México: Carnicería, entre otras calamidades
Escrito por Arnaldo Musa, especial para Cubasí
Fosas comunes siguen descubriéndose en tierras mexicanas, una de las más recientes en las cercanías de Villas de Salvárcar, donde hace seis años decenas de jóvenes perecieron en una lucha con armas acabadas de llegar de Estados Unidos, con conocimiento, según el diario La Jornada, de las autoridades norteamericanas y locales.
Ello fue un capítulo más en la historia de los pleitos entre jefes de cárteles que construyen mausoleos funerarios lujosos, hasta de tres pisos de alto, en tanto decapitan a diestra y siniestra, sin importar edad, raza, ni sexo, así es la “democracia” que practican.
El binomio Peña Nieto-Obama blasonan de haber hecho más contra este tipo de delincuencia que el de Bush-Calderón, pero no hay nada de que ufanarse, porque la realidad muestra que Estados Unidos, de una u otra forma, arma tanto a las fuerzas armadas mexicanas como a la delincuencia, sin contar, como el ejemplo de Ayotzinapa lo demostró –con el asesinato impune de 43 jóvenes estudiantes normalistas-, que en los ajustes de cuentas se quiebra aún más la Federación mexicana, se alienta a los practicantes de la guerra civil y se deja el terreno fértil para el acceso estadounidense a las riquezas y soberanía del estado latinoamericano.
Como México nos duele, recordamos aquella preocupación del líder cubano Raúl Castro acerca de cómo el anterior gobierno de Felipe Calderón resolvería el problema del narcotráfico, sin aludir directamente a la corrupción que permea, compra voluntades y hace cómplices a autoridades públicas con la vasta delincuencia organizada, haciéndola partícipe del tráfico de armas y matanzas por doquier.
Parecería lo anterior algo exagerado para una nación que supo acoger a quienes después serían los expedicionarios del yate “Granma” y a la que Martí estimó también como su patria.
Pero a los miles de muertos por la violencia, a la infinidad de recursos malgastados y que pudieran aliviar las penurias de la mayor parte de la población, sin necesidad de entregar los recursos naturales, se suma el vigente y omnipresente Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México (TLCAN), donde muchos empleos norteamericanos se fueron a la frontera con México, que tampoco se benefició de ello, porque los empresarios estadounidenses llevaron sus fábricas a tierras asiáticas, en busca de una mano de obra aún más barata.
Nada es extraño cuando se sabe que todos los tratados que ha firmado México, en este y gobiernos anteriores, no han beneficiado a la población, sino a los más ricos, que contribuyen a que Estados Unidos, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo manejen su política interior y exterior.
Dice el investigador y profesor John Saxe-Fernández, de la Universidad Nacional Autónoma de México, que la soberanía está en riesgo por la alta violencia y el fratricidio con armas de asalto vendidas por un EE.UU. que en 1994 vinculó al TLCAN… con su expansión territorial desde la compra de Louisiana (1803) y la de Alaska (1867), y que ahora continúa con la transferencia de armas de alto y grueso calibre a tirios y troyanos”, lo cual hace recordar al Texas de 1836 y al gran despojo formalizado en 1848.
Ahora se juega con toda la integridad del territorio de México, una nación que solo Siria e Iraq superan en muertes violentas.
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