viernes, 28 de diciembre de 2012

México: la ley al servicio del delito

Publicado el diciembre 28, 2012, Bajo Columna de opinión, Autor Seti.
Cuando yo uso una palabra – dijo Humpty-Dumpty en tono burlón – significa justamente lo que yo quiero que signifique: ni más ni menos…
El problema – dijo Alicia – es si usted puede hacer que una palabra tenga tantos significados…
No – dijo Humpty-Dumpty – el problema es quién es el que manda. Eso es todo. (tomado de: Alicia a través del espejo de Lewis Carroll.
Por: Patricia Barba Ávila
Desde tiempos inmemoriales, la historia nos da cuenta del sinnúmero de ocasiones en las que quien o quienes detentan el poder no solo han armado escenarios que sirvan para inculpar y destruir a sus enemigos, sino que, además, han diseñado “leyes” para intentar legitimar crímenes contra la humanidad y justificarlos como “necesarios” para la paz y el progreso.
Desde el Imperio Romano, pasando por el Medioevo, el Renacimiento y la era moderna, las élites gobernantes han empleado el poder para la construcción de culpables a los que se desea eliminar: desde Nerón y el incendio de la ciudad, que le sirvió tanto para destruir a los cristianos como para reconstruir Roma de acuerdo con su enfermiza noción de grandeza, pasando por la explosión del buque Maine provocada por el propio gobierno norteamericano en aguas cubanas para justificar la Enmienda Platt y la injerencia en la política y economía de la isla caribeña en 1898, hasta las masacres cometidas por mercenarios y los “Cascos Azules” de la ONU en la antigua Yugoslavia, que sirvieron para que un tribunal ad hoc inculpara y juzgara al Presidente serbio Slovodan Molosevic y, como ansiado corolario, para que el cartel financiero internacional a través de su brazo armado, la OTAN, tomara el control de esa estratégica región.

En lo que respecta a “legalizar” el crimen, se ha pasado de la adopción de convenciones sociales para garantizar la convivencia armónica –que es el origen, entre otros, del Derecho Romano del que se desprenden las estructuras jurídicas que regulan, o deberían de regular, el comportamiento de varias naciones– a la redacción de legislaciones que sirvan para autorizar y justificar los abusos, asesinatos y demás crímenes perpetrados contra los ciudadanos en las distintas épocas de nuestra conflictiva humanidad. Y así tenemos que tanto en la Biblia (libro de libros) y otros textos “sagrados” como en los códigos de las distintas naciones, se justifica la invasión y destrucción de otros pueblos “en el nombre de Jehová o el dios perteneciente al transgresor; la esclavización de una raza por parte de otra, porque “así está en el texto bíblico”; la conquista y destrucción de civilizaciones enteras en nombre del progreso, la democracia y la protección de la “seguridad nacional”, que han sido los justificantes para conflagraciones mundiales devastadoras. Es decir, el asesinato masivo por parte de Julio César, Hitler o George Bush, ha sido considerado moral y jurídicamente aceptable mientras que la defensa del patrimonio propio, la dignidad y hasta la vida misma de insurgentes y rebeldes, desde los tiempos de Espartaco, han sido condenados con penas de cárcel y muerte.
Con base en lo anterior, no es de extrañar que esta estrategia haya sido adoptada por las sucesivas gerencias generales al servicio del cartel financiero internacional en México y otras latitudes, como ha sido el caso de la infiltración de golpeadores pagados para cometer los crímenes con los cuales se inculpa a manifestantes, tal como ocurrió el pasado 1º de diciembre en que el alfil de Salinas y la mafia financiera nacional e internacional, se apoderó de la presidencia del país. Huelga decir que las decenas de ciudadanos encarcelados y torturados por la policía han quedado ya exonerados con pruebas contundentes como los videos presentados por los familiares y abogados de las víctimas de represión, que es lo que me lleva a esta reflexión que inicio con una cita de la obra Alicia en el país de las maravillas, cuando la protagonista sostiene el interesante diálogo con Humpty Dumpty que revela, en toda su crudeza, la naturaleza del poder de la sinrazón contra el poder de la razón; la fuerza bruta del que roba, tortura y asesina con la ley –su ley– en la mano, contra la fuerza moral de los que padecen el despojo hasta de su derecho a vivir.
Sin demérito del encomiable y formidable esfuerzo de La Liga de Abogados Primero de Diciembre que han estado a cargo de la defensa de los detenidos en ese aciago día, a lo que nos estamos enfrentando aquí es al poder de la sinrazón de los Humpty Dumpty de la mafia en el poder. No se trata aquí de la fuerza del derecho jurídico para defender a inocentes, pues es más que claro que existen los argumentos y evidencias suficientes para la completa exoneración de los detenidos. De lo que se trata aquí es de quién detenta el poder, porque entonces, no habrá razonamiento ni legitimidad de argumentación que cuente…y aquí es, justamente, donde radica la extrema gravedad del asunto: es una cuestión de fuerza; es una cuestión de enfrentar ese poder irracional y brutal no solamente con la fuerza de la razón y el derecho jurídico, como debería de ser en un mundo ideal, sino de enfrentarlo con la fuerza y el poder de una sociedad unida, convencida de que para recuperar la rienda de su destino, ya no es suficiente apelar a la ética y la razón pues los que abusan, encarcelan y asesinan desde el poder gubernamental, han borrado esos valores de su quehacer cotidiano y los han reemplazado con el mantra lo hago porque quiero y puedo…nada más y nada menos.
Mientras como sociedad sigamos esperando que alguien más nos rescate, seguiremos padeciendo a los Humpty Dumpty del mundo.
Comentarios: paty.barba50@hotmail.com; andrea.barba47@gmail.com
Twitter: @CausayEfecto5; @setimorena

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