El escritor dijo que el asesinato de Juan Vázquez es un castigo por defender la tierra
El Estado mexicano convierte la vida en muerte para acumular riqueza: Zibechi
Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de junio de 2013, p. 18
El asesinato en abril de Juan Vázquez Guzmán, representante de los adherentes de la Sexta declaración de la selva Lacandona en el ejido San Sebastián Bachajón, Chiapas, “es un castigo a la comunidad por defender las cascadas de Agua Azul de la especulación turística”, sostuvo el periodista y escritor uruguayo Raúl Zibechi en un mensaje a los convocantes internacionales de la “semana de acción mundial” en favor de la lucha de ese pueblo tzeltal, la cual inició hoy.
“El objetivo del capital y del Estado mexicano es usar los regalos de la naturaleza para acumular riqueza, o sea, convertir la vida en muerte. La guerra contra los pueblos para apropiarse de la naturaleza está convirtiendo a los pobladores de San Sebastián en objetivos militares. Juan fue uno de ellos, por haberse destacado en la defensa de la comunidad”, subrayó Zibechi, y estableció un paralelismo revelador con la poeta afroestadunidense Audre Lorde. “La muerte también tiene color, clase y lugar geográfico. Como la vida. Como el dolor. Cuando buscaba qué decirles a los compas que están organizando la semana de acción en homenaje a Juan Vázquez Guzmán encontré el testimonio de una mujer afroamericana, negra y, por lo tanto, pobre, que nació en Harlem en la terrible década de 1930, cuando los ricos descargaban la crisis sobre los de abajo.
“Esa mujer se llamó Audre Lorde, fue poeta y, entre muchas otras cosas dijo: ‘Para nosotras, la vida entera está teñida de violencia. No sólo nos enfrentamos a ella en la primera línea de frente, o a medianoche en callejuelas oscuras, o en los lugares donde nos atrevemos a expresar nuestra resistencia. La violencia es el tejido de nuestra vida’”.
Zibechi considera a Lorde y Vázquez Guzmán “hermanos de sangre que se hermanaron hace como cinco siglos en algún lugar de este mundo, mientras los Juanes resistían a los conquistadores y las Audres buscaban escapar de los esclavistas. Las resistencias unieron y siguen uniendo a los pueblos del color de la tierra. Juan y Audre nos envían, desde algún lugar, el mensaje de que es posible unir las resistencias, tejer puentes entre indios y negros, entre varones y mujeres, entre gentes que viven en el Norte y gentes que vivimos en el Sur”.
Sumando su solidaridad con los ejidatarios de la Sexta a la de otros intelectuales comprometidos, como el peruano Hugo Blanco, el analista sostuvo: “Es posible tejer puentes entre los diferentes si reconocemos las diferencias. Si no las juzgamos. Si las mezclamos en las resistencias haciendo que la causa de cada quien sea nuestra causa. Audre se definió a sí misma negra, lesbiana, madre, guerrera, poeta. La sonrisa de Juan y su amor por las gentes de su comunidad son un programa de vida al que se apegó con rigor hasta el último día”.
Dirigiéndose a quienes “no somos tzeltales como Juan, ni negras como Audre”, dijo que “podemos hermanarnos con ellos y ellas en múltiples resistencias, y que de ese hermanamiento, y sólo de él, nacerá un mundo nuevo, diferente, en el que quepan todos los colores, desde los diferentes e intensos colores de la tierra hasta los colores más paliduchos de las tierras frías. Y que en ese hermanamiento habrá un corazón de nombre Juan, y con Juan nombraremos el corazón de todos y todas”.
Por su parte, Alberto Patishtán y los demás presos de la Voz del Amate y Solidarios de la Voz del Amate en el penal de San Cristóbal de las Casas, recordaron al dirigente asesinado, quien este martes hubiera cumplido 33 años: “Fue y es un hombre valiente y ejemplar que luchó por el bienestar de su pueblo defendiendo la tierra que pertenece a Bachajón. Nuestro hermano nos acompañó siempre y nos acompañará a exigir nuestras libertades robadas por el mal sistema”.
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