El pueblo dio otro voto de confianza a la izquierda. Tsipras en el momento de jurar como Primer Ministro.
El aferramiento a la esperanza hace que el golpeado pueblo griego vuelva a dar un voto de confianza a Alexis Tsipras y al partido Tsyriza.
Quizás muchos se sorprendieron cuando Alexei Tsipras pidió al pueblo griego un nuevo voto de confianza en las terceras elecciones de este año en la nación europea, luego que no pudo resistir las amenazas de los entes acreedores para que siguiera pagando una deuda que es impagable y aplicando una política de austeridad totalmente violatoria de los derechos humanos.
La principal promesa de Tsipras fue la de acabar con la corrupción en cuatro años, algo trascendente si lo logra, porque constituyó la base donde se erigieron los muchos males actuales. Por supuesto, habló de que volverá a gestionar la reestructuración de la deuda.
En el referendo de junio pasado el pueblo votó mayoritariamente por el “Sí”, que respaldaba la política oficial de tratar de que los acreedores reestructuraran la deuda, pero ello fue tan malo como el “No”, porque significó el retorno a un círculo vicioso en el que ni la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional abandonaron su implacable política de reformas y recortes fiscales, que impedía a Atenas salir del atolladero. Hay que tener en cuenta que las plataformas de gobierno no pueden estar por encima de las bases económicas que las sustentan.
Es decir, sería necesaria una ruptura, pero solo quedó en un grito de rebeldía que se perdió en la vorágine de las negociaciones y la amenaza real de que se cortaría la liquidez de todos los bancos griegos por el Banco Central Europeo, con gran influencia de Alemania.
En su momento; Tsipras reconoció que no podía luchar ante el peligro de la falta de dinero y provisiones, por lo que tuvo que aceptar onerosas condiciones, las cuales intenta aflojar.
De ahí su renuncia, las elecciones y el nuevo voto popular, esta vez algo menguado, porque la aceptación de más paquetes de medidas neoliberales impuestas por los acreedores dejó un mal sabor en la izquierda griega e internacional.
De todas maneras, infundió esperanzas con un novedoso plan contra la corrupción, que le allanó el camino para llegar otra vez al Premierato en Atenas, pasando por encima de la derecha local, ya desprestigiada por su política entreguista y, como indicamos antes, principal causante de la actual crisis.
Falsa solidaridad
Cierto que la batalla contra la corrupción es muy importante, pero no puedo imaginar como se va a librar del yugo neoliberal impuesto por la UE, el FMI y el Banco Central Europeo que, en apariencia, vende “solidaridad” con su tercer rescate, este de 86 000 millones de euros, que junto con los dos anteriores suman 240 000 millones.
Ahora la propaganda hace creer que si no se aprovecha ese “rescate” es responsabilidad de los ciudadanos griegos y de su gobierno.
Un despacho de la agencia noticiosa alemana DPA muestra todo lo contrario: De los 86 000 millones de euros, 36 000 millones se destinarán a pagar la deuda con otros gobiernos europeos, en primer lugar Alemania; otros 25 000 millones irán a la recapitalización de los bancos griegos, 18 000 millones servirán para pagar los intereses que Grecia ha ido acumulando y solo 7 000 millones están estipulados a condonar la deuda del Estado con las empresas griegas.
Es decir, que los ciudadanos no recibirán realmente nada, mientas deberán sufrir nuevas medidas drásticas de austeridad, que deprimirán aún más su nivel de vida y su poder adquisitivo.
Y es que, como señala el analista Multaba Rahman, de Eurasia Group, con sede en Londres, “el rescate no es realmente para ejecutar un plan de crecimiento para Grecia, sino un plan para asegurar que se pague al Banco Central Europeo y al Fondo Monetario Internacional y para que la eurozona no se divida”.
Difícil esta menuda situación que enfrenta Tsipras, que deberá hacer de tripas corazón para revertir una situación creada por el modelo neoliberal imperante, que ha depauperado a una nación donde la deuda externa alcanzará con el tercer “rescate” el 200% del Producto Interno Bruto.
No es una mera operación económica, porque nadie cree que Grecia pueda pagar su deuda. No solo porque siempre ha tenido una economía frágil, con poca industria y con el turismo como su principal fuente de ingresos.
Como indicamos antes, la situación se ve agravada por décadas de mala gestión y corrupción de sus partidos tradicionales, esos mismos que los líderes europeos desearían que recuperen el gobierno de Atenas.
Y además, pese a que Tsipras y Tsyriza están en una situación nada agradable, todavía los consideran como un estorbo al perenne saqueo y un peligroso ejemplo para aquellos que aún piensan librarse del yugo neoliberal.
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