Falleció Helena Paz Garro, hija de Octavio Paz
Helena Paz Garro, hija de los escritores Octavio Paz y Elena Garro, falleció este domingo a los 74 años en la ciudad mexicana de Cuernavaca, capital del estado de Morelos (centro).
La información fue confirmada por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). "La Coordinación Nacional de Literatura lamenta el fallecimiento de Helena Paz Garro", indicó el organismo en la red social Twitter.
Según Jesús Garro Velásquez, su primo hermano, citado por medios locales, la única hija de Octavio Paz (1914-1998) falleció de muerte natural y sus actos velatorios tendrán lugar en Cuernavaca.
Los restos de Helena Paz Garro, según el familiar, descansarán junto a los de su madre, Elena Garro.
La muerte de Paz Garro se produjo un día antes de que se cumpla el centenario del nacimiento de Octavio Paz, quien ha sido objeto de múltiples homenajes en los últimos días.
Tras la separación de sus padres, Helena Paz se mantuvo alejada de su progenitor a quien culpó de abandono, aunque más tarde reconoció que entre ellos hubo momentos de acercamiento.
"De niña me cargaba en sus piernas, en su espalda, y jugábamos... Lo quise mucho. He aprendido a perdonarlo (...) Al final quedamos bien. Tranquilos. Nos reconciliamos", declaró Paz Garro en una entrevista a un medio mexicano.
Octavio Paz, es el escritor más emblemático de esa nación, y único premio Nobel de Literatura mexicano.
Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914 en Ciudad de México pero empezó a estudiar en Estados Unidos, donde su padre se trasladó como representante del líder revolucionario Emiliano Zapata.
Aunque a su regreso cursó Derecho, Paz empezó a escribir literatura desde muy joven por la influencia de su abuelo y su extensa biblioteca.
Entre sus obras más reconocidas destaca "El laberinto de la soledad" (1950), controvertido y esencial estudio de la identidad mexicana que incluso en la actualidad es de lectura obligatoria entre los estudiantes de liceo.
Paz llegó a la cima de la literatura al obtener el premio Cervantes en 1981 y el Nobel en 1990. Tan profunda era su erudición, su omnipresencia en toda clase de debates y la influencia acumulada que llegó a infundir temor entre los demás escritores mexicanos, que suspiraban por la aceptación de Paz al considerarla una suerte de consagración.
teleSUR-El Nacional/BM
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