viernes, 28 de agosto de 2015


Pedro J. Ramírez

Entrevista a Pedro J. Ramírez: la prensa, de rodillas ante los poderes

© AFP 2015/ Dominique Faget
ENTREVISTAS
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Dmitri Polikárpov
Pedro J. Ramírez es uno de los periodistas más reputados e influyentes de España. Fundó en 1989 el diario El Mundo, que bajo su dirección se convirtió en uno de los diarios de mayor tirada en España. En 2014 fue cesado como director por los propietarios y poco después anunció el lanzamiento de un nuevo proyecto mediático, El Español, que se estrena oficialmente este otoño. 
El periodista, que atribuyó su destitución a presiones políticas por parte del Gobierno del presidente Mariano Rajoy y de la Casa Real, denuncia en entrevista exclusiva a Spútnik Nóvosti la falta de libertad de prensa en España. Según su versión, la crisis financiera tiene la culpa de que los medios dependan cada vez más de los favores del poder político y económico.
¿Considera que los medios de comunicación españoles son independientes política y económicamente?
La crisis económica ha supuesto el desmoronamiento y el hundimiento del modelo de negocio que tenía la prensa española. Cayó dramáticamente la publicidad como consecuencia de la caída del consumo y la restricción de la inversión publicitaria, y al mismo tiempo como consecuencia de los nuevos hábitos de consumo de información vinculados a contenidos de Internet. Cayeron también las ventas de ejemplares de las ediciones impresas.
La consecuencia de estos dos fenómenos, su simultaneidad, ocasionó una pérdida de rentabilidad de los periódicos. Y esa pérdida de rentabilidad ha ocasionado una mayor vulnerabilidad de los periódicos establecidos en España, que son más dependientes que nunca de los favores del Gobierno y de las administraciones regionales, o sea, los poderes políticos y de los poderes económicos.
Como al mismo tiempo en España hay una gran concentración del poder político y del poder económico, cada vez hay menos actores, cada vez hay menos anunciantes, hay un proceso de concentración también del poder económico. Eso significa que los medios de comunicación que han perdido la rentabilidad son cada vez más vulnerables a presiones y están perdiendo la independencia.
Creo que la mayoría de los periodistas españoles tenemos la sensación de que la censura y la autocensura se han introducido crecientemente en las redacciones. Y muchos colegas piensan que el poder político y económico ha intentado y a menudo ha conseguido poner de rodillas a los periodistas.
Ha hablado en varias ocasiones de las presiones que sufren los medios. ¿A qué tipo de presiones se refiere?
Cuando los periódicos eran rentables y ganaban dinero los propietarios confiaban en los directores de los periódicos y los periodistas. Durante 25 años como director de El Mundo he tenido independencia prácticamente absoluta mientras el periódico y la compañía era rentable. Los problemas llegaron cuando perdimos la rentabilidad como consecuencia de esa doble crisis, la de la publicidad y la de los lectores.
No solo es mi caso. Hay que hablar en general. En todos los periódicos en España las decisiones editoriales están muy condicionadas por los propietarios y por el management, que de alguna manera ejercen el papel de intermediarios y de interlocutores con el poder político. Y el poder político utiliza la presión sobre los propietarios para condicionar las decisiones de la redacción. Eso es muy habitual en esos momentos en los grandes medios establecidos en España.
¿Hay censura en los medios y de dónde viene? ¿Cómo funciona?
Alguien de la propiedad o una persona con una posición de gestión llega un día al despacho del director y le dice me ha llamado tal ministro, me ha llamado la vicepresidenta del Gobierno y está enfadadísima por el enfoque que hemos publicado a tal asunto. O bien me ha llamado el presidente de un gran banco, de una eléctrica o de una empresa de telecomunicaciones y que estamos publicando algo que no es verdad o que no se tiene suficientemente en cuenta su punto de vista. Se trata de un gran anunciante. O en caso del Gobierno ha de tomarse en consideración que hay decisiones sobre licencias de televisión, sobre concesiones de radio o que el Gobierno tiene mucha capacidad de influencia en tal o cual empresa para que aumenten su presupuesto de publicidad o lo disminuyan. Esos son mecanismos de censura y de autocensura.
¿Practica también la Casa Real semejantes métodos de presión?
También a veces lo puede ser la Casa Real o puede ser el Tribunal Constitucional o cualquier institución.
Este panorama parece bastante pesimista…
No. Porque esto es la situación actual. Pero yo vengo pronosticando que habrá una era de oro para el periodismo y para los periódicos en España. ¿Cómo? Recuperando la rentabilidad y por lo tanto la independencia a través del desarrollo digital. Y ese es el empeño de mi nuevo proyecto, El Español, que nace para demonstrar que es posible hacer periodismo independiente con una estructura de costes que se basa en dos grandes ideas.
Primero, que no hay costes de papel de impresión y de distribución ni las comisiones a los vendedores. Y segundo, que todo el coste, el 80 o el 90%, se gasta en salarios para contratar a buenos periodistas.
¿Cuáles son las fuentes de ingresos? Por un lado la publicidad y por otro lado, y esto es muy importante en el modelo de negocio de El Español, los suscritores. Es decir, el New York Times ha llegado a un millón de suscritores digitales que están pagando por los contenidos. El Español antes de nacer ya ha superado la barrera de los 9.000.
Pero en España no es muy habitual pagar por el contenido…
Nosotros fuimos pioneros desde El Mundo con las ediciones impresas convertidas en un PDF y eso tuvo bastante éxito. Ahora vamos a desarrollar una edición nativa que va salir todas las noches diseñada precisamente para tabletas y teléfonos móviles.
Hay una minoría que sí está dispuesta a pagar por el periodismo de calidad y eso es lo que El Español tiene que hacer. Tanto por el rigor y el atractivo de los contenidos como por la independencia con la que los periodistas desarrollan su actividad.
¿Qué problemas has tenido a la hora de desarrollar este último proyecto?
Lo que estamos encontrando desde el principio, es decir, antes de nacer, es un impresionante respaldo en la sociedad. Precisamente, para contribuir a proteger el proyecto de posibles presiones.
Es evidente que al poder político y a una parte importante del poder económico les gustaría que no hubiera un medio como El Español. Pero no pueden hacer nada porque tenemos los recursos financieros. Es una paradoja, pero los que maniobraron para mi destitución como director de El Mundo son los principales financiadores de El Español, pues he destinado mi indemnización como director íntegramente a la financiación del proyecto.
Y luego hay 5.500 pequeños accionistas que han contribuido con 3,6 millones de euros, batiendo de lejos el record mundial de crowdfunding en la categoría de periodismo. Y luego hay otros accionistas que representan instituciones independientes, como una Universidad privada, un grupo de revistas o un grupo hotelero, que tienen pequeñas participaciones, aunque significativas en el proyecto. La independencia desde el punto de vista de la estructura del capital está garantizada y de los recursos también.
El hecho de que tantas personas se suscriban antes de que El Español haya nacido indica que hay mucha gente que se da cuenta de que la libertad de prensa está amenazada en España y que quiere contribuir a fortalecerla.
¿Para cuándo está previsto el lanzamiento?
En algún momento de la segunda mitad de septiembre o de los primeros días de octubre.
Ha dicho en varias ocasiones que el periodismo de investigación será uno de los pilares de El Español. Sabemos que el Gobierno socialista de Felipe González cayó en los 90 precisamente por numerosos escándalos de corrupción revelados por la prensa. ¿Por qué eso no ocurre ahora, cuando todos hablan de la corrupción como uno de los principales problemas de España? ¿Acaso hay menos corrupción que entonces o ha bajado el poder de los medios?
Lo que ocurre es que cuando un Gobierno tiene mayoría absoluta en el Parlamento está blindado ante casi cualquier denuncia. Como los diputados dependen de la cúpula de los partidos, es decir, no dependen de los ciudadanos en las circunscripciones, sino de que los jefes de partidos les pongan o no en la lista, son fieles servidores de sus jefes.
Y si un Gobierno tiene mayoría absoluta, como González al principio y como ahora Rajoy, no hay nada que pueda hacerles caer. La prueba que publiqué en El Mundo con los SMS de Rajoy al tesorero de su partido, Bárcenas, en julio de 2013, esa portada de El Mundo hubiera hecho caer a cualquier jefe de Gobierno en Reino Unido, desde luego al presidente de EEUU o al jefe del Gobierno alemán. Era una pistola humeante, porque el último mensaje de apoyo a Bárcenas lo había enviado Rajoy desde el palacio de la Moncloa varios días después de que el juez hubiera descubierto la fortuna oculta de Bárcenas en Suiza. Por los tanto, no podía decir Rajoy que no sabía que su tesorero tenía escondidos 25 millones de euros en Suiza. Esa una prueba de la responsabilidad política de protección de la corrupción. Pero teniendo mayoría absoluta todos los diputados del partido del primer ministro cerraron filas obedientemente.
¿Cambiará ese paisaje político después de las próximas elecciones generales?
Creo que va a cambiar, porque nadie va a tener mayoría absoluta y porque tendrá que haber pactos. Y cuanto más débil sea el poder de los partidos políticos, más fuerte será el de los ciudadanos, y mayores serán las posibilidades de que la prensa ejerza su papel de perro guardián de la democracia y de control y contrapeso del poder.




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