Desempolvando viejas estrategias
Escrito por Arthur González/El Heraldo Cubano.
Quienes siguen con detenimiento la política de Estados Unidos hacia Cuba se percatan de que el gobierno demócrata de Barack Obama, ejecuta ahora viejos proyectos que en su época no contaron con el consenso suficiente. Decenas de documentos desclasificados lo confirman.
Es sabido que el presidente estadounidense que más avanzó en un cambio de táctica para minar el socialismo cubano desde adentro, fue el demócrata James Carter, a pesar de contar en su equipo de trabajo con un anticomunista furibundo como Zbigniew Brzezinski.
Entre los funcionarios que más contactos secretos sostuvieron con las autoridades cubanas, incluso con el propio Fidel Castro, estuvieron Peter Tartoff, Secretario Ejecutivo del Departamento de Estado y Robert Pastor, Asistente para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, quienes asumieron uno de los criterios más objetivos respecto a las posiciones de principio mantenidas por el gobierno cubano, sin dejar de buscar la mejor fórmula para hacer desaparecer el sistema socialista.
Una lectura a algunos de los informes redactados por ambos personajes nos ilustra como Barack Obama y su actual equipo de funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional, retomaron ciertas propuestas para un cambio de táctica hacia Cuba, con vistas a alcanzar el fin que siempre ha estado presente en la mente de los gobernantes yanquis: eliminar el proceso revolucionario cubano.
Uno de los que más ilustran lo anterior es el Memorando enviado por Tartoff y Pastor al presidente Carter el 17/06/1980, posterior a la conversación sostenida con el propio Castro en la Habana, en el cual afirman:
“Creemos que nuestro objetivo principal debe seguir siendo moderar la conducta internacional de Cuba. Los Estados Unidos siempre han considerado que el embargo, y la posibilidad de levantarlo, nos da cierta influencia sobre la posición internacional de Cuba”.
Más adelante afirmaron:
[…] “Aunque incluso un levantamiento parcial del embargo es imposible por el momento, debemos reconocer el efecto que podría tener con el tiempo, no sobre las actitudes de Castro sino sobre el entramado de la sociedad cubana. El regreso durante el último año de 100 mil cubanos-americanos para realizar visitar breves, puso a Cuba en contacto con el magnetismo económico y cultural de los Estados Unidos y probablemente tuvo un efecto mayor en cuanto a abrir a Cuba, más que cualquier otra cosa hecha antes por Estados Unidos”.
“Levantar el embargo y abrir Cuba a las empresas y los contactos estadounidenses no podrán dejar de afectar al régimen de Castro”.
Al repasar las palabras pronunciadas por Obama el 01/07/2015, se puede comprender que basado en lo antes expuesto ahora pretende alcanzar exactamente lo mismo, cuando expresó:
“… nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, nuestras empresas, y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses y apoyar la democracia y los derechos humanos”.
Estos criterios ya los había adelantado el 17/12/2014 al anunciar su decisión de restablecer las relaciones diplomáticas, y al parecer tomó parte de los emitidos por Tartoff y Pastor, al decir:
[…] “Los cubano-americanos se han reunificado con sus familiares y son los mejores embajadores potenciales de nuestros valores”. […] “Nadie representa mejor los valores de los Estados Unidos que el pueblo estadounidense, y creo que este contacto en última instancia es lo que más contribuye a otorgarle autoridad al pueblo cubano”.
Obama continuará malgastando los 20 millones de dólares que aprueba anualmente para las acciones subversivas contra Cuba, por no aceptar a un vecino con valores propios, ideas y principios de soberanía e independencia muy diferentes a los que Estados Unidos desea imponerle.
Si interiorizara de una vez que los cubanos no se dejan comprar con baratijas y espejismos de un sistema en crisis económica, y no precisamente por causas del fracaso socialista, pudiera vivir sin la angustia de tantos fracasos acumulados por llevar a cabo políticas cada vez más erradas.
Los Estados Unidos deberían asumir definitivamente lo que dijo José Martí:
“Lo que no se puede cambiar, ha de tomarse como es”.
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