Ciudad Perdida
Mancera clama por justicia y paz
Treinta años de golpeteo neoliberal
AMLO, garante del cambio
Miguel Ángel Velázquez
El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, lanzó ayer lo que podría interpretarse como un grito desesperado para reclamar justicia y paz para el país, ahora que todo parece perdido.
Con mucho cuidado Mancera llamó a los poderes Legislativo y Judicial a fortalecer las instituciones, así tal cual, y con ello estableció un diagnóstico que no deja dudas, porque explicó que los dos poderes mencionados deben trabajar
por y para la gente, y eso señala el divorcio que hoy pesa más que nunca entre los intereses de quienes gobiernan y las necesidades de los gobernados.
Y también da la cara, sin decirlo, por el partido que lo postuló a la jefatura de Gobierno, y al contrario de lo que se opina desde la cúpula amarilla, Mancera exige terminar con la impunidad; tiro directo en contra del gobernador de Guerrero, que mantiene el PRD en su silla para evitar que Enrique Peña quede como único responsable de lo ocurrido en Iguala.
En su discurso, Mancera, al hablar del Ejecutivo, pidió un poder cada vez más sólido y consolidado. No era necesario decir más. Es claro que durante los 30 años de neoliberalismo que ha sufrido México, el poder del gobierno federal ha ido menguando hasta casi carecer de fuerza política y moral para dirigir los destinos del país. No existe ningún dato concreto que nos diga que los poderes de gobierno estén señalando la ruta que permita resolver los problemas que enfrenta México.
La situación es más grave de lo que se piensa. Parece que no existen puertas de salida porque nos quieren hacer creer que es impensable un cambio de rumbo, primero en lo económico, para volver a tomar las riendas del destino nacional, pero eso es la más grande mentira. Sí hay forma de desviar la desgracia, pero no son estos gobernantes los que pueden hacerlo.
Todo lo que se vivió ayer en las calles de la ciudad de México, además de en otras entidades, es la protesta contra la muerte, contra la violación constante de los derechos humanos, sí, pero también es el reflejo del desgobierno, de la pérdida de rumbo, de este horror hijo del caos. Por eso es que hay quienes piensan ahora establecer un nuevo pacto, pero sin los pactantes en contra de México, que ya fracasaron.
En todas las manifestaciones está implícita la exigencia de cambio. No volver a sufrir el horror que hoy se sufre pasa necesariamente por el cambio de rumbo, y aunque les arda a muchos, el único garante de ese cambio es Andrés Manuel López Obrador, quien seguramente marcará rumbo claros el próximo domingo en su mitin en el Zócalo.
Por lo pronto, la tesis de que el PRD pretendía mantener a Ángel Aguirre en el gobierno de Guerrero para conseguir el control electoral de la elección que viene, se ha desmoronado. De esto dan fe las empresas dedicadas a las mediciones electorales que aseguran, casi todas, que el PRD perderá Guerrero, pero a decir verdad no hay muchos políticos que quieran hacerse cargo de una entidad tan compleja y problemática. Será cuestión de esperar.
De pasadita
Al perredista David Mendoza, que denunció actividades de extorsión por un grupo armado en Iztapalapa, habría que recordarle aquello de
no aclare, que oscurece, porque las pruebas en contra de sus declaraciones, con las que pretende explicar que todo lo que dijo, no lo dijo, sólo hablan de que se le presionó, por decirlo de algún modo, para que olvidara sus querellas.
Un dato es importante: el pasado 10 de octubre llegó a las redacciones de los medios una
invitación urgentea una conferencia de prensa en la que se denunciará la
posible relación entre grupos de delincuencia organizada y una fuerza local (en Iztapalapa) que formó parte de la competencia en el proceso de elección del PRD el pasado 7 de septiembre, que han derivado en actos de extorsión e intimidación.Así invitó David Mendoza a la prensa. Días después, se arrepintió. ¿Por qué?
Que nadie se espante, pero que todos pongan las barbas en remojo. Hoy el delegado de Iztapalapa, Jesús Valencia, anunciará que deja de pertenecer al grupo político de Marcelo Ebrard para unirse a Alternativa Democrática Nacional (ADN), tribu con las mismas mañas, o peores, que las de los chuchos. ¿Qué hizo que Valencia torciera el camino? Eso es lo que hay que averiguar.
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