Astillero
Evocaciones diazordacistas
¿Aún hay tiempo extra?
EPN: no incendiar
Sección 22: saneamiento
Julio Hernández López
Sonó a declaración de guerra inminente: solemne, seco, el secretario de Gobernación declaró formalmente agotado el tiempo político de las negociaciones y el diálogo, y anunció que en breve se estarían tomando las decisiones necesarias para permitir el tránsito en vías estratégicas y el abastecimiento de las comunidades. El cuadro de belicismo por desatar en minutos o en horas fue agravado por las evocaciones de diazordacismo al pie de la letra que se permitió hacer el gobernador de Chiapas, el Verde joven Manuel Velasco Coello, al declarar que hemos sido tolerantes hasta extremos criticables. Velasco, o el espíritu del ex presidente Gustavo Díaz Ordaz (quien había dicho un mes antes de la represión en Tlatelolco de 1968 que hemos sido tolerantes hasta extremos criticados), hablaba así en conferencia de prensa que dio flanqueado por su secretario general de Gobierno, Juan Carlos Gómez Aranda, y el general de brigada diplomado de Estado Mayor Crisanto García, recién nombrado jefe de Estado Mayor de la séptima Región Militar con sede en Tuxtla Gutiérrez.
Por fortuna, hasta el momento de redactar las presentes líneas el secretario Osorio Chong no había dado satisfacción a los nostálgicos del diazordacismo y sus luces de bengala al aire ni a la Real Academia Española, que en su diccionario define la locución adverbial en breve como algo que ha de suceder dentro de poco tiempo, muy pronto. A pesar del tono inequívocamente perentorio, un virtual ultimátum, los emplazamientos adversos continuaron sus faenas de socavamiento mutuo pero sin pasar a mayores. Los profesores y quienes les apoyan contra la reforma educativa mantuvieron los bloqueos carreteros y las manifestaciones de protesta. El gobierno federal prosiguió con su campaña promotora de una versión de desabastecimiento de comestibles y gasolina como en situaciones de guerra (con Indiana Meade, titular de la Sedefoto –la secretaría de estado que en el subibaja futurista se está llevando la atención de los medios, en lugar del caído Aurelio Nuño–, llevando provisiones a través de todo un puente aéreo).
El chonguista amago de beligerancia en breve se produjo en ausencia de Enrique Peña Nieto, quien cumplió su gira por Chile sin los sufrimientos que le tocaron en Canadá ante los Dos Amigos, Obama y Trudeau, que le colocaron en una situación más que incómoda en términos de escenografía, lingüística y discursos. El regreso a casa del ex gobernador del estado de México no precipitó la batalla física, como era de suponerse. Por el contrario, el fin de semana transcurrió en una especie de tregua: miles de policías federales se mantuvieron en espera de una orden para comenzar a retirar bloqueos, pero no fueron requeridos (al menos, se ha de insistir, a la hora de teclear la presente columna, dos tensas noches después del emplazamiento hecho por Osorio Chong); los bloqueos carreteros fueron flexibilizados mediante modalidades que en resumidas cuentas permitieron el paso de vehículos (salvo los distribuidores de productos alimenticios trasnacionales) y los funcionarios en traje de campaña, el titular de la SG y el de la Sedefoto (también conocida, ésta, como Sedesol), pusieron palomita a sus tareas específicas: Osorio hizo sentir que el gobierno federal ponía un alto aunque fuera discursivo a los desmanes en Oaxaca y Chiapas, y de una u otra forma conseguía cierta liberación de pasos carreteros (¿a cambio de posponer en el primer estado la aplicación de las impugnadas evaluaciones?), y José Antonio Meade reportaba a la superioridad (y a los medios) que había derrotado el desabasto que en realidad había sido inventado o cuando menos magnificado en aras de simular que en Oaxaca había una población a punto de morir de inanición que en sus casi últimas palabras imploraba la intervención armada del peñismo salvador.
Haber librado incruentamente las tentaciones y las evocaciones del diazordacismo cuando menos unos días después de las proclamas osoriochonguistas (¿genuinas en su momento o mera pose de ganancia personal a partir de ciertas negociaciones secretas de dosificada distensión?) debería llevar a ambas partes a esforzarse en evitar que haya más derramamiento de sangre y que el país pueda entrar en una fase de turbulencia incontrolable (el tecleador de las presentes digresiones está consciente, al hacerlas, de que al momento de ser publicadas pudiera haberse dado antes una noche y madrugada de combate abierto entre los federales y los profesores y ciudadanos que les apoyan).
No está el gobierno de Peña Nieto en condiciones de iniciar una represión masiva en Oaxaca y Chiapas, que fueron las entidades señaladas por Osorio Chong en su alocución del viernes, ni en otros lugares como Guerrero y Tabasco, por señalar algunos. Los niveles de popularidad de EPN son tan bajos que en realidad han de leerse en términos de repudio. El funcionamiento de su gabinete es pésimo, con falta de sensibilidad social y múltiples evidencias de corrupción en todos los niveles. La situación económica es mala (no sólo por derivaciones internacionales) y alzas a la gasolina y recortes presupuestales en áreas básicas como salud y educación presagian una evolución fuerte del mal humor social. Con una poca de sensatez, Peña Nieto no debería agregar a ese coctel la dinamita de la represión por motivos políticos.
La dirigencia magisterial opositora a la reforma educativa, en especial la sección 22 del SNTE, que en la práctica es CNTE, debería atender las líneas de un pronunciamiento de autoridades municipales y agrarias de la Mixteca, reunidas este 2 en Asunción Nochixtlán, quienes son solidarias plenamente con la lucha de los profesores y rechazan la postura del gobierno federal, pero exigen a los compañeros maestros que avancen en el saneamiento de sus filas y se reconstruyan para fortalecer el movimiento popular.
Y, mientras la fotógrafa jornalera María Meléndrez ha sufrido una más de las agresiones policiacas en la Ciudad de México contra el ejercicio periodístico, ¡hasta mañana!
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