sábado, 29 de septiembre de 2018

Prioridades para la cuarta transformación
Enrique Calderon Alzati
D
espués de 36 años de gobiernos reaccionarios, cada vez más alejados de la realidad del pueblo de México y más dedicados a asegurar el enriquecimiento de una minoría voraz al amparo de cambios a las leyes para proteger sus actos de corrupción, nuestro próximo presidente nos ha convocado a actuar en forma colectiva para lograr una transformación del país que hoy tenemos y que es un motivo de vergüenza y tragedia para la mayor parte de los mexicanos.
Luego de la victoria lograda en las elecciones, es tiempo de preguntarnos qué es lo que hoy queremos de nuestra nación y lo que debemos hacer para lograrlo, quedándonos claro que los aspectos más deseados por la mayoría son la seguridad física y económica, así como la desaparición de la corrupción, que tanto daño nos ha hecho. De igual importancia es la eliminación de la pobreza en la que vive buena parte del país, tanto en los cinturones de miseria de las zonas urbanas como en las regiones rurales. Menos visible, pero igualmente importante será la lucha contra la ignorancia que se extiende a amplios estratos de la población, la cual está asociada con la pobreza y la violencia citadas. El problema es cómo lograr esto en poco tiempo y con el menor costo social; la historia nos dice que es posible; pues hay países que lo han logrado, pero también nos señala que en otros ese costo ha sido inmenso y largos los periodos de lucha para lograrlo. ¿Por dónde empezar? ¿Cuáles deben ser las prioridades?
Acabar con la inseguridad no requiere mayores explicaciones, además de que la violencia en la que vivimos aleja las inversiones externas; los planes del nuevo gobierno de reducir el tráfico de drogas mediante su regulación tendrá un efecto importante para ello, al igual que el control bancario de los recursos financieros de la delincuencia organizada, así como la aplicación de mayores niveles de vigilancia de las empresas mineras, acostumbradas a utilizar sicarios para lograr la emigración de las poblaciones cercanas a sus yacimientos, deberán en su conjunto reducir significativamente los niveles de violencia.
Al mismo tiempo la transformación deberá comenzar en la educación, tanto de los adultos para reducir la ignorancia, como en los niños y jóvenes para eliminar el retroceso causado por la reforma educativa del actual gobierno, para lo cual habrá de convocarse a los maestros a un nuevo esfuerzo para reconstruir e innovar la educación nacional. Otro problema que deberá ser combatido con rigor es el de la corrupción, utilizando para ello dos frentes, uno de largo plazo mediante la educación, enseñando a niños y jóvenes los daños que tales conductas nos han causado, y al mismo tiempo realizar una campaña de aplicación de la ley a quienes abusando de sus puestos o amistades han violado las leyes convirtiéndose en delincuentes. Tal como en algún momento de su campaña lo planteó el presidente electo, para ello la escalera deberá barrerse de arriba para abajo, sabiendo que la corrupción en nuestro caso comienza con el mismo presidente actual, Enrique Peña Nieto, al igual que algunos de sus predecesores y sus principales colaboradores, quienes deben ser juzgados por sus acciones y omisiones por tribunales civiles, sin tratarse de una cacería de brujas, e impidiendo que muchos de los funcionarios menores y empleados sean expuestos como chivos expiatorios para cubrir a sus jefes. Tales juicios y condenas son hoy necesarios para asegurar que esas conductas no se repitan, siendo facultad del Presidente el conceder el indulto a algunos de ellos, a condición de que esto no suceda para quienes sean responsables de muertes, desapariciones o tortura de personas.
Otra prioridad importante es la relacionada con la autosuficiencia alimentaria. Toda nación que aspira a ejercer su soberanía debe asegurarse de lograrla para no ser víctima de los intereses imperiales, como es hoy el caso de Venezuela, cuyas autoridades de tiempo atrás pensaban que contando con petróleo podían comprar lo que les hiciese falta. México gozaba de dicha capacidad hace 30 años, pero la ha venido perdiendo en virtud de que los gobiernos neoliberales se decidieron por la búsqueda de actividades más rentables, pero ¿más rentables para quién?
No menos trascendental que los alimentos son la energía y el agua, la primera necesaria para mover el país y transformar las materias primas sumándoles valor agregado, indicándonos nuevamente la importancia de la educación, en este caso la superior para el estudio y aprovechamiento de las nuevas fuentes de energía y muy especialmente las plantaciones de energía termo solar, solución ignorada por nuestras autoridades actuales, no obstante que las tendencias internacionales indican que para el año 2050 más de la mitad de la energía mundial provendrá de ellas.
El tema del agua, necesaria para la vida, ha dado también lugar a la creación de buenos negocios privados, mientras para otras naciones es considerada como un recurso estratégico que merece la mayor atención de sus gobiernos en sus aspectos de captación, almacenamiento, distribución equitativa y aprovechamiento.
Finalmente, me quisiera referir a los desequilibrios que se observan en el territorio nacional tanto en las inversiones públicas como privadas, siendo un claro ejemplo la referente a las diferencias entre el norte y el sur del país.
Twitter: @ecalderon_a

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