Yemen, seis meses bajo los bombardeos y el boicot mediático
Los yemeníes llevan ya casi 6 meses bajo los constantes ataques de Arabia Saudí. Escuelas, hospitales, puentes, monumentos históricos, todos destruidos ante la mirada impasible y el silencio desgarrador de la comunidad internacional.
La foto de un niño ahogado en las costas de Turquía conmociona al mundo y se convierte en titulares de los medios de comunicación, sin embargo, la realidad de Yemen y la masacre de sus hijos, quemados por las bombas saudíes, no tienen cabida en el boletín informativo de los gigantescos medios occidentales.
En el siguiente artículo pretendemos estudiar la situación actual de Yemen y las consecuencias que podrían suponer esa guerra para los propios saudíes, la región y toda Europa.
A finales del pasado marzo, Arabia Saudí lanzó una campaña de bombardeos contra Yemen, con el apoyo de varios de sus aliados. Riad declaró que su objetivo era eliminar el movimiento popular Ansarolá y regresar al poder al expresidente Mansur Hadi, quien renunció a causa de las protestas populares en su contra.
En la actualidad, continúan los bombardeos contra distintas zonas del país porque el régimen de Riad no ha cumplido sus metas, ya que el movimiento de Ansarolá se mantiene. En este sentido, su líder, Abdulmalik al-Houthi, manifestó que su país continuará la resistencia ante la agresión saudí hasta lograr su derrota total.
No obstante, las organizaciones competentes solo se han limitado a expresar su preocupación al respecto, sin tomar decisiones que puedan poner fin a la situación. En este contexto, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó que la Coalición liderada por Arabia Saudí está destruyendo la infraestructura del país árabe, lo que contradice las normas internacionales y los valores humanos.
A esta declaración se suma la del asesor especial del secretario general sobre la Prevención del Genocidio, Adama Dieng, quien criticó el silencio de la comunidad internacional ante la opresión del pueblo yemení y los crímenes de lesa humanidad en Yemen. A la vez, advirtió que este flagelo podría contagiarse a otros países.
Con todo esto, hay que decir que el simple hecho de expresar una preocupación o limitarse a condenar ciertos crímenes no significa que estos se puedan impedir o prevenir; se deben tomar medidas eficaces, como sancionar al país agresor de acuerdo con el Capítulo 7 de la Carta de la ONU, entre otras medidas, algo de lo que no somos testigos ni respecto a Arabia Saudí ni al régimen israelí, ya que ambos son considerados los principales aliados de EEUU en Oriente Medio.
Mientras el pueblo yemení sufre por un boicot mediático y el silencio de los organismos internacionales, Riad sigue con su guerra. Según la agencia de noticias, Yemen Street, Arabia Saudí ha gastado más de 720 mil millones de dólares y ha bombardeado al menos 35 mil veces diferentes zonas del país vecino. Además ha impuesto un cerco multilateral sobre el territorio yemení que no permite la llegada de ayuda humanitaria a los damnificados por la guerra, ni por vía marítima, ni terrestre, ni aérea.
La guerra que azota a Yemen y su consecuente crisis humanitaria, con más de un 80 % de personas en necesidad de asistencia urgente, más de 2000 muertos según la ONU y más de un millón 300 mil refugiados, tiene consecuencias tanto para su agresor como para toda la región y Europa.
Retos para Arabia Saudí
Según las últimas cifras reveladas, Riad está destinando una enorme cantidad de dinero a la invasión, mientras una considerable parte de sus propios ciudadanos viven en una situación precaria, en especial en el Este del reino.
Existen numerosos informes, como el de la propia Asamblea Consultiva de Arabia Saudí (Shura), que ponen de relieve que alrededor del 22 por ciento de la población de este país árabe vive por debajo del umbral de la pobreza.
Otro informe publicado en febrero de 2013 por el diario árabe Al-Hayat revela que la cifra de suicidios entre los jóvenes saudíes está creciendo, debido a la miseria extrema y la catastrófica situación económica que azota a sus familias, que se ven incapaces de satisfacer sus necesidades básicas. El diario añadió que más del 84 % de las personas que recurren a esta práctica son menores de 35 años de edad, un tema cuya respuesta se puede buscar en una tasa de desempleo del 35 %, según lo anunciado por la revista 'The Economist'.
Además, el país está sufriendo por la caída del precio del petróleo, su principal ingreso. De esa forma, mientras el pueblo malvive en difíciles condiciones la inversión del dinero en otras cuestiones, especialmente en la guerra, podría conllevar protestas antigubernamentales y aumentar el malestar del pueblo.
Desde el punto de vista de seguridad, también, se debe mencionar que por los enfrentamientos y la dimensión de la guerra, las regiones sureñas del país están sufriendo sus consecuencias. La zona de Jizan, fronteriza con Yemen, ha sido testigo de varios ataques, y los combatientes yemeníes se han hecho con el control de varias bases, un hecho que supone un reto en cuanto a la seguridad del régimen de Riad.
A todo ello debemos sumar la inseguridad que vive el país en la parte oriental, donde también hay protestas antigubernamentales desde hace años. Esa situación de inestabilidad podría provocar más revueltas contra la familia de Al Saud, situación que resultaría muy difícil de controlar en estas circunstancias.
Retos para la región y Europa
De acuerdo con los informes, el único vencedor de la guerra saudí contra Yemen son los terroristas de Al Qaeda, quienes están operando en el sur del país y, aún más, reinan en Adén, una ciudad que está ocupada por la Coalición saudí.
Esto supone una gran amenaza tanto para los saudíes como para toda la región. En el ejemplo más reciente de las atrocidades de Daesh en Arabia Saudí, lanzaron dos ataques suicidas, entre ellos uno contra una mezquita, en el que decenas de ciudadanos y efectivos militares perdieron la vida. Tal como nos muestra la experiencia, los terroristas de Daesh no son controlables y pueden llegar a despertar sentimientos de miedo y horror en cualquier gobierno o país.
La ampliación del radio de operaciones terroristas en Yemen, Irak, Siria, Libia, El Líbano, entre otros, supone un gran peligro para la seguridad de la región. Además, el regreso de estos grupos ya bien entrenados a los países de origen es una amenaza para estos lugares.
Además, del tema de los terroristas, hay que destacar otra realidad. En caso de que se mantenga el ritmo de la situación en Yemen, ese país se podría convertir en otro Irak, Siria o Afganistán cuyas consecuencias afectarían a otros países del mundo. Con esto me refiero al flageo migratorio. Los yemeníes, para sobrevivir y huir de la guerra, como otros refugiados que se encuentran en Europa o se dirigen hacia allí, recurren a la emigración, un hecho que intensificaría aún más la ola de solicitantes de asilo en estos países. No obstante, ahora, ese flageo migratorio se ha convertido en una herramienta en manos de los saudíes para intensificar su guerra contra el vecino sureño, mientras la opinión pública internacional se está concentrando en ese dilema.
Con todo lo expuesto, hay que decir que la ONU, el guardián de la paz mundial, a veces, debe hacerse de la vista gorda en cuanto a los intereses de algunos para que un pueblo no siga bajo invasión y que los otros no sufran de sus consecuencias secundarias. No obstante, la realidad de hoy nos demuestra otras cosas, cosas que nos obligan o por lo menos nos convencen encaminar hacia una nueva orden mundial.
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