Crimen en Gaza: El mejor palestino
Escrito por Arnaldo Musa, especial para Cubasí
Para el sionismo y sus aliados imperialistas y de la reacción árabe, el mejor palestino es el palestino muerto.
Sinceramente, creo que no hay novedad en decir que para los comprobados crueles gobernantes sionistas, el título de marras es el más adecuado, remedando aquello de «no hay mejor mexicano que un mexicano muerto», algo común entre las principales empresas norteamericanas vendedoras de armas, para justificar y completar la política de latrocinio que tuvo su principal punto en el robo de territorio de México por Estados Unidos.
La masacre en la Franja de Gaza y la expulsión de sus tierras en Cisjordania son complementos de un plan incoado contra el pueblo palestino desde que Tel Aviv los separó en esos dos territorios desde la guerra que en 1967 también le hizo ocupar las Alturas del Golán sirio.
En el caso de la Franja de Gaza, Israel retiró sus tropas, bloqueó, invadió intermitentemente por cualquier motivo de poca monta o autoprovocado, e hizo todo lo «humanamente» posible para diezmar y expulsar del estrecho y pequeño lugar de 360 kilómetros cuadrados a la abarrotada población de cerca de millón y medio de habitantes.
Ubicar a la población palestina en la Franja de Gaza en una parte y en Cisjordania, lejos de esta, ha ayudado a la división, hecho que ya estaba siendo superado, cuando se volvió a quejar de la muerte por cohetes de dos de sus ciudadanos, tras el asesinato de tres jóvenes israelíes en Cisjordania.
La respuesta fue desproporcionada: la impunidad a colonos que quemaron vivo a un adolescente palestino y el ataque e invasión que aún continúa mientras redacto estas líneas, provocadores de más de 5 000 muertos y heridos, y la enorme destrucción de la infraestructura, incluidos escuelas, hospitales y hogares de ancianos, además de masacrar a familias enteras que solo tenían como arma a la oración.
Oración que recuerda el llamado al diálogo y la reconciliación hecho por el Papa Francisco, cuando reunió en El Vaticano a los presidentes israelí, Shimon Peres, y palestino, Mahmoud Abbas, pero que para nada interesó al primer ministro sionista, Benjamin Netanyahu.
Este, prepotente, se dio el lujo de burlarse del presidente Barack Obama y del secretario de Estado, John Kerry, cuando le llamaron a la contención, aunque sin disminuir el respaldo de un Estados Unidos que le sostiene militarmente con más de 3 000 millones de dólares anuales, además de construirle un «domo de hierro» que impide la entrada del 99% de los cohetes artesanales de la justa resistencia palestina que Israel trata de acabar de una vez y para siempre en Gaza, caiga quien caiga.
Lo más grave es que todo este crimen de lesa humanidad encuentra el respaldo de una población judía bajo el constante efecto de una propaganda bien dirigida, con el fin de hacer creer que cualquier conato contra el coloniaje sionista debe ser castigado.
Es más, el astuto espionaje y penetración de una inteligencia que se considera la mejor o una de las mejores del mundo, ha comprado a analistas de asuntos del Medio Oriente, incluso dentro de la propia Gaza, para hacer creer que la organización de resistencia Hamas se beneficia con la invasión y represión, porque, dicen hipócritamente, «sale más fortalecida, mientras más sangre se derrame».
No hace falta ser muy profundo para comprobarlo:
«Con esta guerra, Hamas quiere demostrar que puede defender a la población. Si consigue de Israel algunas concesiones en unas eventuales negociaciones de paz, como el levantamiento total o parcial del bloqueo vigente desde el 2006, será más popular y económicamente más importante», apunta Akram Atalah, un experto «independiente».
«Sea cual sea el resultado de la guerra, Hamas no tiene nada que perder… Si gana de nuevo una apuesta similar, volverá a convertirse en benefactor de Gaza», indica Mujaimer Abu Sad, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Al Azhar, de Gaza.
Otro profesor universitario, Adnan Abu Amer, estima que «Hamas considera que las pérdidas y la sangre vertida en la guerra le otorgarán una mayor influencia».
Es decir, todo un montaje divisionista de hacer ver, como dice un axioma asiático, lo blanco, negro, y viceversa, mientras nada o casi nada se hace para detener una bien tramada política de exterminio que demuestra que, para el sionismo y sus aliados imperialistas y de la reacción árabe, el mejor palestino es el palestino muerto.
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