El día en que un avión extranjero aterrizó en
la Plaza Roja en plena URSS
© Sputnik/ Yuri Abramochkin
MUNDO 22:20 02.09.2016(actualizada a las 22:45 02.09.2016) URL corto 080670 Hace 29 años, en 1987, cuando el mundo todavía seguía divido por el llamado telón de acero, un adolecente alemán de 19 años realizó una valiente hazaña. Aterrizó su avioneta nada más y nada menos que en la Plaza Roja de Moscú, la capital de la Unión Soviética.
© FOTO: US AIR FORCE / JOHN P. ROHRER Polonia intercepta un avión ruso en su espacio aéreo Todo comenzó en mayo de 1987, cuando Mathias Rust, un piloto aficionado con experiencia de vuelo de apenas 50 horas, guiado tanto por sus convicciones políticas como por la imprudencia juvenil, alquiló una avioneta Cessa 172 Skyhawk de un solo motor, la dirigió a través de las defensas aéreas de la URSS y aterrizó al lado de la Plaza Roja, poniendo en jaque a todo el país. Rust siempre había sentido pasión por la política y tenía ganas de manifestar de alguna manera su descontento por las turbulencias que estaba viviendo el mundo en aquel momento. Así que se le ocurrió la descabellada idea de poner en práctica sus habilidades como piloto. "Desde la perspectiva de hoy, lo veo de forma diferente. No lo volvería a hacer y jamás creería que aquellos planes fueran realistas… Lo que hice fue poco responsable", compartió Rust con el medio alemán Stern, en 2012. Vuelo intrépido El 13 de mayo de 1987, Rust salió de Uetersen, cerca de Hamburgo, para dirigirse a la localidad de Wedel, donde pudo alquilar el avión en el que planeó emprender un viaje por Europa. La idea era volar a través de Islandia, Noruega y Finlandia, con la excusa de acumular las horas de vuelo necesarias para convertirse en piloto profesional. Al encontrarse en Finlandia, el 28 de mayo de 1987, Rust estuvo a punto a volar a Estocolmo, según lo indicaba su plan de vuelo. Pero, al despegar, el joven apagó la radio y cambió de rumbo, dirigiéndose hacia las costas del mar Báltico y a la frontera de la URSS.
© WIKIPEDIA/ WIKIPEDIA Mathius Rust en la Plaza Roja Tras adentrarse en el espacio aéreo soviético con facilidad, fue cómodamente en la avioneta sin darse cuenta de que estaba siendo seguido por sistemas antiaéreos rusos. Incluso dos cazas se habían preparado para el despegue, aunque nunca obtuvieron la orden directa de eliminar la amenaza. No obstante, en algún momento, la pequeña aeronave desapareció de los radares por volar a una altura muy baja. Además, el vuelo de Rust coincidió con un elevado tráfico aéreo en las regiones cercanas, lo que obligó a los sistemas antiaéreos a otorgar el estatus de 'amigo' a cualquier avión en la zona para evitar un gran número de alertas. Así, Mathias Rust logró hacer lo que parecía imposible. Arribó a la capital del país y posó su avión al lado de la catedral de San Basilio, muy cerca del Kremlin y otros edificios gubernamentales de la URSS. "Vengo aquí en una misión de paz de Alemania", explicó Rust a las multitudes, que se habían congregado alrededor de él hasta que fue detenido. Consecuencias del vuelo El entonces presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, aprovechó el incidente para privar de sus puestos a varios altos cargos, incluidos el ministro de Defensa y el comandante de los sistemas de defensa antiaérea. Mathias Rust fue condenado a cuatro años de prisión por haber violado las normas internacionales de vuelo y por haber cruzado de manera ilegal la frontera soviética. El valiente germano permaneció encerrado en la cárcel de Lefórtovo durante 14 meses después de que, en 1988, tras la firma del tratado de no proliferación de armas nucleares entre URSS y EEUU, lo liberaran en un gesto de buena voluntad.
© WIKIPEDIA/ ANDREY BELENKO El avión de Mathius Rust en el Museo de la Tecnología de Berlín En agosto de 1988, Rust volvió a su país natal, convertido en una estrella mundial. Después de su increíble vuelo, el alemán, a quien le quitaron la licencia de piloto, trabajó como vendedor de zapatos, analista financiero e instructor de yoga. Además, en abril de 1994, Rust emprendió otro viaje a Moscú donde visitó, además de los puntos de interés tradicionales, el puente en el que aterrizó en 1987. El Cessna 172 Skyhawk permanece en la actualidad en el Museo de la Tecnología de Berlín como una pieza de la herencia histórica de la Guerra Fría.
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