A pesar de que durante la Guerra Fría las fuerzas de la OTAN desplegadas en Europa fueran menores en número, tenían ciertas ventajas para enfrentarse a las tropas del enemigo. Sin embargo, por si las fuerzas convencionales fallaban, la OTAN podía recurrir a las armas nucleares, señala Kyle Mizokami, autor del artículo del diario National Interest.
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Las fuerzas de la OTAN en el sector se dividían entre los cuerpos alemanes, británicos, holandeses y belgas. Aunque la Alianza podía recibir un refuerzo rápido desde el Reino Unido y los Países Bajos y Bélgica, la mayoría de sus unidades en el sector estaban estacionadas lejos de sus posiciones defensivas y hubieran requerido de un aviso previo para ocuparlas, señala el experto en seguridad nacional.
El Grupo del Ejército Central —CENTAG por sus siglas— era una unión operativa y estratégica de las fuerzas de la OTAN en Europa. Su misión se centraba en proteger el centro y el sur de la Alemania Occidental ante cualquier potencial intervención por parte de la URSS.
El grupo estaba integrado por dos cuerpos militares estadounidenses y dos alemanes, y una brigada mecanizada de Canadá. Los cuerpos alemanes, compuestos por tropas blindadas y divisiones de tiradores alpinos, así como los estadounidenses, formados por infantería blindada y mecanizada, hubieran sido los encargados, en caso de conflicto, de contener al enemigo soviético, según explica el artículo.
El autor reconoce que por su número, el CENTAG cedería ante las tropas del enemigo. No obstante, las fuerzas de la OTAN tenían ventajas considerables para imponerse en un hipotético conflicto.
"A pesar de que el CENTAG era inferior en número, tenía un as en la manga. Las formaciones de combate estadounidenses y alemanas estaban compuestas por tropas blindadas e infantería mecanizada, ideales para luchar contra las fuerzas soviéticas y del Pacto de Varsovia, compuestas principalmente por tanques pesados".
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"El Bundeswehr —el ejército de la Alemania Occidental— era de muy alta calidad, con una excelente formación, liderazgo y equipo. Las divisiones estadounidenses estacionadas en Europa tenían un batallón de maniobra adicional, que aumentaba su potencia de fuego en un 10 %, y cada cuerpo norteamericano tenía un regimiento de caballería blindada para cubrir la frontera".
"Otra ventaja para el CENTAG era el terreno. A diferencia del norte de Alemania, el terreno en el sur es montañoso y abrupto, algo que favorecía en gran medida la defensa del territorio", argumenta Kyle Mizokami.
Sin embargo, había bastantes brechas en la defensa de la OTAN en la región.
"En el extremo norte, la frontera común de Noruega y la Unión Soviética no auguraba nada bueno en caso de tener que repeler un ataque. El terreno montañoso de Noruega, no obstante, dificultaba la invasión, así que cualquier asalto soviético por tierra probablemente sería apoyado por las fuerzas soviéticas marinas y aerotransportadas. La OTAN planeaba enviar una brigada multinacional —la Fuerza Móvil ACE— para reforzar la defensa de Noruega" en caso de ataque.
La OTAN esperaba un desembarco aéreo del enemigo, así como asaltos aéreos de helicópteros y ataques de las fuerzas especiales a lo largo y ancho del continente. Estas formaciones ligeras y altamente móviles se utilizarían para atacar los objetivos clave de la OTAN, incluyendo aeropuertos, puentes —especialmente sobre los ríos Rin, Meno y Weser—, la propia sede de la Alianza Atlántica o almacenes de suministros y equipos estadounidenses, asegura el autor.
"Enfrentarse a estos ataques y proporcionar seguridad en la retaguardia sería la responsabilidad de las doce unidades de reservistas de la Alemania Occidental. Bonn también tenía tres brigadas de paracaidistas que podrían desplegarse rápidamente para defender las zonas amenazadas. La seguridad de la base aérea de la OTAN era muy alta, reforzada además por la Fuerza Aérea de EEUU con un gran número de tropas encargadas de la seguridad en sus múltiples bases, además del regimiento de la 'Royal Air Force' del Reino Unido, que se encargaba de proteger los aeródromos británicos".
No obstante, existía un peligro real de que las fuerzas convencionales fallaran. En caso de que las tropas se vieran superadas por el enemigo, la OTAN tenía 'un plan B', aunque era mucho menos prometedor para el futuro la humanidad.
"Si las fuerzas convencionales no eran capaces de detener la posible invasión del Pacto de Varsovia, la OTAN disponía de una amplia gama de armas nucleares tácticas, como bombas submarinas nucleares o misiles de crucero que podían ser lanzados desde tierra así como misiles Pershing II. La Alianza tenía suficientes armas nucleares para detener un ataque encabezado por la Unión Soviética, pero el uso de este tipo de armamento habría iniciado un ciclo de represalias nucleares y contrarrepresalias difíciles de detener. El uso de armas nucleares tácticas probablemente llevaría al uso de armas nucleares estratégicas… y al final de la civilización humana", concluye el artículo.
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