jueves, 1 de agosto de 2019

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil

Bolsonaro, sin piedad contra la Amazonía

© REUTERS / Adriano Machado
Medioambiente
Desde que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, asumió el cargo en enero, el área boscosa de la Amazonía ha perdido más de 3.000 kilómetros. A pesar de los esfuerzos de los Gobierno anteriores y de los grupos ambientalistas por recuperar la zona, la motosierra de Bolsonaro no tiene piedad y está acabando con todo a su paso.
Brasil contiene el 40% de las selvas tropicales de la Tierra y alberga entre el 10 y 15% de las especies terrestres del mundo. Todas las maravillas naturales contenidas en la Amazonía han sido agredidas en los últimos 50 años, para la construcción de carreteras y represas, o por la tala, la minería, la agricultura de soja y la ganadería. 
Después de un esfuerzo por frenar esta destrucción, los Gobiernos de Luiz Inácio 'Lula' Da Silva y de Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores) lograron que en 2013 se vieran los primeros resultados de la recuperación en la zona, tras frenar con leyes y decretos el efecto de la acción humana.
Pero desde que la llegada al poder del Bolsonaro, la destrucción ha vuelto y, aunque en el 80% de la Amazonía la tala sigue siendo ilegal, los árboles han comenzado a desaparecer a un ritmo vertiginoso. Un área de bosques del doble de Manhattan desaparece cada semana, indicó The New York Times.
Según los datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales de Brasil, la deforestación de la Amazonía aumentó un 88% entre enero y junio. Se estima que esta cifra es la más alta de la última década, según The Guardian. 
Y aunque el Congreso brasileño y los tribunales han bloqueado algunos de los esfuerzos del mandatario por eliminar la categoría de "área protegida" a algunas zonas de la Amazonía, Bolsonaro ha dejado en claro que está por encima del bien y el mal.
Durante una conferencia de prensa en julio, dijo con toda la autoridad del mundo: "La amazonía es nuestra, no de ustedes (...) y los datos de deforestación son falsos". Pero su asesor de Seguridad, Augusto Heleno Pereira, ya lo había augurado dos meses atrás cuando sin parpadear señaló que "toda esa idea de que Amazonas es Patrimonio de la Humanidad es una tontería".
Según los expertos, esta degradación en el ecosistema de la Amazonía puede afectar la absorción de dióxido de carbono, lo que aumentaría gravemente el calentamiento global y provocaría la extinción de disímiles especies de animales y plantas, y por supuesto, marcaría el fin de la humanidad.
La Amazonía es la mayor reserva forestal del mundo, reconocida como el gran pulmón del planeta con 7,4 millones de kilómetros cuadrados. La responsabilidad que tienen las autoridades brasileñas de salvaguardar este ecosistema es enorme, pues tienen en sus manos la supervivencia humana.

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