domingo, 27 de noviembre de 2016

FIDEL, HOMBRE DE CULTURA: Una revolución dentro de la Revolución

Escrito por  Yuris Nórido/CubaSí
FIDEL, HOMBRE DE CULTURA: Una revolución dentro de la Revolución
Fidel Castro fue el principal artífice de la gran revolución cultural que vivió Cuba después de 1959.

Los basamentos de la política cultural de la Revolución Cubana hay que buscarlos en las célebres Palabras a los intelectuales, discurso que pronunciara Fidel Castro en 1961.

Pero justo ese año Fidel había liderado la que sin dudas ha sido la más importante revolución cultural en la historia nacional: la Campaña de Alfabetización.

Que en tan poco tiempo casi un millón de cubanos aprendieran a leer fue una proeza de toda la nación, inédita en el contexto latinoamericano.

La campaña no solo permitió erradicar el analfabetismo, sino que también facilitó el acceso universal a los distintos niveles de educación de manera gratuita.

Algunos de los campesinos y personas humildes que conocieron sus primeras letras con el tiempo llegaron a ser profesionales, algo inconcebible antes de la Revolución.

En esa gesta nacional, la radio, la televisión y la prensa desempeñaron un papel fundamental, pues facilitaron la promoción de conocimientos sobre salud, higiene, rutinas productivas... pero también sobre el arte y la literatura.

El éxito de esta campaña dependió en buena medida de la participación de todas las organizaciones del momento y de todos los sectores de la población, pero también de la cuidadosa organización.

Ahí estaba el genio de Fidel.

Ya en los años de la lucha del Ejército Rebelde contra la tiranía de Fulgencio Batista se pueden encontrar antecedentes de esta proeza.

La Dirección de Cultura de ese ejército comenzó en febrero de 1959, un mes después del triunfo, la alfabetización dentro de sus filas.

Posteriormente, el Ministerio de Educación creó la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, con la misión de enseñar a leer y escribir a miles de cubanos en distintos lugares del país.

Pero Fidel sabía que el empeño debía ser mucho más ambicioso.

El 29 de agosto de 1960, en la graduación del primer contingente de Maestros Voluntarios, el líder de la Revolución expresó: “El año que viene, vamos a librar la batalla contra el analfabetismo. El año que viene tenemos que establecernos una meta: liquidar el analfabetismo en nuestro país”.

Algunos creyeron que era un reto demasiado grande para un solo año. Pero el primer día de 1961 comenzó oficialmente la campaña. Y menos de un año después, el 22 de diciembre, Fidel declaraba a Cuba libre del analfabetismo.

Emocionado, el líder expresó ante los brigadistas reunidos en la Plaza dela Revolución:

“Ningún momento más solemne y emocionante, ningún instante de legítimo orgullo y de gloria, como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido derrumbados. Hemos ganado una gran batalla, y hay que llamarlo así -batalla-, porque la victoria contra el analfabetismo en nuestro país se ha logrado mediante una gran batalla, con todas las reglas de una gran batalla”.

Y después añadía: “Esa capacidad de crear, ese sacrificio, esa generosidad de unos hacia los otros, esa hermandad que hoy reina en nuestro pueblo. ¡Eso es Socialismo!”

Sin la Campaña de Alfabetización no se hubiera podido concebir el empeño posterior: hacer que la cultura fuera patrimonio y derecho de todos los cubanos.

Nunca antes ningún gobierno había otorgado a la cultura, al arte y la literatura, la importancia que le otorgó el gobierno revolucionario, encabezado por Fidel Castro.

El Comandante en Jefe hacía suya la máxima martiana: ser cultos es la única manera de ser libres.   

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