Cuba en Chile, Neruda en La Habana
Escrito por PL
Cuba se tomó un pedazo entrañable de Chile al rendir homenaje a Pablo Neruda, el insigne poeta y revolucionario quien a su vez profesó un gran amor y respeto por la isla caribeña a la que dedicó Canción de Gesta.
Una velada memorable en la Casa-Museo de Isla Negra, San Antonio, en la región de Valparaíso, donde diplomáticos, admiradores de Cuba y Neruda, y el sobrino del Premio Nobel de Literatura, Rodolfo Reyes, se dieron cita en el lugar.
Antes de depositar una ofrenda floral en el mausoleo del autor de Canto General, el libro que acompañó a Ernesto Che Guevara en sus acciones guerrilleras, Raúl Bulnes, presidente de la Fundación Neruda, recordó los nexos del poeta con la Isla.
Luego, el embajador de Cuba en Chile, Adolfo Curbelo, en la evocación de la ilustre escritora cubana Fina García Marruz, quien entusiasmada con Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada destacó: "Un clásico del romanticismo americano, que no era de escuela, sino de esencias porque venía del romanticismo libertario".
Curbelo reparaba en el detalle excepcional de la exhibición de las dos banderas de Cuba que cada 26 de julio, Día de la Rebeldía Nacional en la mayor de las Antillas, Neruda desplegada en su casa.
Más allá de los discursos, detalles esenciales subrayaron el amplio universo de Neruda en su relación de amor eterno a Cuba y a su Revolución.
Especialmente visible en una exposición de grabados, fotos y carteles, entre las cuales se le ve recogiendo caracolas en el famoso balneario de Varadero, donde le nació su amor por coleccionar objetos del mar y la naturaleza.
A los 112 años, en este mes de su natalicio, se pueden hacer muchas cosas, diría el imaginario de Pablo Neruda, el hombre que con su pluma rindió a bellas mujeres e hizo reflexionar a la América Nuestra que soñó José Martí.
Nicolás Guillén, Juan Marinello, Ángel Augier, Alejo Carpentier (...) en la amistad y también los desencuentros con Neruda, quien no perdía ocasión para venerar a Cuba.(...) La Habana era para mí una caja de cedro, una caja de tabacos (...) -donde luego reunió los recuerdos de su madre-, y La Habana, al abrirse, me enviaba un aroma dulce y cargado de tiernos mares remotos (...).
Con el Océano Pacífico de fondo, el mar encrespado ante los embates del invierno austral, el embajador Curbelo depositó una ofrenda floral en la tumba del extraordinario escritor, en una tarde llena de recuerdos en esta Isla Negra que tanto disfrutó.
Emocionado estaba también Manuel Araya, chofer y ayudante personal de Neruda, el hombre que denunció al mundo las extrañas circunstancias de la muerte de Neruda, a todas luces con ayuda de terceros (de la dictadura de Augusto Pinochet).
Igualmente Raúl Valdivia, de la Organización No Gubernamental Antología Popular 1972-Patrimonio de Chile, poetas, escritores y el abogado Eduardo Contreras, a cargo de la querella para investigar las causas reales del deceso de Neruda.
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