domingo, 26 de junio de 2016

México es un país de torturadores


En México hay cinco mil denuncias de tortura en la Procuraduría General de la República y las procuradurías estatales, solo entre 2006 y 2014. Para las autoridades la tortura sigue siendo normal como “método de investigación”. Un mal necesario para combatir al crimen.
México es un país de torturadores
La tortura no es producto de un momento de coraje u ofuscación, es un sistema para destruir la moral de las personas, y luego,  de las sociedades que se resisten. En Oaxaca, en este momento, son miles las personas que son sujetas de tortura por parte del Estado. La práctica de la tortura es una constante en las aprehensiones que realizan las fuerzas armadas y no hay ningún signo de que la consideren inadecuada o pretendan cambiarla.
Que el Protocolo de Estambul haga distinciones entre el maltrato y los tratos crueles o degradantes, no hace mucha diferencia, al final todo es tortura. En las prisiones mexicanas puede darse tratamiento a las personas que padecen adicciones, pero nunca se dan terapias específicas a las personas que sufrieron tortura, como han recomendado distintas comisiones de derechos humanos. Tampoco, por cierto, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se ha preocupado de ello para reclamar que no se ha cumplido la recomendación que hizo al respecto hace varios años.
El derecho a la rehabilitación de las víctimas de tortura reunió a sicólogos y víctimas en un foro realizado en  la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal. Lo expresado líneas atrás son algunos de los datos duros al mes de junio de 2016.
Miles de personas que han tenido que salir de sus comunidades por el abuso de poder y la ausencia del Estado, son también víctimas de tortura que no se encuentran contabilizadas.
La riqueza acumulada por unos pocos, en estados como Oaxaca, donde el 60 por ciento de las personas no tienen acceso suficiente a una canasta básica de alimentación, es otra de las causas de la resistencia,  que es precursora de otras formas de tortura,  para reprimirla.
Valeria Moscoso Urzúa se desempeña como Coordinadora del Área de Trabajo y Acompañamiento Psicosocial de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos. En su ponencia aseguró que sólo si nos refiriéramos a 2016, no dejan de aparecer en el país cuerpos mutilados, masacrados de las formas más brutales, y las detenciones están cargadas de violencia.
Los policías que se han manifestado en contra de la violencia, dice Moscoso, han sido amenazados. Es entonces cuando da el dato de las cinco mil denuncias por tortura, y agrega que lo más preocupante es que, en las encuestas, hay quien aprueba la tortura cuando se trata de secuestradores o delincuentes peligrosos, sin considerar que precisamente es la tortura la que los hace confesos de delitos que quizá no cometieron.
¿Es posible rehabilitar a las víctimas de tortura?
El sicólogo y siquiatra Fernando Valadez cuenta un caso de tortura sicológica que atendió en Chiapas a raíz del levantamiento zapatista en 1994.
Uno de los detenidos que había tenido simpatía por el movimiento fue capturado y obligado a rapar a sus hijos. Le dijeron que eso era por el momento, porque lo que seguía era entregarle un arma para que él mismo les disparara a la cabeza.
Cuando recibía terapia para rehabilitación como víctima de tortura fue más atrás y le dijo al terapeuta que cuando era niño su papá lo amarraba y solía arrastrarlo una cuadra.
Si nos despojamos un poco del romanticismo que hace ver bello y poético todo lo prehispánico, podemos recordar que como parte de la “educación” precortesiana  “se tenían reprimendas sumamente rigurosas (les amenazaba con una buena azotiza, les golpeaban con púas de maguey, semiasfixiaban con humo de chile quemado, y a los chismosos tenían que barrer de noche fuera de la casa).
A diferencia de los europeos, los pueblos preamericanos no cortaban las extremidades de sus prisioneros para aterrorizar a los ejércitos defensores, pero eso no quita que fuese una tortura para los prisioneros saberse futuras ofrendas de sacrificio, por muy honroso que fuera el dios Huichilopostli.
Por algo Cortés tuvo tan numerosos aliados para vencer al Imperio.
Con o sin explicaciones y raíces históricas, la tortura es hoy una constante judicial  en México. Hay que detenerla. 

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