A pesar de los sondeos para las elecciones en Cataluña del próximo 27 de septiembre, que dan una mayoría a las fuerzas partidarias de la independencia, los escenarios que abren estos comicios son imprevisibles, según Thomas S. Harrington, profesor del Trinity College de Hartford, EEUU, a Sputnik Nóvosti.
"Honestamente, no creo que nadie sepa lo que ocurrirá el 27 de septiembre", afirma.
Para Harrington, "es bastante evidente que un número considerable de catalanes, probablemente entre un 55 y un 60 por ciento, quieren que su sociedad consiga la independencia de España, pero nadie sabe exactamente cómo ese deseo generalizado se traduce en un número de votos real".
"Por ejemplo, conozco a muchas personas que, si se les pregunta, le dirán que quieren la independencia de España, pero un buen número de ellos no le dirán, es más, le serán incapaces de decir, qué precio están dispuestos a pagar por esa libertad", agrega.
Harrington explica a esta agencia que el independentismo catalán no es un fenómeno reciente.
"Nadie puede dudar del deseo remarcablemente tenaz de los catalanes de preservar la lengua catalana, y los patrones únicos de su cultura, un deseo que a menudo ha provocado la ira del Estado español", aclara.
España, precisa, "se forjó en la mentalidad de 'conmigo o contra mí' de la larga lucha contra el islam (711-1492) y su subsiguiente recorrido como gran potencia imperial (1492-1808)".
"Alimentada en esta antigua mentalidad binaria, la clase política de Madrid, tanto en la izquierda como en la derecha del espectro político, ha sido en su mayoría incapaz de ver el deseo catalán de vivir primero como catalanes y complementariamente, o incluso secundariamente, como españoles, como cualquier otra cosa que no fuese un deseo malevolente de destruir la sagrada 'unidad de España'", detalla.
Este profesor estadounidense señala que "siendo éste el caso, (los políticos españoles) nunca han mostrado timidez a la hora de utilizar el poder del Estado para castigar a esta gente 'extraña' que continuamente rechazaba aceptar el lenguaje español y la cultura castellana como su 'verdadera' identidad nacional".
"La destrucción y supresión planificada del lenguaje y la cultura catalanas que comenzó al terminar la guerra civil española fue el último en una serie de esfuerzos que se remontan hasta mediados del siglo XVII", añade.
Con todo, según Harrington, existe una tendencia entre los catalanes que califica de "paradójica".
"Existiendo además el impulso, profundamente enraizado, a la conservación y el desafío a los edictos que emanaban de Madrid, encontramos sin embargo una tendencia catalana muy fuerte y aparentemente paradójica a intentar evitar la confrontación directa con el Gobierno central e intentar tener y obtener lo mejor de una relación bastante poco ideal con ese mismo Gobierno", dice.
Este experto apunta a que "algunos atribuyen esta tendencia acomodaticia a la larga historia de Cataluña como potencia mercantil y, en consecuencia, una cultura del pacto, opuesta a la cultura militarista de Castilla, profundamente enraizada; otros ven un rasgo de cautela tras las repetidas derrotas del país a manos de una España liderada por Castilla".
"El 27 de septiembre veremos qué lado de la psique nacional catalana es más fuerte en este momento particular de la historia", concluye.
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