Hugo Chávez recibe el aliento del pueblo latinoamericano
Vicky Peláez
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16:10
14/12/2012
Columna semanal por Vicky Peláez
Para vencer-lo que sea-no hay como el valor. El valor ataca incluso a la
muerte, pues dice: ¿Fue esto la vida? ¡Muy bien! ¡Otra vez! (Friedrich
Nietzsche, “Así Habló Zaratustra”).
Los pueblos latinoamericanos están rezando por la recuperación de la salud
del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, un símbolo de lucha de América Latina
y el mundo por un futuro diferente, solidario, democrático y justo. Los pueblos
andinos están exhortando a la Pachamama y a los Apus para que le dieran fuerza y
resistir la nueva embestida del cáncer y salir desairándolo, como lo hizo en
otras ocasiones.
La Cámara de Diputados de Bolivia aprobó una resolución que declara su
solidaridad fraterna con el pueblo venezolano y hace votos de salud y pronta
recuperación de su presidente. El presidente Pepe Mujica del Uruguay y sus
homólogos, Cristina Fernández, Rafael Correa, Daniel Ortega, Ollanta Humala le
desearon que vuelva cuanto antes con su fuerza, su humor y su compañerismo.
Los que habitamos este continente y vivimos su realidad podemos decir que
estas multitudinarias muestras de solidaridad con un líder convaleciente es un
fenómeno completamente nuevo en América Latina. Hace unos 20 años, cuando la
ideología del neoliberalismo ya estaba a punto de separar al hombre de la
sociedad, aniquilar su instinto innato de ser “un animal social” y orientarlo
hacia el individualismo bajo el eslogan de Margaret Thatcher: “Sociedad no
existe. Solamente existen los individuos”, no hubiera sido posible expresar
estas muestras de fraternidad y hermandad, tan humanas y tan necesarias para la
sobrevivencia de la raza humana.
En aquellos 1990, los economistas, además de imponer el Consenso de
Washington, proponían la aniquilación del “toque humano” para que la sociedad
se convierta en una empresa. El periodista argentino José Steinsleger nos
recordó en un reciente artículo al norteamericano Gary Becker quien obtuvo el
Premio Nobel en economía en 1992 planteando tratar a la familia como una
“fábrica” de bienes domésticos (comida, alojamiento) producidos con tiempo y
bienes del mercado. Según Becker, el precio de estos tenía dos componentes: el
precio de mercado y el coste de la oportunidad de tiempo. Si la renta de la
familia aumenta, resulta antieconómico mantener a un miembro de la familia
trabajando en la casa (“Trabajo Sobre Familia”, 1981)
Mirando en retrospectiva aquellos años 1990, da la impresión que estábamos
entrando en un mundo completamente estrecho y ajeno a los seres humanos. ¿Quién
se hubiera imaginado que en el año 1992, cuando Becker recibía su Premio Nobel
en Suecia, en otro rincón del mundo, en Venezuela, un comandante trataba de
dar un golpe de Estado y que este militar unos diez años después se convertiría
en un indiscutido y carismático líder bolivariano, reconocido y querido por la
mayoría de los seres humanos cansados de vivir en la pobreza, pero también muy
odiado por la minoría temerosa de perder su riqueza?
El destino quiso que así sucediera y la voluntad de Hugo Chávez en conjunto
con su sensibilidad social, que coincidieron con el deseo de cambio expresado
por su pueblo, lo proyectó en 1999 a la presidencia de Venezuela y
posteriormente lo convirtieron en un polémico pero imprescindible e indiscutible
líder latinoamericano. Dijo la periodista norteamericana Eva Golinger que
“Chávez alza la voz sin temblar ante los más poderosos, dice las verdades que
otros temen decir, no se arrodilla nunca ante nadie, anda con firme dignidad, la
cabeza en alto, siempre con el pueblo por delante y la visión y sueño de la
patria próspera, justa y feliz”.
En los catorce años siguientes Venezuela cambió su rostro socioeconómico por
completo. Recientemente la Organización Mundial para la Agricultura y
Alimentación (FAO) mandó un reconocimiento al gobierno por los logros obtenidos
en la erradicación de la pobreza y del hambre. En 2002 más del 80 por ciento de
los venezolanos tenían dificultades para acceder a los alimentos y diez años
después, de acuerdo al ministro de Alimentación de Venezuela, Carlos Osorio, el
98 por ciento de la población ingiere tres o cuatro comidas diarias y el 1,6 por
ciento tiene acceso a dos comidas diarias. También se redujo drásticamente la
importación de los alimentos. Mientras que en 1999 el 75 por ciento de la comida
que se consumía en el país procedía del extranjero, actualmente se importa un 40
por ciento de los alimentos, de los cuales 21 por ciento es el trigo.
Por supuesto que los detractores nacionales y extranjeros de Hugo Chávez no
quieren ver estos logros de su proyecto bolivariano y día tras día, enfrascados
en la rutina de su guerra mediática, “informan” sobre la “disfuncionalidad de
Venezuela como un Estado y una Nación en situación crítica de su economía”. La
desinformación sobre Venezuela en los Estados Unidos, la Unión Europea y en
Rusia es aplastante. Se cree que es un país dominado por la violencia y el
narcotráfico donde los ciudadanos están inseguros por su vida, especialmente en
Caracas, creen que la economía está en una fase de descomposición, la inflación
está superando un 30 por ciento y nadie está protegido de la corrupción.
Supuestamente los inversores extranjeros están inseguros porque el gobierno
venezolano nacionalizó en estos 14 años cerca de 6.000 empresas.
Lo que no informan los medios de comunicación globalizados es que las
empresas nacionalizadas han recibido una justa recompensa y que paradójicamente
la participación del sector privado en el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó
del 65 por ciento en 1999 al 70 en 2011 y, hasta apareció una clase de
“boliburgueses” – empresarios privados enganchados en el proceso económico
bolivariano. Los datos estadísticos que presentan analistas de Goldman Sachs o
de Nomura Securities International sobre una inflación galopante de un 30 por
ciento y un PIB negativo para 2013 no inspiran confianza teniendo en cuenta como
Goldman Sachs hizo “doctorar” los indicadores económicos de Grecia, por supuesto
por una buena remuneración, para que el país fuera admitido en la Unión
Europea.
El problema es que las transnacionales que son amos y dueños de este mundo
están descontentos con Hugo Chávez quien hizo domesticar parcialmente el mercado
interno, detuvo la ofensiva neoliberal, nacionalizó los sectores estratégicos de
la economía, recuperó la soberanía nacional e hizo redistribuir la riqueza en
favor de los olvidados. De acuerdo a un reciente informe de la ONU, Venezuela
actualmente es el país con el más bajo nivel de desigualdad en América Latina y
en el Caribe y que dedica cerca del 40 por ciento de su presupuesto a los
programas sociales. Por eso no sorprende que el número de docentes creció en
estos 14 años de 65.000 a 365 mil y que 2.450.000 personas gozan de una pensión,
incluyendo a los trabajadores informales, entre ellos pescadores, campesinos,
peluqueros, taxistas, mototaxistas etc., etc.
¿Cómo les iba a gustar a la Procter & Gamble Co., Colgate-Palmolive Co.
y a Johnson & Johnson el decreto del gobierno que los obligó a rebajar el
precio de 19 de sus productos de primera necesidad? Igual se amargaron los
oligarcas agrícolas nacionales por la expropiación en estos 14 años de 3,6
millones de hectáreas de tierra a favor de 175.000 campesinos en 23 Estados del
país. Y lo peor de todo, que su ejemplo de convertir a Venezuela en un país
soberano está contagiando poco a poco a toda América Latina. Será por eso que en
un reciente artículo el periódico británico The Sunday Telegraph se refirió a
Hugo Chávez como un “miembro del Club Internacional de estadistas delincuentes”
que está llevando la economía venezolana al colapso.
Sin embargo, las estadísticas de las Naciones Unidas y del Fondo Monetario
Internacional están desmintiendo estos pronósticos y auguran que la economía
venezolana crecerá en el 2013 alrededor del 3,5 por ciento. A la vez el
presidente del Banco Central del país, Nelson Merentes anunció que la inflación
acumulada entre enero a julio 2012 es de 8,6 por ciento lo que significa el 16
por ciento menos que en el mismo período en 2011. Se espera también que a partir
del próximo año empezará a dar resultados el plan nacional que estableció la
creación de cinco centros de desarrollo en el país.
El primer centro abarca el Cinturón de Orinoco y es un polo petrolero. El
segundo, llamado el Cinturón Minero de Orinoco con reservas de bauxita, oro e
hierro, es dedicado a la industria extractiva y al procesamiento de los
minerales. El centro del desarrollo tecnológico está ubicado en la parte del
centro y del norte del país. El cuarto centro localizado en los estados de
Falcón y Zulia es destinado a la industria petroquímica y el quinto polo
orientado a la agricultura se concentrará en los estados de Apure, Barinas,
Portuguesa, Mérida, Táchira y Trujillo.
Teniendo en cuenta este plan de desarrollo que ya está en marcha y representa
ventajas concretas para el pueblo, sería difícil la anunciada quiebra de la
economía nacional, anunciada por la oposición que aspira a terminar con el
“chavismo” en Venezuela. Inclusive uno de los más acérrimos enemigos de Chávez,
el mimado columnista del periódico español El País, Moises Naim, reconoció en
un reciente artículo que “la sociedad civil contraria a Chávez es de influencia
limitada y carente de matones, armas o dinero”. “Y Estados Unidos, otro actor
hostil al chavismo, está demasiado ocupado con la crisis en otras regiones.”
Definitivamente el Plan Bolivariano, siendo aspiración de su pueblo, seguirá
su curso e inclusive existe la posibilidad de que en las elecciones regionales y
municipales que tendrán lugar este 16 de diciembre los partidarios y
simpatizantes de Hugo Chávez y de su Proyecto Bolivariano consoliden su poder.
Mientras tanto de Cuba han llegado las noticias, cuando se escribía este
artículo que el estado de salud de Hugo Chávez evolucionó del “estable a
favorable a recuperación”. Parece que la Pachamama, los Apus, las vigilias,
rezos, misas, oraciones y pensamientos positivos de la mayoría de la población
de América Latina han producido sus efectos.
Hombres intrépidos como Hugo Chávez, que nos hacen reconocer el pasado,
entender el presente y ver los destellos del futuro, no pueden desaparecer pues
se convierten en una parte sustancial de nuestra existencia por su valor,
humanismo, arrojo y visión. Precisamente de estas personas dijo Nietsche en el
libro, que él consideraba el “mejor que le he regalado a la humanidad”, que
“sólo puede ser intrépido quien conoce el miedo pero lo supera; quien ve el
abismo con orgullo; quien ve el abismo con ojos de águila; quien con garras de
águila se agarra al abismo; éste tiene valor”.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA
NOVOSTI
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