrecido versiones diferentes y contradictorias.
En una entrevista concedida al diario israelí Maariv,
reproducida por el diario El Colombiano en junio de 2000, el exmilitar
dijo que había viajado a Colombia por invitación de representantes del
gobierno de Estados Unidos.
"Estuve en Colombia por invitación de
los americanos y punto. Todo lo que los Estados Unidos no pueden hacer,
porque le es prohibido (...), lo hace (...) por medio de otros", dijo en
esa oportunidad.
Más tarde, en una entrevista concedida a Caracol
Televisión, afirmó haber viajado a Colombia por invitación de la misma
Policía Nacional.
Y, a través de su cuenta de Twitter, el
expresidente Uribe se ha encargado de destacar otra entrevista,
concedida en 2003, en la que Klein decía no conocerlo.
Extradición fallida
Lo
que no se puede discutir, en cualquier caso, es que la presencia de
Klein en Colombia fue hecha pública por primera vez a finales de los
años 80 por el periodista Ignacio Gómez, del diario El Espectador.
Y las investigaciones judiciales iniciadas por las
autoridades colombianas eventualmente obligarían al mercenario israelí a
abandonar el país.
Así las cosas, Colombia sólo volvió a escuchar
de Klein a finales de 1999, cuando se supo que había sido arrestado en
Sierra Leona por contrabando de armas en favor de los guerrilleros del
Frente Unido Revolucionario.
Y, en 2001, la justicia colombiana
condenó a Klein, en ausencia, a diez años y ocho meses de prisión por
"instrucción, entrenamiento en tácticas, técnicas y procedimientos
militares terroristas, agravado por haberse cometido con mercenarios, y
concierto para delinquir".
Una orden de captura internacional
emitida por la Interpol a solicitud de Colombia permitiría
posteriormente su arresto, en Moscú, en agosto de 2007.
Pero la
extradición de Klein a Colombia fue bloqueada por el tribunal Europeo de
Derechos Humanos, por considerar que Colombia no podía garantizar su
seguridad, por lo que las autoridades rusas enviaron a Klein a Israel,
desde donde, más de diez años después, ha empezado a colaborar con la
justicia colombiana.
Y lo que queda por ver, ahora, es si esa
colaboración servirá para "desenredar el nudo gordiano del
paramilitarismo en el país", como le dijo a BBC Mundo en 2008 Alfonso
Gómez Méndez, el exfiscal general de Colombia que pidió la extradición
de Klein a inicios de la década.
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