lunes, 24 de agosto de 2015


Una tienda cerrada en San Juan, Puerto Rico

¿Marcha Puerto Rico hacia la debacle final?

© REUTERS/ Alvin Baez
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Vicky Peláez
Crisis en Puerto Rico (14)
Este no es ni estado ni soberano. Es una mera provincia de la nación americana
— Pedro Albizu Campos, 1893-1965
De vez en cuando aparecen en América Latina personas o grupos de ciudadanos que sueñan, y hasta lo plantearon ante sus congresos reuniendo firmas, que su país sea un estado norteamericano. Dicen que la ignorancia no tiene límites y en este caso si esta gente hubiera estudiado la historia de Puerto Rico durante los 117 años de ser colonia norteamericana bajo la cobertura del Estado Libre Asociado jamás hubieran querido que su nación sea parte de los Estados Unidos.
Actualmente Puerto Rico está en bancarrota porque, de acuerdo a su gobernador Alejandro Padilla, no tiene dinero pagar su deuda de 73 mil millones de dólares a sus acreedores, lo que representa el 100 por ciento de su PIB (Producto Interior Bruto). Tal es la situación que ni siquiera pudo pagar la semana pasada 58 millones de dólares a la Corporación para el Financiamiento Público (CFP) sino desembolsó una fracción de 628.000 dólares. El Estado Libre Asociado oficialmente está en un default (la incapacidad de pagar la deuda) sin que se vislumbre por el momento alguna solución. Tanto el gobierno norteamericano como el Fondo Monetario Internacional (FMI) mantienen un silencio sepulcral sin presentar algún remedio. Para la agencia calificación de riesgos Moody's, el país quedará insolvente para el fin de este verano.
La tragedia de Puerto Rico no comenzó ahora sino en el mismo 1898 cuando las tropas norteamericanas invadieron el país. El presidente William McKinley recurrió al primer consejo de los tres que Maquiavelo dio a su Príncipe para retener a los países conquistados: 1. Arruinarlos; 2. Mudar su principado hacia ellos; 3. Convertirlos en tributarios con una elite propia que los mantenga subyugados. Tras la invasión, Washington empezó a despojar de la riqueza a la clase criolla mediante la devaluación de la moneda respecto al dólar, después transportó al país una clase dirigente, según el estudio del profesor del Colegio de Guerra del Ejército estadounidense, teniente coronel Ricardo Javier, EEUU dejó la administración a la elite sumisa que seguía incondicionalmente sus órdenes.
En el transcurso de los 117 años, las vidas y el destino de los puertorriqueños siempre han estado bajo el control de Washington. Su comercio, relaciones exteriores, su aire, tierra, el mar, política de inmigración, leyes, servicio militar, tratados, medios de comunicación, sus recursos naturales siempre han estado bajo el estricto control norteamericano. Actualmente hay unas 15 bases norteamericanas en la isla bajo el mando US Atlantic Command (LANTCOM) y precisamente los militares norteamericanos están alertando continuamente a Washington que "sus acciones políticas están arruinando esta colonia". En un reciente estudio del "think tank" American Security Project (ASP) se advierte que "la economía de Puerto Rico es un problema de la seguridad nacional de EEUU"…"Sin capacidad para maniobrar Puerto Rico puede estar en ruta de colisión económica", según el analista Dante Disparte, "y esto puede afectar la confianza en la economía norteamericana".
En realidad la deuda del país empezó a crecer desde los años 1970. Su economía desde la mitad del siglo pasado estaba basada principalmente en la industria farmacéutica pero con la aparición de las maquiladoras en México y en Asia, este sector empezó a trasladarse a aquellas regiones en búsqueda de la mano de obra más barata y de mayor productividad. Para atraer las corporaciones multinacionales a la isla, Washington las exoneró del pago de impuestos que empezó a debilitar inclusive más a la economía puertorriqueña. La crisis hipotecaria al comienzo del Siglo XXI afectó aún más al país debido a la política de liberalización de la hipoteca.
En 2006 el gobernador de Puerto Rico alarmado por el débil crecimiento del PIB tomó la decisión de suspender la exención fiscal a las corporaciones lo que provocó el éxodo y el cierre de las compañías. El país entró en la recesión y la emigración de los puertorriqueños principalmente a Florida y New York creció alarmantemente. La crisis de 2008 agravó la situación económica aún más. Actualmente el índice oficial de desempleo en 61 municipios es del 12 por ciento y en otros 16 supera al 20 por ciento, pero en realidad la tasa real de desempleo es mucho más alta que la oficial. Un 45 por ciento del total de 3,5 millones de habitantes de la isla viven en la pobreza y según el reciente estudio de Annie E. Casey Foundation KIDS COUNT DATA BOOK, el 83 por ciento de los niños viven en áreas pobres. El 35 por ciento de los puertorriqueños (1,3 millones) reciben cupones de comida que son equivalentes a 112 dólares al mes para una persona y 400 dólares para una familia.
En un acto desesperado, el gobernador Padilla recortó en mayo pasado el presupuesto en 674 millones de dólares afectando el sistema de salud, educación, varios programas sociales y la Universidad de Puerto Rico. A la vez el gobierno federal redujo en 11 por ciento equivalente a 300 millones de dólares la tasa de reembolso para 250.000 personas beneficiarias de Medical Advantage Program. Como resultado de la crisis económica 144.000 puertorriqueños abandonaron la isla en busca de empleo. El pedido del gobernador a los acreedores, de disminuir los intereses por la deuda y las cuotas de pago diciéndoles "que si la economía se empeora tendremos menos dinero para pagar la deuda" se quedó en el aire. Los banqueros ni se preocuparon en contestar.
En estas condiciones, usando la lógica, la única alternativa que queda a Puerto Rico es declararse en bancarrota igual como hicieron las dos grandes ciudades norteamericanas: Detroit y Stocton a través de las cortes federales de bancarrota para eludir la protección del estado, reducir las pensiones, beneficios de salud y poner en el mercado la propiedad pública para satisfacer las demandas de banqueros. Pero Puerto Rico no puede hacer lo mismo por no ser estado norteamericano sino un Estado Libre Asociado que no está cubierto por la Ley de Bancarrota. Lo único que le queda es esperar un plan de rescate financiero de la Reserva Federal norteamericana con la aprobación del Congreso. Sin embargo, tanto el poder ejecutivo como legislativo mantienen silencio al respecto.
Y es fácil de entender su actitud debido a que en Estados Unidos ya son 32 estados que dan señales de déficits presupuestario y de ellos 17 estados están en una situación financiera crítica. Además Alaska y Hawai quieren independizarse, planteando el estado de Alaska un acercamiento a Rusia. A la vez la deuda actual de Estados Unidos, según el profesor de the University of California-San Diego, James Hamilton, es la más grande en la historia del país que asciende a 70 millones de millones de dólares. En tales condiciones es muy difícil para Puerto Rico esperar el plan de rescate del gobierno federal. Mientras tanto los fondos de alto riesgo (hedge funds) Franklin Tepleton, Oppenheimer Funds o simplemente los "fondos buitres" como los llaman popularmente y en cuyas garras están 60 mil millones de dólares en bonos municipales de la isla están presionando fuertemente al gobernador y al gobierno federal exigiendo el pago de la deuda.
La otra institución que podría a ofrecer al país un plan de rescate financiero es el FMI. Sin embargo, lo único que ofrece esta institución es reestructurar la deuda, reformar la economía, "adoptar un plan de austeridad, aumentar impuestos, recorte de maestros en las escuelas públicas, suspender el sueldo mínimo y aumentar los impuestos a la propiedad". De acuerdo a la ex vicepresidenta de la FMI Anne Krueger que está asesorando al gobierno de Puerto Rico, "las medidas de austeridad mencionadas podrían producir la resistencia política, pero no aceptarlas afectaría inclusive más a los habitantes de la isla".
De las recetas del FMI hasta ahora está acordándose México que en 1995 aceptó las exigencias del fondo para obtener un paquete de rescate de 50 mil millones de dólares. Como resultado de aquellas recetas financieras la pobreza extrema en el país aumentó en más del 50 por ciento y el sueldo mínimo se redujo en 20 por ciento. Los programas del FMI del "ajuste estructural" llevaron a la miseria más de la mitad de la población rusa entre 1985 a 2000. Y ni qué hablar de Grecia que se convirtió en una colonia de Alemania.
Nadie sabe qué pasará con Puerto Rico si el gobernador Padilla acepta las recetas del FMI. Posiblemente se producirían marchas de protesta y disturbios y aumentará el número de emigrantes puertorriqueños.
También podría llegar el día cuando el país sea libre y soberano y así decidir por si mismos el camino a tomar. Porque como dijo alguna vez el gran mártir de la lucha por la independencia de Puerto Rico Pedro Albizu Campos "Grande es el imperio que nos enfrentamos pero más grande es nuestro derecho a ser libres".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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