Nuño y el colmo de la
adversidad política
Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Othón Salazar, Elí de Gortari y Raúl Álvarez Garín, entre muchos otros, fueron enormes luchadores sociales que pagaron con años de cárcel su decisión de oponerse a los designios autoritarios y antipopulares del gobierno priista. Hoy, y desde hace décadas, todos ellos son considerados, incluso por el propio gobierno mexicano, como grandes héroes civiles. Como continuadores de la gesta libertaria de nuestro padre, del Padre de la Patria, del padre de la independencia de México, don Miguel Hidalgo y Costilla.
Todos ellos, además de sufrir injusta prisión, fueron calumniados, vejados y calificados por el poder como enemigos de México, como peligros para México. A todos ellos quisieron sobornarlos. Les ofrecieron prebendas, cargos, dinero, vino y rosas si deponían su actitud opositora y se echaban en brazos del PRI. Si traicionaban a sus compañeros y representados, si abjuraban de su lucha y de sus principios.
Todo fue inútil. Los esfuerzos de cooptación fracasaron. Y todos ellos salieron de la cárcel cuando el gobierno que los había encerrado comprendió que el costo político y el descrédito de mantenerlos en prisión resultaba demasiado oneroso para el partido que se ostentaba como representante de la democracia y de la justicia social.
Un destino semejante les espera sin duda a Rubén Núñez y a Francisco Villalobos, dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (la indoblegable e incorruptible CNTE), encarcelados con acusaciones judiciales calumniosas e increíbles: “robo de unos libros de texto” y “lavado de dinero”. La procuradora, Arely López, y el secretario de Educación, Aurelio Nuño, imaginan que el mundo va a tragarse la farsa esa de comparar a los dos líderes magisteriales con el Chapo Guzmán o con Humberto Moreira, ex gobernador de Coahuila y ex presidente nacional del PRI.
A Francisco Villa, el celebérrimo Centauro del Norte y héroe mayor del imaginarios social mexicano, lo acusaron de robavacas, de bandolerismo, de asesino. Y, años más tarde, las fuerzas populares y progresistas tuvieron la satisfacción ética e histórica de ver inscrito con letras de oro en los muros del Congreso de la Unión el nombre del héroe.
Los maestros Rubén Núñez y Francisco Villalobos son los mártires y protagonistas de la nueva ola represiva por cuenta de la bien llamada “dictadura perfecta”. “Destierro, encierro o entierro”, decía el cacique potosino y pro hombre del priato, Gonzalo N. Santos. En Nuño encarnan hoy los rasgos amenazantes, autoritarios, prepotentes y cínicos del desprestigiado cacique potosino.
Y así como los líderes del movimiento democrático y libertario de 1968 contaron con el apoyo moral y político de la intelectualidad progresista y del pueblo llano, ahora mismo se ve que los líderes de la CNTE encarcelados cuentan con el mismo respaldo del pueblo y de lo mejor de la intelectualidad mexicana. Y con el apoyo y movilización social del partido y del movimiento de masas encabezado por ese otro líder incorruptible que es Andrés Manuel López Obrador.
Para Aurelio Nuño esto último ha sido el colmo de la adversidad política. Por eso se ha lanzado a descalificar de mala manera al tabasqueño. Lo acusa de mentiroso por decir lo que a todos nos consta que es cierto. Nuño encuentra “inexplicable” que López Obrador se ponga al lado del pueblo y de sus mejores representantes.
Desde luego que sin proponérselo, Nuño y su falaz, policiaca judicial y carcelaria reforma educativa están abonando el terreno para un mayor impulso de López Obrador y de Morena. “La historia, decía Lenin, da sorpresas”
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