Exterminador sionista
Escrito por Arnaldo Musa, especial para CubaSí
La foto que acompaña este trabajo es de una aldea palestina demolida y, por lo tanto, se parece a muchas otras destruidas durante las intermitentes y premeditadas agresiones israelíes a la Franja de Gaza.
La foto que acompaña este trabajo es de una aldea palestina demolida y, por lo tanto, se parece a muchas otras destruidas durante las intermitentes y premeditadas agresiones israelíes a la Franja de Gaza, solo que este lugar está ubicado en Cisjordania.
Allí, en territorio cisjordano, aunque con sordina, menos publicitado, sucede igual, con expulsión de sus habitantes, destrucción de sus cultivos de olivos, etcétera, con la aprobación de entes poderosos del sionismo que controlan la mayor parte de las comunicaciones en Estados Unidos y campean irrespetuosamente en Europa.
Incluso, se burlan de la pretensión del presidente norteamericano, Barack Obama, de impedir la consecución de más asentamientos y lograr la creación de un Estado palestino, cuestión rechazada abiertamente por el dirigente israelí, Benjamin Netanyahu, que goza del apoyo de la mayoría derechista y aceptado la participación de los ultras (¿peores que él?) en su gabinete.
Todo ocurre cuando el propio Netanyahu tuvo que pedir disculpas por el extremismo racista interno contra judíos etíopes, agredidos en pleno Tel Aviv, lo que generó una batalla campal con más de 60 heridos.
Pero mientras allí "la sangre no llegó al río”, el premier ordenaba nuevos bombardeos aéreos y penetración terrestre en la Franja de Gaza, con el fin de “castigar” no se sabe que “abuso” de los palestinos.
Adiós a ¿qué paz?
Ni la mediación de Washington ha podido parar la politica de exterminio de Tel Aviv, cuyo régimen se ríe de los “regaños” de sus aliados.
Adiós a ¿qué paz?
Ni la mediación de Washington ha podido parar la politica de exterminio de Tel Aviv, cuyo régimen se ríe de los “regaños” de sus aliados.
Netanyahu, a quien siempre se le atribuyó el abierto apoyo militar y económico de Alemania -no importan declaraciones y apariencias-, había accedido desde julio del 2013, a la reanudación de negociaciones con los palestinos, bajo los auspicios del Departamento de Estado. John Kerry logró sentar otra vez a la mesa a Netanyahu y su contraparte de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.
Israel debía mantener congeladas las construcciones de nuevas viviendas en Jerusalén oriental y Cisjordania, e ir liberando en tandas a palestinos que estaban presos desde antes de 1993, cuando se firmaron los acuerdos de Oslo entre Yitzhak Rabin y Yasser Arafat. O sea, presos que llevaban 25 años o más entre las rejas del sionismo.
Pero en el curso del 2014 tales acuerdos se rompieron, porque Tel Aviv sólo liberó las dos primeras tandas de prisioneros (en la segunda, apenas 26 personas) y porque el gobierno del derechista Likud continuó con las construcciones ilegales en territorio palestino.
Según un informe de la ONG israelí Shalom Ahshav (Paz Ahora), "en el primer semestre del 2013, Israel aumentó en un 70% las obras de construcción en los asentamientos judíos de Jerusalén Oriental y Cisjordania". El documento, basado en imágenes de reconocimiento aéreo, señala que "en enero-junio de este año empezó la construcción de 1 708 viviendas en los territorios ocupados, frente a las 995 en el mismo período del 2012".
Al menos un 86% de las obras se llevó a cabo sin licitaciones, en aquellos asentamientos donde el concurso público no es obligatorio para construir. Ello significó que la "moratoria de nuevas licitaciones", decretada por Israel en mayo de 2013, no ha congelado la totalidad de las obras, sino una pequeña parte, según la entidad judía democrática partidaria de la fórmula de "dos Estados" para resolver este viejo conflicto.
Quiere decir que incluso para ciudadanos israelíes no sionistas, los tropiezos en los diálogos de las dos partes se originan en el extremismo del gobierno del Likud, que sigue adelante con sus colonizaciones ilegales en tierras ocupadas desde la guerra de 1967.
En vez de admitir esa verdad evidente, Netanyahu quiso poner a los palestinos como causantes del último fracaso. El titular de la ANP, Abbas, sería el culpable, por haber formado un gobierno de unidad nacional palestina entre su Al Fatah y Hamas.
Así las cosas, nada extraña la represión a sus propios ciudadanos no sionistas, el extremismo racista contra la comunidad etíope, la sistemática destrucción de la Franja de Gaza, los mayores asentamientos en Jerusalén Oriental y Cisjordania y la bochornosa emulación con los archicriminales nazis del Exterminador sionista.
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