Es la oportunidad para EU de hacer lo correcto
Puede quitarse una mancha que ya pesaba demasiado
Es uno de los cinco a quienes en Cuba llaman
héroesy en Miami
espías. En entrevista con La Jornada sostiene que este momento
es el principio del finde las misiones terroristas que se maquinan desde Florida contra Cuba
René González Sehwerert durante la entrevista con La JornadaFoto Carlos Ramos Mamahua
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Sábado 19 de septiembre de 2015, p. 6
Desde que Cuba se encaminó hacia la normalización de sus relaciones con el gobierno Estados Unidos, a René González Sehwerert le ronda una interrogante:
He estado pensando qué pasará por la cabeza de todas esas personas que pasaron tanto tiempo dedicando dinero y esfuerzo para dañar a Cuba, que cometieron tantos crímenes y que de pronto ven que su amo decide que los caminos que ellos tomaron ya no sirven. Ellos son los principales derrotados en este momento.
A
ellos, González Sehwerert los conoce bien: como agente de la seguridad del Estado Cubano en los años 90 infiltró a varios de los grupos anticastristas más violentos en Florida, para reportar sus actividades y planes a La Habana. Estuvo sumergido en esa actividad ocho años hasta que cayó preso, junto con toda su red, la Red Avispa. Pasó 13 años en prisión.
Es uno de los cinco a quienes en Cuba llaman
héroesy en Miami
espías. En entrevista con La Jornada sostiene que este momento
es el principio del finde las misiones terroristas que se maquinan desde Florida contra Cuba.
Y a propósito de los prodigiosos vuelcos que ha dado recientemente la tormentosa relación entre Cuba y EU, recuerda un detalle del episodio en el que Bill Clinton traicionó la confianza de Fidel Castro, cuando éste les entregó los archivos con todos los planes terroristas de los grupos anticastristas que operaban en Florida. En lugar de desarticular a las organizaciones terroristas, mandó arrestar a los agentes que habían descubierto la trama. Jeffrey de Laurentis, hoy flamante embajador de Washington en Cuba, fue uno de los asesores de la Casa Blanca que recibió los archivos secretos en aquel 1998.
Como a todos dentro y fuera de Cuba, el anuncio simultáneo de Barack Obama y Raúl Castro de iniciar el acercamiento de los dos países el 17 de diciembre sorprendió a René González y mucho más la noticia de que tres de sus compañeros agentes de la Red Avispa que aún estaban en prisiones estadunidenses habían sido liberados y ya estaban por llegar a suelo cubano. Tres de ellos ya habían cumplido sus sentencias y estaban en la isla. Al fin, ese día los cinco –Gerardo Hernández Nordelo, Antonio Guerrero Rodríguez, Ramón Labañino Salazar, Fernando González Llort y el propio René– pudieron encontrarse en libertad en Cuba.
Una premonición afortunada
El punto final de su odisea quedó marcado por una sorpresa, un toque casi de telenovela. Ante las cámaras de la prensa cubana, que ese día le escamoteó las primeras planas a los mismísimos Castro y Obama, aparecía el jefe de la Red Avispa, Gerardo González, quien pasó 16 años en la prisión de Victorville, California, abrazando feliz a su esposa Adriana, a quien nunca le otorgaron visado humanitario para visitar al marido. Ella estaba embarazada.
Nos revela René González ese pequeño entretelón de la diplomacia secreta:
Gerardo tenía 34 años cuando lo capturaron. Le dieron cadena perpetua porque la FBI lo acusó de conspiración para asesinar a los cuatro pilotos de las avionetas que Cuba derribó por invadir su espacio aéreo. Para su esposa corría el tiempo y, cerca de cumplir los 40 años, se alejaba la posibilidad de engendrar. Fue una lucha muy fuerte en la que intervinieron muchas personas de muchos países ante la Casa Blanca. Finalmente se accedió la inseminación artificial como gesto humanitario, y como parte de la negociación más extensa que incluyó el intercambio de prisioneros y el restablecimiento de relaciones. Gerardo acaba de cumplir 50 años. Y ahora tiene una nena muy linda.
Como buen agente entrenado para contener las emociones, solo en ese momento González Sehwerert las deja aflorar:
Esa bebé puede ser una premonición de que pueden venir buenos tiempos. Todo esto tiene un simbolismo interesante.
–¿Cómo ve estos nuevos tiempos? ¿Con preocupación, escepticismo, esperanza?
–De estas tres palabras prefiero la esperanza. No me gusta el escepticismo. Preocupaciones siempre existen. Lo que hay es un cambio de táctica. Estados Unidos ha admitido que durante 55 años su bloqueo no ha funcionado y concluyó que es mejor acercarse a Cuba de otra manera. Yo le doy la bienvenida a la intención de Estados Unidos de cambiarnos por la buena. Por una cuestión de principios, los países deben relacionarse de una manera civilizada más allá de sus diferencias. Es un momento de reto, pero de muchas oportunidades.
–¿Oportunidades de qué?
–De mejorar la vida de nuestra gente. Un país como el nuestro no puede desarrollarse aislado y bloqueado. Depende de nosotros que el resultado sea el que deseamos, que no es otro que el de seguir construyendo la sociedad socialista que el pueblo cubano escogió.
Pero también es una oportunidad para EU de hacer lo correcto, de quitarse una mancha de encima que ya pesaba demasiado.
Los motivos de un agente
En 1990 René era piloto de aviación civil, tenía 34 años, era casado y con una hija pequeña, Irma, de seis años; había sido veterano en Angola y recién admitido como militante del Partido Comunista Cubano. Trabajaba de instructor en una escuela de pilotaje.
–¿Cómo se convirtió en agente secreto?
–A mí se me acercó el gobierno cubano para preguntarme si estaba dispuesto a una misión. El objetivo era infiltrar a los grupos anticastristas de Florida que realizaban acciones de terrorismo contra Cuba. Salí el 8 de diciembre de 1990. Me llevé un avión –una pequeña aeronave de fumigación, un Antonov soviético de los años 50– y aterricé en la base de Boca Chica. Fue un caso muy notorio y gracias a esa notoriedad yo me pude acercar a esos grupos.
Era un momento difícil para nosotros. El campo socialista se estaba disolviendo, comenzaba para nosotros el periodo especial y estos grupos pensaban arreciar las actividades terroristas para dañar principalmente la industria del turismo, que en esos momentos era nuestra única fuente de sostenimiento.
–¿Por cuánto tiempo logra subsistir la Red Avispa y cuáles fueron sus logros?
–Hasta donde puedo deducir de la evidencia del caso, infiero que funcionó desde 1992 hasta 1998. Logramos descubrir varias operaciones terroristas, como el famoso barco Río Miami que iba a ser enviado a Cuba lleno de explosivos. Filtramos planes, como ese que se me propuso de lanzar un avión con explosivos en 1993-1994. Y luego logramos detectar los vínculos de esos grupos con organizaciones narcoterroristas. Logramos desmantelar algunas de ellas pasando la información a la FBI, que los capturó.
–El gobierno cubano ha calificado la detención de la red de agentes de la Operación Avispa de traición de Estados Unidos.
–Fidel Castro la ha calificado de traición de Bill Clinton. En 1997 Cuba envía a Gabriel García Márquez a la Casa Blanca con una carta personal secreta de Fidel. Él se reúne con un grupo de asesores de la Casa Blanca, por cierto uno de ellos es el ahora embajador en Cuba, Jeffrey de Laurentis, para transmitirles la disposición de Cuba de entregar información recopilada por sus agentes sobre las actividades de estos grupos terroristas. Ellos aceptan cooperar con Cuba.
En septiembre, la respuesta es nuestra detención, que somos las fuentes de información. Lo que debía ser el principio de una cooperación entre los dos países se convirtió en el arresto de 10 agentes.
–Eran 10 los agentes capturados. Sólo cinco los que regresaron. ¿Qué pasó con los otros?
–A todos nos amenazaron con cadena perpetua y nos ofrecieron negociar colaboración a cambio de reducción de pena. Cinco aceptaron sentencias benignas a cambio de cooperar.
Cinco decidimos que no íbamos a ceder. Primero, porque no íbamos a aceptar un crimen que no cometimos. Segundo, sabíamos que esas acusaciones falsas podrían ser utilizadas contra Cuba. Por eso decidimos ir a juicio.
René González cumplió su sentencia íntegra. El último año y medio lo cumplió en libertad supervisada. Los últimos días se le permitió viajar a Cuba a visitar a su hermano Roberto, que había sido su abogado y estaba en fase terminal de cáncer.
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