lunes, 26 de mayo de 2014

El bloqueo no es pretexto

Escrito por  Jorge Ángel Hernández
El bloqueo no es pretexto
Recientemente, el presidente de la República Oriental del Uruguay, José Mujica, visitó Estados Unidos y fue recibido por su homólogo estadounidense, Barack Obama.


Entre sus agudas declaraciones se halló la de la inoperancia del bloqueo que se ejerce contra la Cuba revolucionaria desde 1962, oficializado como “embargo” bajo la presidencia de John F. Kennedy. Mujica basó su diplomático argumento en que, “en todo caso”, el bloqueo, así llamado por él mismo, “no resuelve la ecuación” por la que fuera impuesto. Con ese artilugio, el presidente uruguayo revelaba hasta qué punto este procedimiento de los Estados Unidos es una flagrante negación de los propios términos de consenso político internacional y, más allá, del sentido democrático que, desde su propia perspectiva política, se pretende imponer a todos y cada uno de los rincones del mundo.

Desde 1992, en su 47 Período de Sección, la Asamblea General de Naciones Unidas ha aprobado con persistente y abrumadora mayoría la Resolución «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba». Se trata de un título bastante explícito, por cierto. La mayor cantidad de votos en contra que ha obtenido en un año esta Resolución es de cuatro, y la menor suma a favor fue de 59, en ese mismo año en que, bajo agudas presiones y agresivos cabildeos, se presentó. Luego de ese primer triunfo, las abstenciones y ausencias en la votación disminuyeron progresiva y radicalmente: 71 abstenciones y 46 ausencias en 1992, hasta 4 abstenciones y 11 ausencias en 2004, y solo 3 abstenciones en 2013.

Si confrontamos los votos favorables a la Resolución cubana con el resto del total posible, es decir, en contra + abstenciones + ausencias, hallamos que solo en los dos primeros años estos últimos superan a los de las Naciones que votan en contra del Bloqueo económico, comercial y financiero. Además de Estados Unidos e Israel, cuyas votaciones aparecen en contra en todos los Periodos de Sección, se han sumado al voto contrario a la Resolución apenas seis Naciones: Albania y Paraguay (una vez cada una), Uzbekistán (tres veces), Islas Marshall (ocho veces) y Palau (siete veces).

Veamos cómo han evolucionado estos sufragios en la ONU:


Año
A favor
En contra
Abstenciones
Ausencias
% a favor
% absoluto a favor
1992
59
3
EE.UU, Israel, Rumanía
71
46
95,1
32,9
1993
88
4
EE.UU, Israel, Albania, Paraguay
57
35
95,6
47,7
1994
101
2
EE.UU, Israel
48
33
98
54,4
1995
117
3
EE.UU, Israel, Uzbekistán
38
27
97,5
63,2
1996
137
3
EE.UU, Israel, Uzbekistán
25
20
97,8
74
1997
143
3
EE.UU, Israel, Uzbekistán
17
22
97,9
76
1998
157
2
EE.UU, Israel
12
14
98,7
84,8
1999
155
2
EE.UU, Israel
8
23
98,7
82,4
2000
167
3
EE.UU, Israel, Islas Marshall
4
15
98,2
88,3
2001
167
3
EE.UU, Israel, Islas Marshall
3
16
98,2
88,3
2002
173
3
EE.UU, Israel, Islas Marshall
4
11
98,2
91,5
2003
179
3
EE.UU, Israel, Islas Marshall
2
7
98,3
93,7
2004
179
4
EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau
7
7
97,8
90,8
2005
182
4
EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau
1
4
97,8
92,3
2006
183
4
EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau
1

97,8
97,3
2007
184
4
EE.UU, Israel, Islas Marshall, Palau
1

97,8
97,3
2008
185
3
EE.UU, Israel, Palau
2

98,4
97,3
2009
187
3
EE.UU, Israel, Palau
2

98,4
97,3
2010
187
2
EE.UU, Israel,
3

98,9
97,3
2011
186
2
EE.UU, Israel
3
2
98,9
96,3
2012
188
3
EE.UU, Israel, Palau
2

98,4
97,4
2013
188
2
EE.UU, Israel
3

98,9
97,4

Como puede apreciarse, el porciento válido a favor de la Resolución cubana se ha mantenido siempre por encima de noventa y cinco, en tanto el porcentaje absoluto ha ido aumentando, hasta quedar prácticamente equilibrado. Es obvio, pues, que hay un consenso abrumador sobre el tema en la inmensa mayoría de los miembros de la ONU, incluso en aquellos que en nada comparten el sistema político cubano, y obvio, además, que estados Unidos se permite desoír los reclamos de la democracia que dice defender, solo para complacer ciertos lobbies de su política interna. Y no solo permanece sordo a este reclamo de Naciones Unidas, sino que intensifica las medidas de bloqueo mediante incautaciones de cuentas, multas a empresas que comercializan con Cuba y financiamiento millonario a proyectos subversivos. O sea, que desarrolla un activo hostigamiento sobre cualquier intento de desarrollo de Cuba y un laborioso estímulo a la subversión interna, lo que es también ilegal en el propio contexto de la ONU.

Son hechos, no invenciones. Y hay que pasar por sus causas, quiérase o no, para enjuiciar logros y fracasos del proceso revolucionario cubano.

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